La madrugada del 21 de marzo de 2014, una joven de 25 años ingresó a la guardia del hospital Avellaneda, de San Miguel de Tucumán, con fuertes dolores abdominales y la esperanza de recibir asistencia médica. Lo que ocurrió después estuvo muy lejos de sus expectativas.
Belén (nombre ficticio utilizado para preservar su identidad) estaba atravesando un aborto espontáneo, aunque desconocía que estaba embarazada.
Lo que comenzó como una urgencia obstétrica terminó convirtiéndose en una causa judicial por aborto seguido de presunto homicidio. A la joven la sacaron esposada del hospital, para trasladarla al Penal de Santa Ester, donde permaneció privada de su libertad como resultado de una investigación plagada de irregularidades que la condenó a ocho años de prisión por “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por alevosía”.
Recién dos años después, cuando la abogada Soledad Deza tomó su caso, los derechos de Belén empezaron a ser escuchados. Su historia marcó un precedente no solo en el plano judicial, sino también en el social. Marcó un antes y un después en la lucha por el aborto legal en Argentina y desató una ola de indignación, solidaridad y organización colectiva en busca de justicia.
En 2017, la Corte Suprema de Tucumán absolvió a Belén y, casi una década después, su historia llegó este jueves a los cines argentinos como una producción de Prime Video y con la dirección de Dolores Fonzi, quien además de interpretar a Deza en la película, oficia como directora y guionista del largometraje, este último rol en conjunto con Laura Paredes.
–Tu participación en Actrices Argentinas te vinculó muy directamente con la causa por la legalización del aborto. ¿Creés que esa conexión le sumó una motivación especial al proyecto o más bien implicó una presión distinta?
–Dolores Fonzi: La verdad es que fue un regalo en el momento. Sí dudé porque es un caso real, y es otro tono con respecto a Blondi –su ópera prima como directora– en un montón de sentidos, pero hay algo en común que es lo autorreferencial, lo personal, lo muy personal, que me hace mucha gracia. Me gusta meterme en esos temas y siento que Belén, si bien es una película mucho más compleja que Blondi en su desarrollo, porque es un caso real, un juicio, y había ciertas formalidades que había que atajar, siento que lo tenía tan en mí, me era tan propio, que no tuve miedo de jugar a lo autorreferencial de esa manera. Fui, creo, inconsciente en un sentido y no le temí, pero porque lo sentía tan propio que sentía que era como algo que se desprendía de mí también y que me caía por alguna razón. Me habían ofrecido algunas otras cuestiones, pero esto era claramente algo que yo tenía que hacer. Que es un poco la comparación con Soledad. A Soledad le llega el caso y no le quedó otra que hacerlo. Un poco siento que hay un mecanismo de eso que se repite con los distintos escalones de responsabilidad.

Parte de esa confianza a la hora de “adueñarse” de Soledad Deza, cuenta Fonzi en diálogo con La Voz, se fundamenta en el fluido y cercano ida y vuelta que tuvieron con la abogada.
“Soledad es una persona supergenerosa, divina, abierta, y cada cosa o duda que teníamos, le escribíamos y nos contestaba al instante. No importaba si era verano, invierno, o si ella estaba de vacaciones, en cualquier momento estaba siempre ahí. Su libro también fue muy importante para nuestra escritura; además del de Ana Correa (Somos Belén), ella escribió un libro sobre el caso que tiene muchas cositas que metimos en la película como datos duros", precisa.
Para Dolores, la autoridad que siente que le da la propia militancia, después de tantos años, le hizo sentir desde un primer momento que era un proyecto que no podía dejar pasar. “Y cuando pensé en actuarlo, o no actuarlo, también pensé que no podía no actuarlo, o sea... golosa”, bromea.
Pese a tratarse de un caso judicial bisagra que da origen a la famosa “marea verde”, como se define al movimiento feminista que luchó por la legalización del aborto, Fonzi precisa que es importante destacar que no se trata de una “película militante” ni tampoco de un “documental que habla sobre la ley del aborto”.
“Tiene nuestro registro sensible sobre el caso Belén, pero es una película, que es cine, y que habla de miles de cuestiones y con muchas capas”, aclara y suma que, como lectura, también es interesante ver en pantalla a una mujer que es profesional, pero que también ocupa otros roles.
“Soledad es abogada, madre, mujer y se hace cargo de una casa. Eso es lo feminista. En general, cuando ves las películas de juicios de los noventa, son todos tipos que hablan del caso y están solos en una oficina. Nadie tiene un perro, nadie tiene un abuelo que cuidar. Acá lo que importaba era mostrar a esta mujer que, desde su vida, su cotidianeidad, su dinámica familiar, atraviesa un caso que la supera, y cómo ella igual se expone a eso, y la ves vulnerable y frágil”, precisa.

