Ya está disponible en la plataforma de Max la serie de viajes Conan O’Brien must go, conducido por el presentador estadounidense Conan O’Brien. En apenas cuatro episodios, presenta cuatro países muy dispares entre sí. Argentina fue uno de ellos, y la visita resultó una confirmación de rasgos autopercibidos, especialmente los que refieren a la política.
O’Brien visitó también Noruega, Tailandia e Irlanda, siempre bajo la premisa de acercarse a gente real con vidas reales. Para garantizar este punto de vista, seleccionó a través de su pódcast Conan O’Brien Needs a Friend a fans que hablaran de su país para hacerles una visita.
Esta decisión evita caer en varios lugares comunes del género, y muestra otras aristas de los países y sus idiosincrasias, sin resignar el humor, y con la conciencia de que proviene de un país amado y odiado.
Su paso por Argentina se restringió a Buenos Aires. En el tercer episodio, O’Brien pasea por lugares tradicionalmente turísticos, visita el Nuevo Gasómetro de San Lorenzo y viaja al campo para conversar con lugareños que representan al gaucho. Su visita quedó inmortalizada en un mural del artista Maxi Bagnasco, en el que retrata a O’Brien junto a Lionel Messi y al papa Francisco.
Este episodio tuvo una característica que no se repitió en los demás: la política. O’Brien se juntó en un bar con una traductora argentina y la conversación derivó en la imagen que los argentinos tienen de Estados Unidos, incluyendo las críticas a ese país por su involucramiento en el último Golpe de Estado de 1976. O’Brien se tomó muy en serio esa intervención, asumiendo el desastroso papel que su país tuvo especialmente en Latinoamérica.
Es realmente llamativo que ese intercambio, sombrío y serio, no haya sido eliminado en la edición final.
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La visita de O’Brien a Argentina fue en noviembre pasado, desde la previa hasta el resultado del balotaje presidencial. Apareció en el programa Mañanas Públicas de la Televisión Pública, donde presentó el estado del tránsito y mantuvo una seria conversación con la conductora Ernestina Pais.
El presentador hizo una halagadora semblanza de los argentinos y ofreció algunas recomendaciones para que la polarización política no alcance la exacerbación de su país. Trascendió, además, su manifestación de apoyo a los trabajadores luego de que Javier Milei anunció sus intenciones de privatizar la Televisión Pública.
Al ver las declaraciones del consagrado presentador, entiendo un poco más la decisión de incluir los comentarios políticos en el episodio.
Queremos saber
La reciente movilización en defensa de las universidades nacionales incluyó, en sus días previos, una investigación superficial sobre las personalidades que mostraban o no su apoyo. Se registraba qué artista e influencer ajeno a la arena política elegía el silencio y quién hacía público sus ideales.
En paralelo, cobraba cada vez más fuerza el intento de deslegitimar la movilización por ser política, como si alguna no lo fuera, como si fuera posible que miles de personas defendieran públicamente sus convicciones dejando sus valores y creencias en sus casas, sellados al vacío para evitar la contaminación.
La producción de Conan O’Brien must go hizo una excelente lectura de nuestra idiosincrasia.
Es imposible pasar por Argentina, especialmente si se toma a Buenos Aires como el todo, y esquivar la política como tema. El argentino quiere que sus artistas, celebridades y famosos en general hablen de política; es como acceder a una intimidad más obscena que la desnudez, más polémica que la ilegalidad.
En consonancia, el argentino muere por saber qué opinión tienen de él en el extranjero, cómo los ven a él y a sus gobernantes, si es el hazmerreír, aunque más no sea de quienes tienen un modo de ver el mundo que considera inaceptable.
Es una actitud narcisista y una forma de colectivismo torcido, a la espera, sin embargo, de ser adecuadamente reencausado.
