Se cumplieron 30 años del estreno de El rey león (1994), el dibujito que marcó un antes y un después en la vida de los pequeños cinéfilos de la década de 1990 y en la historia de Disney (sobre todo por su profundo impacto emocional). Y ya pasaron cinco años de la versión de 2019 dirigida por Jon Favreau, quien resucitó el clásico original con la técnica live action para hacerlo más realista y verosímil.
Ahora llega Mufasa: El rey león, especie de precuela de la de 2019 que retoma la imagen real de aquella y los mismos personajes para contar la historia de Mufasa, hijo de Masego y Afia. Esta vez quien dirige es Barry Jenkins (el mismo de la multipremiada Luz de luna), con guion de Jeff Nathanson, y la decisión narrativa es contar la historia del personaje a través del relato oral del viejo mandril Rafiki, en la tradición de los cuentos contados al lado del fogón o de las leyendas que se transmiten de boca en boca.
Por lo tanto, la película es el flashback que muestra lo que Rafiki le cuenta a la cachorra de león Kiara, nieta de Mufasa e hija de Simba y Nala, es decir, el origen del mítico Mufasa y de Taka, su hermano adoptivo. También se suman a escuchar el relato de Rafiki los infaltables Pumba (el jabalí) y Timón (la suricata), quienes le aportan los habituales chistes para descomprimir los momentos tensos.
Lo primero que se cuenta y se muestra es cómo una inundación arrastra a Mufasa cuando es cachorro a una región lejana, donde conoce Taka, otro león de su edad y heredero de un linaje real, con el que se hace amigo y quien le presenta a su familia para que lo adopten, con una madre, Eshe, que le agarra cariñó a Mufasa, y un padre, Obasi, que no quiere saber nada con adoptarlo.
Los dos jóvenes leones crecen como hermanos, pero pronto llega el peligro: una manada de leones blancos liderada por Kiros invade su territorio y Mufasa y Taka tienen que huir, lo que el director aprovecha para lucir su pulso narrativo y para ir complejizando la relación entre ambos leones, en una peligrosa aventura intercalada con piezas musicales (que no desentonan, pero que se nota que están para ganar minutos).
En el camino a esa tierra de abundancia, a la que se dirigen mientras se escapan de los leones blancos, se les suman el piquirrojo Zazú y la leona Sarabi, quien se convierte en la tercera en discordia: Taka se enamora de ella sin ser correspondido, porque Sarabi pone los ojos en Mufasa, lo que lleva al otro conflicto de la película.
Hay que valorarle a Jenkins su pulso para narrar la historia a pesar de que cuenta con el típico guion de aventuras infantiles de iniciación, y porque los personajes tienen un equilibrado desarrollo (salvo el de los históricos Pumba y Timón, que se limitan a meter un par de chistes apenas efectivos). Además, la película no manipula las emociones de los más chicos ni recurre a la lagrima fácil, dejando que los personajes hagan lo suyo.
Un punto débil es la historia de Kiara (que escucha el relato con atención), ya que es sólo una excusa para contar la de Mufasa. De todas maneras, la película logra fusionar las dos subtramas con un final que las justifica.
Mufasa: El rey león es otro punto a favor de Disney, que sigue manteniendo su alto nivel técnico y aventurero.
Para ver “Mufasa: El rey león”
Mufasa: The Lion King, Estados Unidos, 2024. Aventuras. Calificación: buena. Dirección: Barry Jenkins. Guion: Jeff Nathanson. Voces (en la versión original): Aaron Pierre, Kelvin Harrison Jr., Tiffany Boone, Kagiso Lediga, Preston Nyman, Blue Ivy Carter, John Kani, Mads Mikkelsen, Seth Rogen, Billy Eichner, Thandiwe Newton y Lennie James. Fotografía: James Laxton. Música: Dave Metzger. Duración: 120 minutos. Apta para todo público. En cines.