Los críticos de cine la defenestraron y está bien que lo hayan hecho porque es muy difícil bancar una banalidad estereotipada como Emilia Pérez, la nueva película del francés Jacques Audiard, que es, justamente, todo lo que ellos detestan: carece de rigurosidad narrativa, está llena de los peores clichés y tiene una mirada reduccionista y prejuiciosa de sus personajes y de su historia, además de estar sobreactuada y de hacer gala de un mal gusto chocante y de trazo grueso.
Los mexicanos tampoco fueron lo suficientemente condescendientes para bancar una versión/ visión de su ciudad central, de su gente y de sus problemas como la que da Audiard.
Aunque, a su favor, hay que decir que el director no tiene que rendirle cuentas a nadie ni tiene la obligación de conformar a la mayoría con una mirada objetiva de la realidad que intenta retratar en su película (que cuenta con 13 nominaciones al Oscar).
Emilia Pérez tiene el mérito risueño de aplicar de manera práctica los lugares comunes que un europeo como Audiard tiene sobre México y su tradición cinematográfica, en la que el narcotráfico y la desaparición de personas se convirtieron en un tópico más a la hora de abordar una historia ambientada en Ciudad de México.
Dependiendo de cómo se lo quiera ver, el filme puede ser un drama mediocre o una comedia musical aceptable. Lo malo es que no deja de ser una película medio tonta, pero de una tontera que se deja ver por los inesperados momentos cómicos (ya sean premeditados o involuntarios) y ridículos, que bordean la comedia camp, el kitsch telenovelesco y la autoconciencia paródica.
Sus mecanismos son trillados, aunque funcionales a un relato que avanza con fluidez casi televisiva. Y da toda la impresión de que Audiard se divierte, pero en esa diversión se vislumbra su limitado imaginario de México, lleno de estereotipos de telenovelas como las de de Thalía (o por el estilo).
Las protagonistas se ajustan a la lógica y al estilo de la película. Rita (Zoe Saldaña) es la abogada talentosa que trabaja para criminales y narcotraficantes, y que, en un giro traído de los pelos, es capturada por el jefe de un cártel, Manitas (Karla Sofía Gascón), para que lo ayude a cumplir su deseo de convertirse en mujer (el personaje de Rita es la típica obsecuente que se calla ante las injusticias por miedo).
Una vez que Manitas se convierte en Emilia Pérez (también Gascón), decide llevar a sus hijos y a Jessi (Selena Gomez), su mujer cuando era Manitas, a vivir en una mansión. El problema es que Jessi ya está saliendo con Gustavo (Edgar Ramirez), lo que desencadena el conflicto central.
La película tiene algunos brevísimos pasajes que están bien, como cuando Emilia le pregunta a Jessi si le fue infiel a su marido. La manera como Emilia le pregunta es, a su manera, sutil, quizás el único momento relativamente fino. Y es muy gracioso el español esforzado e inentendible de Gomez (tiene una línea magistral por lo cómica).
Que Audiard resalte la figura de Emilia es el propósito del filme. Si bien la protagonista no sale victoriosa, el director pone en primer plano su victoria simbólica, su lucha, lo que termina siendo y haciendo. Eso es lo importante, porque de lo que se trata es de llegar a todo el público con la forma más trillada para que no queden dudas del mensaje.
Audiard se propone hacer su culebrón musical mexicano. Y lo logra.
La ficha
Emilia Pérez (Francia/ México/ Bélgica, 2024)
Drama
Buena (***)
Dirección: Jacques Audiard. Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain, Léa Mysius y Nicolas
Livecchi. Elenco: Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón, Selena Gomez, Adriana Paz, Edgar Ramírez, Mark Ivanir, Eduardo Aladro y Emiliano Hasan. Fotografía: Paul Guilhaume.
Música: Camille y Clément Ducol. Duración: 132 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas). En cines.
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