“¿Qué se siente que hayan hecho una película de tu vida? Horrible”. Así de contundente es el comienzo de la columna de opinión que la periodista y escritora cordobesa Bárbara Anderson publicó, revelando algo así como el lado b tras el suceso mundial que fue la película Los dos hemisferios de Lucca.
El filme está inspirado en el libro que Anderson escribió, narrando la propia historia de vida de ella y su familia entorno a su hijo, que sufre parálisis cerebral.
La película se estrenó hace tres meses en la popular plataforma de streaming, y fue un éxito a escala global.
Sin embargo, Anderson ahora revela que la experiencia la dejó con una sensación “de agotamiento y mucha tristeza”.
“Nuestra vida se volvió un foco de atención. ¿Quiénes son? ¿Es verdadera la historia? ¿Qué pasa con ellos? ¿Por qué les ‘hicieron’ una película? De la curiosidad al morbo hay solo unos cuantos minutos. De la emoción al odio y al ataque directo también hay una distancia corta”, confiesa Anderson una extensa columna que publicó en el sitio opinion51.com.
“En pocos días había expertos en neurología, en parálisis cerebral y en tratamientos experimentales dando cátedra; opinadores desde Olimpos recién levantados explicando lo que sí y lo que no estaba bien en nuestra historia. Gente que, incluso sin haber ni leído el libro, ni visto la película, ya tenían una opinión formada (y mayoritariamente negativa) de todo lo que estuviera en torno a este boom”.

La contracara de ser tendencia
Anderson contó cómo entendió (y padeció) el hecho de que su historia se haya convertido en el trend del momento, del que se prendieron “los generadores compulsivos de contenido de ocasión”.
Sin embargo, lo que no esperaba eran las demandas de personas con la discapacidad en su vida, “con poca sensibilidad y mucho de exigencia, mensajes que si no eran desahogados en minutos (sí, minutos) poco a poco se iban convirtiendo en ataques directos”.
“¿Por qué no me contesta mi consulta?, le pedí hoy los datos para viajar a India y no me ha contestado”, “debería tener una secretaria que le conteste todos los pedidos que le estamos haciendo”, “ahora debes hacer más que una película, ¿ o crees que con esto ya solucionaste todo?, ¿y nosotros qué? ¿qué más vas a hacer?”, “le mandé un mail con resonancias magnéticas y fotos de mi hija y no ha sido capaz de decirme qué tiene y si este tratamiento lo puede ayudar”, citó Anderson como ejemplos puntuales, agregando que también recibió infinidad de insultos.

“Yo quería leer los mensajes ‘bonitos’, de personas que valoraron la historia, pero era imposible: apenas unas florecitas en medio de un desierto. Lloré mucho. Me frustré, me enojé, traté de ser paciente”.
Además, agregó que la gran mayoría de quienes movían ‘el hate’ eran mujeres. “Sí, esas mujeres que yo pensé que se sentirían identificadas con la historia y la lucha por una oportunidad nueva para mi hijo”.
La periodista contó que grabó un video pidiendo empatía, pero eso empeoró las cosas. “Más comentarios, más duros, y si alguien se animó a poner un comentario violento o políticamente rudo, eso le daba luz verde a que el resto de la manada hiciera lo mismo”.