Damián Torres vive un presente que probablemente haya soñado en el pasado, cuando empezó a ganar confianza como ejecutante del bandoneón en su Corral de Bustos natal, alucinado por Ástor Piazzolla, Leopoldo Federico y Rubén Juárez.
Es que 2025 lo tiene cumpliendo 15 años como director de la Orquesta Provincial de Música Ciudadana, cuerpo artístico oficial con el que planea ciclos con curaduría fina y suma arreglos originales a clásicos. Y para el que eventualmente compone nuevas piezas.
A su vez, en el año en curso mantiene su Damián Torres Quinteto para afrontar desafíos más alternativos, como interpretar La Suite Troileana, que Piazzolla compuso en honor de Aníbal Troilo, junto con la Orquesta de Cuerdas Municipal.
El Teatro del Libertador San Martín, el teatro Real, el teatro Comedia y otros coliseos del interior provincial atestiguan las travesías artísticas de las formaciones de Torres, a precios populares, cuando no gratis.
Pero lejos de agotarse allí, la revolución productiva del bandoneonista suma contribuciones a grabaciones que le buscan una vuelta tanguera a altos repertorios de la música popular en general y del rock argentino en particular.
En este último punto, el músico cordobés se ha destacado en la serie Spinettango, en cuya reciente entrega (Spinettango 2) cruza a La cantata de puentes amarillos del monumental Artaud (1973, solista de Spinetta editado como de Pescado Rabioso) con el Libertango (1974) piazzolleano, y está expectante por una invitación que le hicieron desde Colombia de reelaborar la música de Gustavo Cerati.
“Por demás positivo, desde el punto de vista artístico y desde otros puntos de vista”, le dice Damián Torres a La Voz cuando se le pide un balance de su gestión al frente de la Orquesta Provincial de Música Ciudadana.
“Siempre es un placer laburar en un organismo así. Por la predisposición que hay de los músicos, en primer lugar, de la gente de la técnica del teatro San Martín, de los directores que tuve que trabajar… Con ellos siempre hubo un muy buen entendimiento, más allá de que a veces se puede haber dado cierta diferencia, qué sé yo, lo que sea. Siempre fueron cosas como para resolver criterios artísticos”, sigue.
“Es superpositivo –insiste–. Tanto es así que, al menos desde mi lado, no siento un cansancio. Generalmente, los directores en los organismos duran mucho menos tiempo. No sé si esto tiene un poco que ver con el hecho de que yo haya salido del mismo organismo, porque entré en 2003 en la fila de bandoneones y a partir de 2010 estoy como director artístico estable”.
Torres sostiene que una de las características de su gestión es tratar de ofrecerles, tanto al público como a los músicos, “una versatilidad”.
“Siempre me gustó la idea de que la orquesta suene de diferentes maneras y abarque diferentes (y muchísimos) repertorios”, explica.
E inmediatamente, detalla: “A veces hacemos cosas de transcripciones de orquestas como la de Troilo, como la de Osvaldo Pugliese, como la de Alfredo Gobbi, y después hacemos conciertos con directores invitados más contemporáneos, gente que escribe su propia música… Bueno, a mi propia música también la he presentado con la orquesta. La idea es tratar de seguir creciendo hasta que me aguanten y seguir dando lo mejor que se pueda”.
–¿Cuál es la dinámica cuando plantean un espectáculo como “Bandoneonistas compositores”, por ejemplo? ¿Qué tiempo de elaboración lleva? ¿Sobrepones tu mirada por encima de la del resto?
–Siempre soy muy abierto. Como director artístico, me corresponde proponer todo lo que tiene que ver con la programación y, obviamente, diagramarla, definirla. Pero siempre ha pasado de tener que abrirme. Es más, en este de Bandoneonistas compositores, uno de los temas que íbamos a hacer era de Ástor Piazzolla, una versión de bandoneón solo de Lo que vendrá, y le dije a Pablo Jaurena, el primer bandoneón de la orquesta, “Che, bueno, vas a tocar esto”, con el dato saliente de que él lo grabó en su disco. Y él me dice: “¿Y por qué no hacemos el dúo del tema que escribimos juntos y que grabamos también en el disco?”. “Perfecto, hagamos ese”, rematé. Pero puede pasar que alguien plantee: “¿Y si mejor hacemos tal tema que tenemos en el archivo?”.
–¿El archivo?
