Este jueves 26 de junio llega el estreno de Después, la niebla, la primera película de ficción del director cordobés Martín Sappia. El filme, una producción de Punto de Fuga Cine, a cargo de Eva Cáceres y Ana Lucía Frau, se podrá disfrutar en cines de Córdoba, Río Cuarto y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La película ya ha captado la atención internacional y nacional, después de su estreno internacional en el 48° Göteborg Film Festival 2025 y su estreno nacional en Contracampo 2024.
Un viaje anímico
Después, la niebla sumerge al espectador en la historia de César (interpretado por Pablo Limarzi), un sereno que ha trabajado durante más de dos décadas en una fábrica de productos químicos. La trama se desencadena cuando César recibe una carta de su hermana informándole que ha vendido el terreno familiar en la montaña. Esta noticia lo impulsa a abandonar su trabajo y emprender un viaje hacia esa zona con un objetivo claro: recuperar la urna con las cenizas de Elena, que se encuentran allí enterradas.
Durante su caminata, César se enfrenta a un duelo que ha mantenido velado por años. El paisaje de su niñez ha cambiado drásticamente debido a los incendios forestales y el avance de la propiedad privada. Sin embargo, los encuentros que se dan en el camino le abren un mundo al que se había negado a enfrentar, tras años de encierro en su rutina laboral.
Una poética de la demora
Tanto Pablo Limarzi como Ana Ruiz, los protagonistas, describen el rodaje como una experiencia desafiante, intensa y renovadora. Limarzi, quien da vida a César, reflexiona sobre el “nivel de estímulo altísimo” de nuestro tiempo y destaca que la película “invita a algo que alguien definió como una poética de la demora. Esa es una batalla también”.
Por su parte, Ruiz subraya la importancia del entorno natural, afirmando que “Los paisajes de la película son paisajes anímicos, geográficos y biográficos” y que esto le resultó “determinante” tanto al leer el guion como durante la filmación.

El director Martín Sappia (Un cuerpo estalló en mil pedazos) enfatiza que su película es “imagen y sonido: la construcción del personaje está dada por la luz y por el sonido, más que por el texto”. Ezequiel Salinas, director de fotografía, añade que la “preocupación por la luz era inherente a la película”. El sonido fue trabajado en colaboración con Atilio Sánchez, a quien Sappia elogia por su capacidad de transformar el sonido directo en “una armonía, en una resonancia, en un paisaje sonoro”.
A pesar de la intencionalidad de Sappia de quitarle peso a la poética explícita, se revela un cuidado trabajo en los textos y en lo no dicho de cada personaje. La génesis de Después, la niebla surge de un concepto ligado a la espera y al acto de andar, entendido este último como la construcción de un “recorrido sentimental”.
Esta idea inicial fue enriquecida por el director con temas como el duelo y el regreso a un “territorio abandonado”, donde lo físico recupera una memoria, según la notas de la producción.
Martín Sappia, quien viene del ámbito de la posproducción y ama el montaje, se muestra entusiasmado con este nuevo camino en la dirección, el cual le genera una “adrenalina especial”, y planea continuar explorando ambas facetas si le fuera posible.
Después, la niebla se presenta como una propuesta cinematográfica que invita a la introspección y a la reflexión sobre el paso del tiempo, el duelo y la relación entre el ser humano y su entorno, en un viaje visual y sonoro que promete cautivar a la audiencia.