“Era importante mostrar el feminismo desde cómo está en el entramado de las relaciones, en los vínculos de las familias de hoy, en las sociedades, y ver cómo funciona. Era importante mostrar a la madre que, aunque esté atravesando un drama, igual tiene que ir a buscar al nene al colegio, igual tiene que ver las rifas y grabar el video para séptimo grado del hijo. Reflejar parte de la carga mental que tenemos las mujeres, por la que todavía no les vamos a cobrar, pero en cualquier momento. Todo esto, en la película, me parece que le da algo humano al personaje que atraviesa lo heroico”, suma. “Demuestra que siendo un ser humano con una vida como todos, igual podemos hacer algo desde ahí”, precisa.
No es un personaje más
Camila Plaate, actriz tucumana que interpreta a Belén en la película, contó en diálogo con La Voz que asumir este rol la puso en contacto con emociones encontradas.
“Particularmente, las dos etapas de casting, y después cuando me llegó la noticia de que había sido seleccionada, no sentí alegría”, confiesa y explica que si bien “fue algo muy bueno”, porque tener trabajo en un contexto en el que la comunidad actoral, teatral y cinematográfica está en crisis, es un privilegio, también la hizo remover experiencias y situaciones poco agradables.

“A mí me recordó algo de la bronca, de la ira, de la angustia de ese momento. Me atravesó más por esos lugares en un principio, que por una sensación o una emoción de alegría o de festejo”, cuenta y reconoce: “Es contradictorio, porque al mismo tiempo era muy bueno, es un buen proyecto, sentía que era positivo que se esté contando esto. Pero no pude evitarlo, salí bastante mal después de los dos castings”.
Camila cuenta que esas sensaciones se mantuvieron, sobre todo al principio, pero luego reconoce que al interactuar con Dolores, y llevar adelante todo un “trabajo de conversación y de comprensión”, fue superando esas emociones.
“Fue comprender de lo que estábamos hablando, y de vincularnos entre nosotras para poder ablandar también esta historia que es tan trágica, y poder darle diferentes puntos de vista. Es una película que muestra diferentes tipos de perspectivas en relación a un mismo caso”, refuerza.
Laura Paredes, guionista y actriz de Belén, también reconoce en diálogo con La Voz que a ella le pasó algo similar que a sus colegas cuando le ofrecieron sumarse al proyecto. “No hubo duda, cuando Dolores me dijo: ‘Che... ¿lo escribimos?’, mi respuesta fue: ‘Obvio que sí’. Creo que no tuvimos ni un segundo de duda de hacerlo juntas, veníamos de escribir juntas el guion de Blondi, que era muy otra cosa, y nos generaba mucho entusiasmo incursionar en una película que pudiera ir mutando".

–¿Mutando en qué sentido?
–Laura Paredes: En el hecho de que es una película que arranca como un juicio, pero después empieza a ceder terreno a algo más humano, que no tiene que ver con las estrategias de los tribunales, sino con personas que empiezan a hacer cosas por otras, de manera desinteresada. Eso genera una red, un contagio, que de repente adquiere una dimensión internacional. La película empieza con una trama judicial y, de a poco, gana lo emocional: cómo la gente hace cosas por otros solo porque considera que son injusticias, y empieza a dar la vida, a poner el cuerpo. Y eso, lejos de aislarte, hace lo contrario. Vemos cómo una persona, Belén, que había decidido mantener su identidad por miedo, de pronto se convierte en un emblema de lucha y de resistencia. Y no deja de ser también una estrategia de una abogada que decide tomar ese camino y se vuelve poderosísimo el anonimato de “Belén somos todas”.
