El famoso pasaje bíblico en el que Jesús en la cruz expresa su desolación al preguntar a su padre la razón de su abandono es la quintaesencia de la fe. El lugar común es pensar que se abraza una fe para conjurar la zozobra de la existencia y sentirse a gusto en un orden seguro en el que cada acto tiene un sentido.
Los religiosos de estirpe, aquellos que se abismaron al límite de su propia fe, prefirieron el estremecimiento. Por eso, aquel pasaje de Mateo 27:46 es una cita frecuente entre los caballeros de la fe. Es una tradición hermosa de la cristiandad, con sus grandes aventureros como Agustín de Hipona y Søren Kierkegaard. En la incertidumbre, en los períodos en los que las señales del mundo no invocan los signos del Altísimo, es justamente cuando se mide y se prueba la naturaleza del creyente.
Lo más hermoso de Cónclave ocurre cuando Ralph Fiennes pronuncia un sermón en defensa de la incertidumbre, donde sitúa una sabiduría necesaria de la que se desprenden comprensión y tolerancia. Sus palabras se dirigen a sus iguales, a aquellos que como él pueden ser elegidos el nuevo papa.
El título de la película dirigida por Edward Berger es preciso. El relato se circunscribe a los salones y a las piezas del Vaticano. El Papa de turno ha muerto y hay que elegir a su sucesor. Lo que implica volver a discutir sobre la orientación de la Iglesia Católica. ¿Una Iglesia progresista o una conservadora?
El drama institucional se ciñe a esa oposición, pero, como una institución no es otra cosa que un conglomerado de personas, ese drama es también humano. Es el drama del cardenal que interpreta Fiennes, que no puede rezar con la misma convicción de antaño, y el de otros candidatos, con sus debilidades y secretos.
Yo no, señor
En la magnífica Habemus Papam de Nannni Moretti, el elegido para resguardar el legado de Cristo, interpretado por Michel Piccoli, descubría tardíamente su deseo por volver al teatro y desobedecía inicialmente el llamado de Dios. El personaje de Fiennes también preferiría no ser el elegido, incluso cuando en el último escrutinio sabe que, si no es él, el candidato conservador podría resultar ungido.
Pero la película no es una comedia, y conforme se aproxima a su desenlace, una discreta vocación pedagógica se revela sin ambages. En los últimos minutos, la intervención divina puede resultar absurda en relación con la progresión narrativa y los giros sorpresivos de una trama.
La noción de Deus ex machina no podría ser más pertinente, porque se introduce una sorpresa que pide tanto a los feligreses como a sus mediadores una mayor apertura de espíritu. El epílogo introduce uno de los temas candentes del año en curso. ¿Sólo existen dos géneros?
El elenco de Cónclave es una selección de notables. A Fiennes lo acompañan Stanley Tucci, John Lithgow, Sergio Castellitto, Carlos Diehz e Isabella Rossellini. Son secundarios, pero sus respectivas presencias suministran el peso dramático y cierta ambigüedad que operan como un contrapeso a un guion sin muchos matices, pero sí concebido para proponer el contraste entre una institución milenaria y la actualidad.
Los detalles dispensados para observar la actualización tecnológica en el interior del Vaticano son la dimensión visible de una adaptación de lo añejo al presente. Berger saca provecho de sus intérpretes, como de la arquitectura del escenario obligado y de los atuendos de sus personajes. Hay un plano general en el que los cardenales atraviesan un patio del edificio con un paraguas en la mano que permite constatar abiertamente la voluntad del cineasta por componer encuadres vistosos. Pero algunos planos menos enfáticos son legítimamente más “vistosos” o logrados.
Frente a una película así, tan eficaz como elocuente, tan didáctica como pertinente para que ciertas perspectivas reaccionarias en boga se develen por lo que son, veleidades de ignorantes o envidias inconfesables, no carece de interés pensar qué hubiera hecho un cineasta como Robert Bresson o Marco Bellocchio ante una historia similar.
No sorprende que la película de Berger sea una de las nominadas al Oscar: ni mucho más ni mucho menos que una película correcta de intrigas e inquietudes espirituales en tiempos de poca exigencia para el cine contemporáneo.
Para ver “Cónclave”
Calificación: buena. Año: 2024. País: Reino Unido. Drama. Dirección: Edward Berger. Guion: Peter Straughan. Elenco: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Lucian Msamati, Carlos Diehz, Sergio Castellitto e Isabella Rossellini. Duración: 115 minutos. En salas.