“Nuestra venganza es ser felices”, se oye que dicen los protagonistas del filme Tiempos circulares y la frase queda resonando en todos los que la escuchan. Esa frase, también, se transformó en un concepto medular de este documental coral que estrena este viernes en la Ciudad Universitaria y que se proyectará el fin de semana en el Espacio Incaa del Cine Arte Córdoba.
Andrés Dunayevich, el director y cabeza del proyecto, cuenta a La Voz que el filme nació bajo otra idea y luego se fue ampliando.
Según Dunayevich, la idea surgió cuando se enteró de la historia de Carli de la Fuente, quien a los 3 años perdió a su papá a manos de los militares y a partir de allí se desarrolló una historia increíble.
El director lo cuenta así: “Él ve a su padre por última vez a los 3 años, en el 76. Estaba en un colectivo, y en ese colectivo los milicos hicieron un operativo; y su papá, que ya sabía lo que se venía, le dijo a su hijo que se bajara por la puerta de atrás, que se quedara tranquilo, que iba a estar todo bien. Carli se baja y se encuentra con Aurelio Abel Mazzuco, un señor anónimo que lo ve y entiende el problema, se da cuenta de la situación. Parece, no podemos saberlo ahora, que intercambian miradas con el papá de Carli, quien con algo de lenguaje no verbal le dice que cuide a su hijo”.
La historia sigue cuando este hombre se lleva al niño a su casa para protegerlo y permanece con él unos 10 días. “Luego sale a hablar, cuenta lo ocurrido en una radio, luego sale una nota en un diario y la madre de Carli, Yoli, lee el diario y se reencuentra con su hijo después de 10 días que fueron de terror”, relata el realizador audiovisual.
Dunayevich, quien a su vez lleva adelante la productora El camboyano, se movilizó con ese relato ocurrido en La Plata y quiso contarlo, pero al comenzar a hacerlo se dio cuenta de que con la historia de Carli se quedaba corto.
Fue entonces cuando comenzó a hilvanarla con otras historias de hijos de desaparecidos y terminó dándose cuenta de que no se trataba de un hecho aislado, sino de un tejido de varios casos unidos por la militancia.
“Lo que me gusta del documental es que no es una historia individual, sino una historia colectiva de cuatro amigos que se ven fortalecidos con lo que les sucedió. Entonces lo importante es qué hiciste con lo que te pasó y cómo saliste adelante con esa desgracia de que hayan secuestrado, torturado y desaparecido a tu padre”, explica.
Los cuatro amigos son entonces los hermanos Carli y Pablo de la Fuente, y Ramiro y Martín Fresneda (político cordobés que llegó a ser diputado nacional). A través de esas historias, se entreteje un pasado reciente y un presente de militancia.
Hechos históricos
Dunayevich advierte cuatro hitos entre los hijos de desaparecidos en Córdoba. El primero fue el Taller Cortázar ocurrido entre 1983 y 1984. Allí, los chicos que habían sufrido la desaparición de sus padres fueron parte de un espacio reparador que, a través del arte y la escritura, les permitió poner en palabras aquello que les había ocurrido. Eran solo niños, pero ese espacio coordinado por Roger Becerra fue sin dudas –en palabras de Dunayevich– un “espacio de sanación”.
El siguiente hito fue la formación oficial de la agrupación H.I.J.O.S (1995) y el tercero, Los Juicios por crímenes de Lesa Humanidad en Córdoba (2008-2016). Todos esos momentos históricos son reconstruidos por Tiempos circulares, pero no a modo de documental histórico, sino como una constelación de hechos que conforman (y narran) la vida de los protagonistas.
−¿Cómo se conocen los hermanos De la Fuente con los Fresneda?
−Ese es un momento clave de la película. Si bien ellos tenían una historia y muchos amigos en común, se terminaron conociendo en un programa de televisión en Canal 10 un mes antes de que se formara la agrupación H.I.J.O.S. El programa se llamaba Muy Buenas Tardes (1995) y estaba producido por Octavio Muñoz. Fueron invitados a un especial de hijos de desaparecidos y eso era algo que nunca había pasado en la tele. El tema era todavía algo tabú. Allí se produjo la magia entre ellos porque eran personas desconocidas, pero que a su vez hablaban el mismo idioma. No tenían venganza, no tenían odio, solo querían Justicia.
El archivo del programa forma parte del material documental que el director considera invaluable para repasar ese hecho histórico. También lo es un registro de un campamento de Cabalango que hicieron los jóvenes, donde se los puede ver muy unidos, con un propósito.
“Becerra, alma mater del taller Cortázar, lo llamó después del programa y les dijo que había obtenido un dinero internacional de derechos humanos y que pensaran qué hacer. Se les ocurrió hacer un campamento para invitar a los chicos y las chicas que fueron al programa. Y así fue como se fue formando H.I.J.O.S. en Córdoba”, dice Dunayevich.

Lo colectivo como salida
El director dice una y otra vez que el espíritu del documental es mostrar que la militancia y el propósito de cualquier acción colectiva es darle sentido a la vida, más allá del individualismo.
−¿Qué creés que puede aportar el documental, justo ahora que hay ciertos grupos que niegan el horror de la dictadura y que pregonan el odio y la revancha?
−Me parece clave hablar del tema porque cuando fue pensado el documental, tuvo que ver con eso. Parece un contrasentido que la venganza sea ser feliz. ¿Cómo puede uno vengarse y ser feliz? No, uno no debería… pero justamente por eso nos pareció muy poderosa esta frase (…) Es que si vos te quedás con el odio, no vas a construir nada desde lo colectivo, desde lo social. El odio que estamos viviendo en la actualidad, que tiene que ver con el odio hacia el otro, con esta sensación tan fea del individualismo, del “sálvese quien pueda”; de que si vos no tenés, te embromás, y de que si sos jubilado y no llegás a fin de mes, es problema tuyo, no conduce a nada. Nosotros hablamos de felicidad, pero no una felicidad individual, si no de que la venganza es seguir siendo amigos, la venganza es seguir militando y tener una causa por la cual luchar.
Dunayevich asegura que en tiempos como los actuales es importante tener un objetivo colectivo, una causa por la cual seguir adelante: “No digo solo una causa de militancia político-partidaria. Cada uno tiene que encontrar su militancia, que puede ser en lo ambiental, en el género. En hacer bien tu trabajo como doctor o como docente, pero siempre pensando en lo colectivo”.
Y volviendo al tema de la felicidad, el director asegura que hay que incentivar a los jóvenes en la idea de que la militancia es gratificante. Une a las personas porque “si uno piensa que para militar tiene que sufrir, así no vamos a contagiar a los jóvenes para que se comprometan”, cierra y recalca que las invitaciones para ver el filme son gratuitas con la idea de que todos los interesados puedan asistir.
Sobre el cierre, Martín Fresneda reflexiona: “Soy absolutamente consiente de que esto (el documental) es una respuesta al negacionismo, al discurso del odio. Esta es una herramienta diferente incluso de la que veníamos trabajando durante años en cuanto a perspectiva y pedagogía de la memoria. Esto se enlaza con los 30 años de H.I.J.O.S, o sea, es una respuesta para el momento y el contexto que estamos viviendo”.
Para ver
El viernes 21 de marzo en Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria, a las 18.30. Sábado 22 y domingo 23, a las 19, en el Cine Arte Córdoba. Entrada libre y gratuita.