Sin dudas 2024 fue un año convulsionado para la Argentina en todos sus frentes. Entre las tantas cosas que el tsunami de Javier Milei sacudió con sus aguas fue el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), pilar fundamental de la política cultural de los últimos 50 años en el país.
Este medio cubrió uno a uno los intentos de modificación del organismo autárquico por parte del Gobierno, primero incluyéndolo en la llamada “Ley ómnibus” y, luego de varias idas y vueltas, reduciendo por decreto su estructura y cambiando su funcionamiento.
Para pasar en limpio, Argentina estrenaba entre 170 y 230 películas por año, incluyendo documentales, y con el nuevo régimen podrán financiarse sólo 10 (es decir, apenas un 5% del total).
Habrá posiblemente estrenos que consigan otros financiamientos y habrá también algunos estrenos en plataformas. Pero la merma será abrupta y, según todas las fuentes consultadas por este medio, no sólo tendrá impacto en 2025, sino también en 2026 y 2027, hasta que se aclare el panorama.
Hacer películas no sólo es costoso, sino que demanda varios años de trabajo y previsibilidad económica.
Un productor, un director y un crítico coinciden en que el impacto se irá viendo paulatinamente, ya que este año casi no hubo rodajes y los fondos que debían pagarse no se entregaron.
Antonio Pita, de Prisma (una reconocida productora local), reconoce como muchos que el Incaa no estaba funcionando bien y que incluso 200 películas podrían ser muchas para un país como Argentina, pero de ahí al desguace, hay un largo trecho.
Sus palabras: “Supongamos que el Incaa debería haber sido un poco más estricto en sus comités de selección e imaginemos que quedan 100 películas. Eso está bien para un país como el nuestro. Pensemos en que 50 sean ficciones, es un buen número para un país con la economía como está hoy, pero de ahí a sólo 8 o 10 producciones, hay mucha diferencia”.
Sobre eso también fue consultado el crítico de cine y profundo conocedor del tema, Roger Koza: “Algunas quizás no merecían el subsidio, pero la mayoría eran películas dignas de existir (…) Las películas que se subsidiaban eran siempre aceptables; muchas buenas; muchísimas, muy buenas, y algunas extraordinarias”.
Lo que se viene
Pita advierte que el último decreto del Presidente cambió las reglas de juego sobre la marcha. En su caso particular, terminó de rodar un filme en el que invirtió dinero y consiguió financiamiento de Córdoba y Mendoza, pero quedó a la espera de lo que ya le había aprobado el Incaa y nunca le giró.
“Esto puede dejar un tendal de productoras hundidas que no podrán afrontar los compromisos que asumieron”, dice, mientras aclara que la intención de los productores es mantener el diálogo para conseguir que el organismo entienda cómo funciona la industria. “No hemos quemado los puentes”, asegura.
Para no ser del todo pesimistas, el productor cree que habrá que fortalecer los planes provinciales, ya que a partir de ahora será la primera (y a veces la única) opción para que siga habiendo películas argentinas.
El director argentino Luciano Podcaminsky, autor de Asfixiados (filme con Julieta Díaz y Leonardo Sbaraglia), dice: “Los cambios y complicaciones obviamente afectan a lo que vamos a ver en la pantalla los años que vienen. Se están perdiendo los proyectos más personales, más de autor, y se están apuntando a cosas más generalistas, de plataformas, que se rigen por normas internacionales”.
En el nuevo régimen del Incaa propone financiar, como ya se mencionó, ocho proyectos y dos documentales. Uno de los cambios es que los subsidios se entregarán a sobre cerrado sin que se conozca a los autores del proyecto.
Eso que parece una novedad positiva, puede volverse en contra, según advierte Koza. Y pone de ejemplo El jockey, de Luis Ortega: “El jurado, además de tener una mirada profética de aquello que podría ser un éxito de taquilla, leerá el argumento de manera anónima y jamás de los jamases podría llegar a prever que una película de esa índole habría de llevar más de 100 mil personas a las salas. Una película como El jockey jamás va a poder hacerse con el régimen de subsidio actual, con ese guion muy difícilmente quede elegida entre las ocho″. Y, sin embargo, además de un muy buen filme, fue la película argentina más vista de 2024.
Uruguay, un ejemplo
Tanto Pita, como Podcaminsky ponen de ejemplo el buen trabajo que se está haciendo en el país vecino para atraer producciones. De hecho, en el último tiempo muchas de las películas y series que se estrenaron fueron rodadas en ese país.
¿Por qué? Pita explica que si bien ese país es, en términos generales, más caro que Argentina, termina conviniendo por el sistema de reembolso que idearon para que las productoras lleven allí sus proyectos. “Uruguay tiene un plan de fomento en el que se reintegran hasta 600 mil dólares, que para una producción media es importante, y además reintegran una parte de la mano de obra técnica. Entonces ahí ya el personal técnico pasa a ser de un 30 más caro a un 10 más barato”, dice.
Y se explaya: “Uruguay tiene dos vías de fomento, una para servicios de producción en donde te devuelven un 25% de lo que gastes en Uruguay que está más destinado a grandes producciones de plataformas y después tenés el PUA (N. del R: Programa Uruguay Audiovisual) que es para coproducciones y te devuelven un porcentaje mayor, depende del rubro”.
Para tomar una dimensión del impacto que tiene ese plan para el cine argentino, Pita dice que el presupuesto que el país vecino disponía cada año para subsidios, nunca llegaba a utilizarse por completo, pero “el año pasado ese dinero se acabó en 15 días, por las coproducciones argentinas. Se llenó de argentinos que fueron a coproducir a Uruguay”.
Entonces su conclusión es: “Mirá lo bien que lo están haciendo, ¡bueno copiémosles! No es tan difícil, y, sin embargo, acá queremos inventar la pólvora”.
Podcaminsky, quien se mudó a Uruguay, rescata lo mismo: “Acá hay una cantidad de series y de producciones muy grandes, producto de las facilidades que da el gobierno uruguayo de tax rebate (reembolso) y de la estabilidad de la economía uruguaya contra la de Argentina. Eso hace que las plataformas grandes y series vengan más a Uruguay porque tienen un panorama más estable a largo plazo”.
Algunos ejemplos de lo poco que vendrá
Según Koza, hubo filmes detenidos porque no llegó el dinero correspondiente a lo que ya estaba concedido. Un ejemplo: Las corrientes de Milagros Mumenthaler quien detuvo el rodaje de su tercera película y luego la retomó como pudo y está en proceso de edición.
Gustavo Fontán, por su parte, está terminando de rodar una película con Marcelo Subiotto. “Ellos están tratando de conquistar un sistema financiación por fuera de las instituciones que usualmente dan subsidios tanto en Argentina como en el exterior”, dice Koza. Es un caso concreto y excepcional.
Por último, a modo de ejemplo, este año también se estrenará Chocobar, el documental de Lucrecia Martel y ¡Caigan las rosas blancas! de Albertina Carri, dos referentes del cine nacional.