Tras la pérdida de la inocencia de haber debutado como director con el drama La casa del eco (2018), Hugo Curletto se vuelca al desenfado autoconsciente de la comedia en Adiós a Las Lilas, filme que no deja de plantear una búsqueda seria bajo su faz risueña. La película que se estrena esta semana en el Cine Club Municipal Hugo del Carril está protagonizada por un Curletto casado y con hijos, y en plena crisis de mediana edad, de pronto obsesionado con filmar una película sobre su padre que quizás le devuelva una esencia perdida.
El registro en video de un viaje familiar a Las Vegas en el que Hugo Curletto (padre, alias Chif) corona trágicamente la ludopatía de toda una vida sienta las bases para el filme retrospectivo que urde Curletto (hijo), quien se ampara bajo el pretencioso seudónimo de Dany Summer.
De las charlas caóticas con su productora Diana (Jazmín Sequeira) surge la idea de convocar a Jorge Marrale para que interprete al padre supuestamente fallecido, objetivo que lleva a la dupla creativa a trasladarse a Buenos Aires para contactar a un Marrale exaltado durante un ensayo de El rey Lear. El resto del filme acompaña esa empresa osada que es el rodaje de una película con un Marrale cómplice que se presta a hacer también de sí mismo, en un derrotero accidentado que expone los sinsabores del oficio.
¿Qué llevó a Curletto a girarse hacia su biografía acudiendo a la estética equívoca del falso documental? “Me gusta pensar lo autorreferencial en la medida en que esa mirada no esté vinculada a una cuestión narcisista, sino que me sirva para ir hacia un otro, para reflexionar o decir algo sobre el amor, los vínculos, la vida o el cine, como sucede también en este caso”, dice el realizador cordobés nacido en Río Cuarto.
Y completa: “En ese sentido, más que la memoria familiar, lo que me interesó fue la posibilidad de profanar esa memoria, de sacarla de ese lugar sagrado o solemne, de hacerla jugar, de cruzarla con la mentira y la ficción en una apuesta lúdica”.

–¿Cómo se da el lazo con Marrale? ¿Fue parecido a lo evocado en el filme?
–Conocí a Jorge trabajando en una serie de hace varios años que se llamó Submersos. Ahí intuí por su forma de ser en el set que, aparte del enorme talento y la capacidad en términos de oficio que tenía, era alguien accesible, respetuoso, generoso. Escribí Adiós a Las Lilas directamente pensando en él, aunque Jorge está lejos de ser esa figura idealizada, ese artista excéntrico que representa los estereotipos del star system que se ve en la película. Obviamente que en ese momento su participación era solo una expresión de deseo, y fue un tiempo después que le escribí, le dije “Jorge, ¿te acordás de mí?”, tengo un guion que me gustaría enviarte, se lo envié, y a los pocos días me llamó para decirme que le gustaba la película, estuvimos hablando como una hora. Así se empezó a configurar su presencia en este proyecto chico, independiente, de Córdoba. En ese sentido, Jorge fue superaccesible en relación con los requerimientos, a la apertura para trabajar acá, humilde también para ubicarse y centrarse en un tipo de proyecto muy distinto a las cosas más grandes que suele hacer.

-¿Cómo fue trabajar con tu propio padre en la película? ¿Qué implicó?
-Mi viejo es el personaje principal en torno al cual se constituye o construye este delirio. Primero, fue a partir del material documental; y después empezó a surgir la idea de involucrar escenarios y escenas con él. Al principio, él no terminaba de entender lo que yo le proponía, porque es un tipo que no viene del mundo del arte, que no ve cine, que no consume formas de representación. Creo que él se mandó en esta porque soy su hijo, porque confiaba en mí y porque me quiere. Nosotros sabíamos con Rodrigo Guerrero, el productor, que era un desafío, que estábamos experimentando y saliéndonos del perímetro, haciendo algo que podía salirnos tanto bien como mal, es decir que yo no podía escribirle una escena a mi viejo y decirle “estudiate este diálogo”, teníamos que trabajar con procedimientos distintos. No era lo mismo ensayar una escena con Marrale, Jazmín, el Gonza Dreizik o Alicia Vissani que ensayar o pensar una escena con mi viejo, que nunca en su vida se paró frente a una cámara. Para el equipo, fue una experiencia alucinante, y nos sorprendió su frescura, su modo de pararse, su desprejuicio, él se entregó a esa experiencia única que es estar en el medio del rodaje de una película.
Zonas aleatorias
-¿En qué medida la película es una sátira del quehacer cinematográfico?
-El filme toma y refleja el quehacer cinematográfico en mi vida, en ese sentido sí hay algo autorreferencial en tanto mi vida está atravesada por el cine. Me interesa poner en la mesa estos lugares comunes de los procesos creativos y cómo a veces nuestras vidas se cruzan con nuestras construcciones discursivas en el arte, el cine, el teatro. Hay un intento de desmitificar estos procesos de la musa y de la inspiración y los estereotipos de los actores del star system, y de cómo se construye una película. En el proceso hay cosas que no vas sabiendo a ciencia cierta, no tenés todas las certezas, y me parecía interesante retratar esa voluntad de ir de nuevo, de decir “vamos, que no se caiga”, “nosotros podemos”, “lo vamos a sacar”, el cine tiene eso, y a escala independiente tiene mucho de pulmón, de voluntades, a veces de locura y de esta cuestión medio delirante de encontrar soluciones que uno nunca se hubiera imaginado.

-La frase “necesito que algo de todo esto sea real” que dice tu personaje parece sintetizar el dilema del filme. ¿Encontraste algo “real” al filmarlo?
-Lo que le pasa a Summer es que no termina de encontrarse en la ficción, no termina de aceptar cómo funciona la ficción. Está todo el tiempo en ese cruce que se debate entre lo real, lo documental y la invención. La peli juega con eso, lleva esta cosa de la motivación de la dramaturgia, de que un personaje tiene que tener una motivación clara, fuerte, al terreno de la vida, y en la vida hay veces que hacemos las cosas como dice la película, porque sí, no tenemos claras las motivaciones o esas fuerzas que nos mueven. La peli se debate todo el tiempo entre esa cosa del azar y del tener la cuestión clara, o esa ilusión de control o de tener un objetivo claro en la vida. Y aparecen esos huecos, esas zonas aleatorias, ese rumbo sin sentido o absurdo que me parece que le sienta bien a Summer, o me sienta bien a mí en el humor o en la comedia, en términos de que me divertí mucho haciendo esto. Lo que encontré fue algo del disfrute y del estar, de poder vivir en el momento presente. Disfruté el rodaje porque trabajé con un equipo maravilloso, gente copada que formó parte de la comunión con esta cosa familiar que el filme expone y que era un riesgo.
Para ver
Adiós a Las Lilas. Argentina, 2025. Guion y dirección: Hugo Curletto. Con: Hugo Daniel Curletto, Jorge Marrale, Hugo Jacinto Curletto y Jazmín Sequeira. Duración: 96 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 16 años. En cineclub municipal Hugo del Carril (bv. San Juan 49), del jueves 29 de mayo al miércoles 4 de junio, en distintas funciones: jueves a las 15.30 y 20.30; viernes 18 y 23; sábado 15.30 y 20.30; domingo 1°/6, a las 18 y a las 23; lunes 2, 20.30; martes 3/6, 18 y miércoles 4/6 a las 20.30.