La cara de bueno de Eddie Redmayne no puede estar más lejos de su accionar mercenario en El chacal, la serie estrenada en Disney+ que justamente muestra a un protagonista especializado en las distancias. Con base en la emblemática adaptación al cine de la novela El día del chacal, de Frederick Forsythe, que dirigió Fred Zinnemann en 1973, El chacal hace hincapié en todo aquello que rodea a la figura tan temida como fascinante del francotirador: espionaje, traslados clandestinos, falsas identidades, borradura de huellas y la elección del escondrijo en las alturas desde donde consumar su tiro al blanco.
El propio chacal (Redmayne), que en su vida civil porta el nombre de Charles, arranca la historia haciendo aquello que el personaje de Edward Fox nunca concretaba en la versión fílmica: cumplir su misión. Si en aquel filme de nitidez y refinamiento documental en el que ya latía la violencia política de la década de 1970 el presidente francés Charles de Gaulle se salvaba por un pelo de la mira lejana, en la serie el chacal acaba en pocos minutos con la vida de un candidato de derecha alemán. Luego de esa matanza impecable, le llega un nuevo encargo cuya suma monetaria puede permitirle retirarse para siempre.
No es esta la única diferencia entre ambas ficciones, siendo que el guionista y showrunner Ronan Bennett (Enemigos públicos) y los productores Gareth Neame y Nigel Marchant (Downton Abbey, El último reino) desplazaron deliberadamente el relato hacia los vertiginosos tiempos que corren. Los teléfonos celulares, las cámaras, internet y las transferencias de dinero virtual son omnipresentes en la tira, que incluye como objetivo del chacal a un magnate billonario de la tecnología que propugna la “total transparencia financiera” y que evoca a Elon Musk, interpretado por Khalid Abdalla.
Sumergido en la complejidad global y tecnológica del presente, el actual chacal recuerda más a los sofisticados espías de las sagas Misión imposible o James Bond de siglo 21 que a su austero precedente, que se limitaba a confeccionar máscaras, falsificar pasaportes y armar y desarmar rifles. El lazo con la realidad es tan fino que la serie se estrenó poco después del fallido disparo a Donald Trump en los Estados Unidos, aunque, en una nota con Vanity Fair, Redmayne dejó claro que El chacal de ningún modo celebra los atentados y que el propósito real es entregar un “thriller de montaña rusa por Europa”.
En ese sentido, la extensión de 10 horas de la serie implicó asimismo el agregado de personajes y de escenarios sustanciales que antes no estaban. El lugar del formal inspector que le daba caza al francotirador que antes encarnaba el indeleble Michael Londsdale lo ocupa ahora la agente inglesa del MI6 Bianca Pullman (Lashana Lynch), que está decidida a traspasar la barrera de lo inmoral con tal de hacer caer al chacal y que cuenta con un contacto clave vinculado a los orígenes de su enemigo para avanzar en el caso.
Por otro lado, en la que tal vez sea la atribución más jugada del guion, el protagonista está casado y tiene un hijo con la española Nuria (Úrsula Corberó), a quien visita en una idílica Cádiz cada vez que se toma un recreo de sus empresas secretas. Sin embargo, pronto estas dejarán de serlo en el momento en que Nuria detecte algunas incongruencias en el accionar de su marido y eso la lleve a descubrir a su inconcebible alter ego.
Doble vida
Los disfraces y las máscaras del chacal no son extraños a Redmayne, que se ha hecho célebre con papeles miméticos como el del científico Stephen Hawking en La teoría del todo (por el que ganó un Oscar), el del transexual en La chica danesa o el del histriónico Emcee de la reciente y taquillera versión de Cabaret en Broadway. De cualquier manera, para llegar a la esencia del chacal, debió precisamente tomar el camino inverso, quitando toda capa externa o superflua. Para ese método lo asistió la coreógrafa Alexandra Reynolds, que ya ha colaborado varias veces con Redmayne y que esta vez lo hizo ver un video de David Bowie en que el músico era entrevistado como él mismo y no bajo la fachada de uno de sus diversos personajes.
A un nivel más curioso, el actor inglés de 42 años entró en cierta simbiosis con Charles al llevarse los rifles de utilería a su casa para perfeccionarlos, al practicar tiro con armas auténticas en un campo de tiro y al tener que separarse de su familia por su labor en la serie y en Cabaret tal como si emulara la doble existencia de su personaje.
Para Redmayne, la interpretación significó también una suerte de regreso a la infancia, siendo que recuerda haber visto infinidad de veces un VHS de El día del chacal cuando vivía de niño con sus padres en Londres. El actor, que no trabajaba en una serie televisiva desde Birdsong (2012), rescata en ese sentido la dimensión retro que pervive en El chacal.
“El chacal es un artista. Asume varias identidades e inventa estos prostéticos por su cuenta. Es un escultor, un mimo y un lingüista. Por eso en muchos aspectos parece un actor. Cuando leí el guion, me encontré con una historia atrapante que no había visto antes, y con un personaje muy singular para interpretar”, le dijo Redmayne al sitio de la productora Sky.
Y completó: “Mientras el mundo se ve cada vez más envuelto en la inteligencia artificial, hay un elemento vieja escuela que aún se conserva en este personaje, tanto por la cualidad analógica como por la elegancia que exhibe. Hay cierto pavoneo en la forma en que actúa. Él disfruta cada aspecto de su trabajo. Disfruta del planeamiento, de la jugada de ajedrez y de pensar sus movimientos en tres actos. Siente un gran placer por la manera en que esas piezas de dominó se ordenan y se desordenan. Por supuesto, en el segundo en que ese fluir se desbarata y empieza a desmoronarse, se trata de ver cómo alguien que está acostumbrado a mantener un grado tan alto de detalle y de control empieza finalmente a perderlo”.
Para ver
El chacal está disponible en Disney+, con un episodio de estreno cada semana.