Desde el 30 de abril está disponible en Netflix Asterix y Obelix: El combate de los jefes. Es una miniserie de animación (5 capítulos con una media de 30 minutos cada uno) que caracteriza de manera sublime el personaje de Asterix y brinda un soplo de aire fresco al galo más querido de todos los tiempos. La serie es una adaptación del cómic homónimo publicado en 1966, de la mano de sus creadores originales: el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo.
Si queremos hablar de Asterix y Obelix: El combate de los jefes, es imperativo hablar primero de Spider-Man: un nuevo universo.
La película, lanzada en 2018, sorprendió al mundo por su evidente calidad de animación. Con un estilo nunca antes visto, revolucionó una industria hasta entonces estancada y decadente.
La película destacó por su animación expresiva y exagerada, mucho más enfocada en lo espectacular que en lo realista. Por ejemplo, los golpes producen ondas expansivas de color, el ritmo se acelera o ralentiza para acentuar cada movimiento, los personajes dejan atrás imágenes residuales al moverse velozmente. Todo en la película grita por tu atención y la recompensa con un espectáculo audiovisual impresionante.
Este desprendimiento del estándar de animación 3D realista (instaurado por Disney Pixar y Dreamworks) fue un verdadero golpe sobre la mesa, que además fue acompañado por un enorme apoyo en taquilla, recaudando 350 millones de dólares, tras invertir un presupuesto de 90.
La industria quedó fascinada por el estilo, instaurando así una moderna tradición de animación. Ejemplos más populares podrían ser El Gato con Botas: el último deseo o Arcane.
Abierta la puerta para producciones creativas y experimentales, le llegó el turno a Asterix, el galo.
Las andanzas de Asterix, el galo
Es el personaje más famoso de las historietas franco-belgas, junto a Tintín. No es la primera película de animación del galo. Pero ahora, esta tendencia de animación le sienta como anillo al dedo a las andanzas de Asterix y Obelix.
En esta miniserie, el emperador Julio César busca conquistar toda la Galia. Sí, toda. Incluso esa pequeñísima aldea en el borde del mapa, donde residen los últimos galos intransigentes de la región.
Esta carismática aldea resiste gracias a la poción mágica que prepara el druida Panoramix. Una poción que concede fuerza y velocidad al consumidor.
En este contexto entran en escena Asterix y Obelix. Dos amigos guerreros que defenderán su aldea con maña, fuerza y mucho humor.
Esta nueva adaptación dota a la serie de un humor más acorde a los tiempos actuales. La saga nunca fue ajena al humor absurdo, empleando principalmente juegos de palabras para llegar al lector.
En este caso, los chistes están refinadísimos. En una misma conversación pueden haber hasta tres juegos de palabras ocultos detrás de un chiste más vistoso. Algunos se pierden en la traducción, pero son igualmente disfrutables.
Por ejemplo, todos los nombres romanos terminan en “us” mientras que los galos terminan en “ix”. Hay un herrero galo que se llama Esautomátix, o un cuentacuentos llamado Netflix.
Allá por el año 66, cuando se publicó el cómic original, ya existían referencias a personajes de la cultura popular, siendo Julio César un representante de varios dictadores fascistas muy presentes en el ideario colectivo de ese entonces. A día de hoy, Julio César hace referencia a otros dirigentes polémicos de la actualidad, como Putin o Xi Jinping.

En esta ocasión, redoblan la cantidad de referencias. Nunca muy intrusivas, y siempre con algún sentido u ocurrencia relevante para la trama. Por ejemplo, hay un centurión romano llamado Fastanfurius.
La dinámica de chistes entre la antigüedad y la modernidad también era algo muy presente en el guión de los cómics originales. Hay que recordar que se trata de una tira del año 1966 basada en el año 50 antes de Cristo. Ahora, 60 años después de su publicación original, hay mucho más material para bromear.
Hay un personaje muy viejo, llamado Edadepiedrix o Geriátrix, cuya característica distintiva es que siempre predice mal los acontecimientos. Por ejemplo, que nunca se pondrá de moda el saludo romano.
La animación es por supuesto la cereza del postre. Mezcla varios tipos de animación para contar su alocada historia, que se mueve vertiginosamente de chiste en chiste hasta llegar a un final épico.
Los golpes monocromatizan la gama de colores. Beber la poción mágica desgarra en tonalidades de neón al personaje que la consume; cada fotograma es una bella obra de arte que debe apreciarse como tal.
La paleta de colores es muy respetuosa de los cómics originales, y no se achica de jugar con las composiciones para pintar un dramático cielo amarillo o una verdosa tierra.
Es un producto de exquisita calidad. Una delicia audiovisual que disfrutan grandes y chicos, y que sirve no como puerta de entrada, sino más bien como arco de triunfo para entrar al universo historietil de los galos.
Con el éxito de El Eternauta, se abre la pregunta de si podría haber algún cómic argentino digno de obtener el “tratamiento Spiderverse”, como Cazador, Esqueleto, Boogie el aceitoso, Mort Cinder o Ernest Pike. Habrá que ver.