En The White Lotus (Max) siempre se sabe de antemano: alguien muere.
Alguien de un nutrido grupo de huéspedes de un hotel estrellado y enclavado en un paraíso resulta víctima de sucesos impredecibles, por lo que vuelve a casa como cadáver envuelto en una bolsa de plástico. Es más, el final es calcado: se ve ese cuerpo embolsado a punto de ser dispuesto en la bodega de un Boeing.
Pero la tercera temporada de la serie creada por Mike White, desarrollada en Tailandia con personajes fascinantes, un elencazo y una trama que exacerbaba la noción de farsa social en torno al bienestar, acaso fue la más impredecible por la cantidad de frentes abiertos que tenía.
En la noche de este domingo, finalmente se dispuso en la plataforma indicada Amor Fati, el episodio final de casi hora y media que, por supuesto, reveló quién muere.
El título refiere a un concepto filosófico acuñado por los estoicos en la antigüedad y retomado por Friedrich Nietzsche que implica aceptar y amar lo que nos toca en suerte, incluso las adversidades. Y es el que verbaliza en un momento la joven británica Chelsea (Aimee Lou Wood, en un rol consagratorio), un espíritu libre de Mánchester que viaja con Rick (Walton Goggins), algo aproximado a la noción de sugar daddy aunque que ella lo ama con locura.

Tanto lo ama, que no cedió a la tentación de tener sexo con Saxon Ratliff (Patrick Schwarzenegger), al que sin embargo afectó positivamente con recomendaciones literarias. Cuando su novio se fue a Bangkok para satisfacer unas incontenibles ansias de venganza, ella lo esperó paciente a que regresara al resort en el que finalmente perdieron la vida, atravesados por balas de distintos disparadores.
Chelsea recibió una del custodio de Jim Hollinger (Scott Glenn), el dueño del resort a quien Rick culpaba de una infancia infeliz y sin padre, y de quien buscaba vengarse; mientras que a su pareja la ejecutó Gaitok (Tayme Thapthimthong), el dubitativo guardia de seguridad que anhelaba convertirse en guardaespaldas. Ese disparo, claro, ayudó a su ascenso.
La muerte de Rick era previsible; la de Chelsea, no tanto. Y como ella era buena onda, crédula y transparente, entristeció a los fans de la serie, quienes entre la medianoche del domingo y las primeras horas del lunes reaccionaron en redes entre la indignación y la resignación de que en The White Lotus no hay margen para la corrección emocional ni para linealidades.
No obstante, hubo una escena conmovedora con Rick alzando el cuerpo inerte de Chelsea, mientras le decía que la acompañaría siempre a donde sea que estuviera yendo.

Lo cierto es que la balacera, los gestos bizarros que desencadenó y al agrio desenlace terminaron dignificando una trama en ocasiones criticada por lenta y por demasiado tensa, como si White se regodeara en el imprevisible misterio en el que se ha asentado con maestría. Y claro, con ayuda inestimable del compositor Cristóbal Tapia de Veer, excelso a la hora de crear climas sonoros muy aproximados a la sensación de calma que precede al huracán.
La resolución de la tramas de The White Lotus
Ahora bien, ¿qué pasó con el resto de la tramas?
Finalmente no hubo cataclismo entre el trío de amigas rubias formado por Jaclyn (Michelle Monaghan), Laurie (Carrie Coon) y Kate (Leslie Bibb). Más bien las chicas de mediana edad que se agitaron de manera pasiva – agresiva a lo largo de toda la temporada se sentaron a una mesa como amigas “¿de verdad?” y se pidieron perdón unas a otras antes de que Laurie confesara haber estado triste por tantos desencuentros y celos, y de que entregara un monólogo de desahogo tan profundo como conciliador.
También en redes, muchos usuarios sostuvieron que Coon merece todos los premios por esta porción de la serie, a la que afronta entre lágrimas.

“No tengo ninguna creencia. Bueno, quiero decir que he tenido muchas, pero… El trabajo fue mi religión durante un montón de tiempo, pero definitivamente perdí la fe allí, y luego… y luego probé el amor y eso fue solo una religión dolorosa y empeoró todo, e incluso para mí, ser madre… eso tampoco me salvó, pero hoy tuve una epifanía: no necesito una religión o a Dios para darle sentido a mi vida, porque el tiempo le da sentido”, empezó Laurie.
“Empezamos esta vida juntos. La estamos pasando separadas, pero seguimos juntas y… las miro a ustedes y se siente significativo y… no puedo explicarlo, pero incluso cuando estamos sentadas alrededor de la pileta hablando de cualquier mierda insulsa, todavía se siente jodidamente profundo. Me alegro de que tengas una cara bonita (a Jaclyn), y me alegro de que tengas una vida bonita (a la trumpista Kate), y simplemente soy feliz de estar en esta mesa”, finalizó.
Timothy Ratliff (Jason Isaacs), el estafador estafado que cayó en la ruina y que evaluó el suicidio ante la cobardía de no poder contarle a su esposa e hijos que lo perdió todo, estuvo a punto de envenenarlos al estilo Jim Jones, luego de licuar piña colada con la semilla venenosa de un fruto local.
Abortó la movida, pero dejó rastros en la licuadora y fue su hijo Lochlan (Sam Nivola) quien la usó sin limpiar los restos del componente ultratóxico y letal. No murió de milagro, por lo que pudo estar en el barco de camino al aeropuerto para finalmente recibir la noticia de que su madre (espectacular Parker Posey), sus hermanos (Saxon - Patrick Schwarzenegger y Piper - Sarah Catherine Hook) y él eran nuevos pobres.
El patriarca Timothy se los comunicó antes de activaran sus teléfonos, que les fueron entregados a bordo una vez que terminó un detox tecnológico que se extendió más de la cuenta. Mike White cortó esta trama apenas los Ratliff mostraron sus gestos de desconcierto. El creador de la serie fue criticado por esto en X, porque había alta expectativa en cómo su esposa Victoria (Posey), acostumbrada a la vida lujosa, afrontaría la nueva realidad de construir algo desde cero.
El batacazo de la masajista Belinda en The White Lotus
La masajista Belinda (Natasha Rothwell) fue la protagonista de la movida más sorprendente de la tercera temporada de The White Lotus. Porque no sólo se enfrentó a Greg (Jon Gries), el asesino de Tanya (Jennifer Coolidge) en la segunda temporada, sino que lo extorsionó hasta sacarle 5 millones de dólares.

Y fue entonces que mostró una cara despreciable: ya no quiere abrir un spa con Pornchai (Dom Hetrakul), su colega tailandés del que se había enamorado, sino que prefiere ser millonaria de tiempo completo.
El que se atreva a juzgarla, que arroje la primera piedra.
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