Considerado por la crítica como uno de los directores estadounidenses más importantes de la generación que empezó a hacer cine en la década de 1990, Paul Thomas Anderson casi nunca deja indiferente con sus películas, gracias a su apuesta formal ambiciosa y a los riesgos que toma, como si cada una estuviera pensada para ser una obra maestra.
Sin embargo, en su décima película, Una batalla tras otra, protagonizada por Leonardo DiCaprio, hay algo en lo que plantea a nivel político que deja una sensación contradictoria, de sentimientos encontrados: a su aparato narrativo sólido, que marcha a un ritmo imparable, le falta esa consistencia discursiva que distingue a los grandes maestros del cine.
Anderson se inspira en la novela Vineland, de Thomas Pynchon, para contar la historia de un grupo revolucionario, los French 75. La particularidad es que, si bien comienza unos años antes, está ambientada en el presente, lo que genera una suerte de desfasaje entre la generación supuestamente revolucionaria a la que hace referencia (más bien de los años ’60 y ’70) y la que en realidad representa Bob Ferguson (DiCaprio), de 42 años.
En el grupo de guerrilleros hay una líder, Perfidia (Teyana Taylor), quien, junto a su pareja y compañero Bob, se encarga de dinamitar edificios y atentar contra distintas autoridades y políticos que forman parte de un Estado imperialista y fascista.
La idea de revolución permanente y de alerta constante le da la posibilidad a Anderson de desplegar lo que mejor sabe hacer: el thriller conspiranoico con personajes entre desopilantes y excéntricos, siempre en busca de algo que perdieron irremediablemente, siempre a la deriva y sin timón en un mundo lleno de relieves y entramados confusos que ahondan un poco más su perdición.
Pero lo más interesante es la otra cuestión que le sale bien a Anderson: la relacionada con la paternidad. En este caso, entre Bob y Willa (Chase Infiniti), la supuesta hija que tuvo con Perfidia, y entre el coronel Steven J. Lockjaw (Sean Penn) y Willa, ya que él parece ser el verdadero padre de la joven.
En ese triángulo filial se concentra lo mejor de Una batalla tras otra, sobre todo en la persecución de Lockjaw, uno de esos milicos yanquis estereotipados y caricaturizados hasta la exageración más cartoonesca. Él quiere depurar a los Estados Unidos de cualquier mezcla de sangre y de amenazas como Bob, un tema que Anderson aborda con mucha gracia, pero que, al igual que la cuestión política que intenta poner en escena con los French 75, se queda en lo que ya más o menos sabemos.
Es difícil explicar en qué falla la película, porque es como si convergieran dos tipos de cegueras respecto al tema revolucionario: la de Anderson y la de la generación que representa el personaje de DiCaprio. Ahora bien, si la intención de Anderson es ridiculizarlos, eso lo alinearía automáticamente con ese Estado fascista contra el que combaten los French 75. Lo cual sería peor.
Lo cierto es que la paranoia disoluta de Bob queda reducida a una mera viñeta trillada de un supuesto cine que habla del ADN norteamericano, pavadas disfrazadas de temas profundos que rápidamente son aplastadas por la acción trepidante de algunas escenas y por el buen manejo del ritmo y de los desplazamientos de los personajes, momentos en los que la película se muestra fuerte.
Anderson balbucea un lugar común revolucionario, entre satírico y ridículo, y lo único que tiene para decir es que su generación fracasó en la realización de un mundo mejor, sin elaborar una verdadera autocrítica en clave de thriller paranoico de acción ni proponer un final más pragmático, para que el espectador no se vaya con las manos vacías.
Para ver Una batalla tras otra
One Battle After Another, Estados Unidos, 2025. Acción, thriller, comedia. Guion y dirección: Paul Thomas Anderson. Elenco: Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Chase Infiniti, Benicio Del Toro, Teyana Taylor, Regina Hall, Eric Schweig, James Raterman, Shayna McHayle, Tony Goldwyn y James Downey. Fotografía: Michael Bauman. Música: Jonny Greenwood. Duración: 162 minutos. Apta para mayores de 16 años. En cines.
