La tercera temporada de The White Lotus sólo ha estrenado dos episodios en Max y ya ha logrado prendar a quienes forman (formamos) el público cautivo y cautivado por la primera (en Maui) y la segunda (en Sicilia).
En este caso, la interacción entre ricos flojos de papeles en varios aspectos con el staff de un hotel exótico abundante en estrellas se da en Koh Samui, Tailandia. Más precisamente en un resort enclavado en una frondosa zona selvática que con su vegetación se come a templos budistas, además de ser abundante en monos y de tener bajada a playa paradisíaca.
Allí convergen animadores diversos interpretados por un elencazo y bien guionados por Mike White, a su vez creador de la serie. Unos y otros setearon en los dos primeros episodios una historia que se intuye perturbadora, en la que por ahora sobresalen los recelos entre un trío de amigas cuarentonas y las disfuncionalidades de una etnocentrista familia norteamericana, apellidada Ratliff.
En el primer grupo están dos de los nombres más rutilantes de esta entrega: Michelle Monaghan y Carrie Coon. La primera se pone en la piel de Jaclyn Lemon, una exitosa figura de TV que mantiene una relación misteriosa con su esposo; la segunda, en la de Laurie Duffy, menos exitosa y más sufrida que su amiga.

Jaclyn y Laurie (quien cada tanto llora desconsolada en su habitación) caretean llevarse bárbaro cuando están juntas, pero se cuerean mutuamente cuando cada una de ellas se queda sola con Kate Bohr (Leslie Bibb), la amiga que completa el trío y que es la más superficial, al menos en apariencia.
Algo no está bien allí; la poca transparencia entre ellas acerca la idea de una bomba a punto de explotar.
Pero la posibilidad de esquirlas descontroladas amputándolo todo se manifiesta más cruda con los miembros de la ya referenciada familia Ratliff. Es que el esposo y padre Timothy (Jason Isaacs) irradia desde su misma humanidad la idea de que son negocios turbios los que sostienen esta vida sin privaciones. Este tipo no suelta el celu por más que el staff sugiera detox tecnológico; y lo bien que hace, porque es mediante ese dispositivo que se entera de que está acusado de lavado de dinero.

Su esposa Victoria (Parker Posey) y la madre de sus tres hijos parece hecha a medida de la posibilidad de que una olla se destape: semiconsciente de que estos estándares de vida lujosa penden de un hilo, toma Lorazepam para dormir y no tiene pudor cada vez que su hijo mayor Saxon (Patrick Schwarzenegger) muestra la hilacha. ¡Ay, Saxon! El pibe es misógino, homofóbico, muy estúpido.

Personajes altamente estúpidos, el valor agregado de The White Lotus
La brillante construcción del hijo de Arnold Schwarzenegger recuerda a la que hizo Jake Lacy de Shane Patton, el agente inmobiliario de la primera temporada que rivalizaba con el gerente del hotel (¡brillante Murray Bartlett!).
Poner en el tapete a personajes centrales muy idiotas, y trabajados excelentemente por sus intérpretes, es un rasgo distintivo de The White Lotus.
La familia Ratliff se completa con Piper (Sarah Catherine Hook), la hija ejemplar que hizo viajar a toda su familia a Tailandia porque elle necesita entrevistar a un monje para una tesis universitaria, y con Lochlan, el hijo tímido al que Saxon perturba con ideas incestuosas.

Dos parejas desparejas están apenas por detrás de estas puntas. Por un lado, la que forman Rick Hatchett (Walton Goggins) y Chelsea (Aimee Lou Wood, importada de Sex Education), sobre la que no hay más info que aquella que el espectador supone: él puede ser un sugar daddy norteamericano y ella una vivaz joven manchesteriana empeñada a sobreponerse ante la indiferencia de su hombre, al que evidentemente ama.
Y por otro lado, emerge la pareja de Chloe (Charlotte Le Bon), exmodelo francocanadiense (no francesa, tal como la presenta su novio), y Gary (Jon Gries), el calvo que estafó a la fallecida Tanya McQuoid (Jennifer Coolidge) en las temporadas pasadas.
Chelsea y Chloe se hacen amigas dadas sus similares situaciones de vida, pero desconocen los oscuros móviles de sus novios cincuentones y aburridos.
Así están las cosas por ahora, en un estado de latencia al que suman la propensión de esta alta burguesía de aventurarse en la cultura del bienestar y de llevar adelante un desbocado apropiacionismo cultural.
También contribuye a la suspensión sensorial del espectador una narración que cada tanto muestra a los monitos como amenazantes y a las estatuas budistas como testigos imperturbables de algo que decae inexorablemente, por más baño de espiritualidad que se quiera tomar.
The White Lotus estrena capítulos todos los domingos.