–Sí. Volviendo a tu pregunta sobre el balance de mi gestión, te cuento que he hecho una cantidad de arreglos y composiciones para orquesta que fueron archivadas. El archivo está, no te digo colapsado, pero sí supernutrido. Y eso, así como me permite tener muchísimas opciones, también me dificulta recordar todo de lo que disponemos. A veces salta alguien diciendo: “¿Y por qué no pusiste este tema en la lista?”. Y yo le digo “La verdad, ¡porque no me acordaba que lo teníamos!”. Este año, lo que planteé fue hacer de tres tipos de conciertos relacionados a esto: Bandoneonistas compositores, Pianistas compositores y Violinistas compositores. El de Pianistas se hizo en marzo; el de Violinistas, en agosto, y el de Bandoneonistas, ahora en septiembre. También estamos haciendo un ciclo de grandes poetas del tango en el Real. Justamente, hoy (por hace unos días) tenemos la noche de Homero Expósito…
Por otro lado, Damián Torres destaca que cada tanto hacen conciertos de formaciones reducidas en el auditorio Diego de Torres de la Universidad Católica. “Pueden ir de dúo a combos de ocho o nueve músicos”, precisa antes de destacar que “muchas veces los conciertos son gratis”.
“Y si no son gratis, una platea para ver a la orquesta cuesta $ 4 mil o $ 5 mil”, suma.
“El 7 hicimos Bandoneonistas compositores, el 17 lo de Homero Expósito y el miércoles que viene (por el pasado) haremos un concierto instrumental de formaciones reducidas. Tres cosas completamente diferentes en un mes”, completa.
Bandoneón galáctico para Spinetta y Cerati
–En Spinettango II, se da el cruce de “Cantata de puentes amarillos”, de “Artaud”, con “Libertango”. ¿Cómo surgió?
–Es una idea del productor del disco (Hernán “Don Camel” Sforzini), que cuando me la propuso, recuerdo que pensé: “Pero la p… que lo parió, ¿por qué me está metiendo en este brete?”. Pero, bueno, como siempre digo, me encantan los desafíos. El primer Spinettango fue un desafío, porque más allá de haber estado enamorado de la música de Spinetta (de hecho, de pendejo he tocado covers del “Flaco” en guitarra), nunca se me hubiera ocurrido llevarla al tango. El primer volumen salió en la pandemia y, la verdad, me encantó el resultado. Cuando surge la idea del segundo y me proponen este cruce, me tuve que poner a full para ver cómo hago el maridaje entre los dos. Pero, aparte, lo que estaba bueno era que ya no era solo la formación del quinteto, sino que teníamos de invitados a Marcelo Torres en el bajo, al vibrafonista Marcos Cabeza y a Pipi Piazzolla en la batería. Era un combo un poco más explosivo. Me senté a buscarle la vuelta y la encontré.
–Y a esa dinámica ahora la repetís con la música de Cerati, a instancias de una orquesta colombiana, según me contaste.
–Exacto, a comienzos de este año me contactaron de Medellín. Fue una formación de tres bandoneones, tres violines, viola, violonchelo, contrabajo y piano. Una orquesta típica, básicamente. Y la idea era encarar 15 o 16 composiciones de Gustavo Cerati; algunas de ellas que han sido hits de Soda Stereo y otras de su carrera solista. Y como en el caso de Spinetta, es un desafío, pero por otro lado me llenaba de gusto porque de pendejito, a los 14 años, empecé tocando la guitarra eléctrica en un grupo en el que hacíamos todos covers de Soda Stereo. Cerati siempre fue un norte. Lo admiraba y lo admiro. Tanto Spinetta como Cerati me desafían y me conmueven. Me pasaría lo mismo si me propusieran algo con la música de Charly García.
Para Torres, todos ellos “son tipos que ya dejaron una materia prima del carajo”.
“Entonces, si uno quiere cambiar el foco para el lado del tango, en realidad tenés todo servido. Hay que acomodar varias cosas, obviamente, pero… Mirá, pensaba en Juego de seducción (1985, Soda Stereo, del disco Nada personal), cuando lo reescuché, de repente me pregunté: “¿Qué hago con esto?”, y todo fue duda hasta que, también de repente, se me vino una milonga”, revela.
“Siempre digo que primero tiene que convencerte a vos. Si eso se logra, ya es un buen paso. Después, tiene que convencerlos a los músicos que van a tocar o a grabar la pieza. Y el tercero para convencer es el público. Eso cierra el círculo de la cuestión”, analiza.
“Y hay gente que es superpurista y no le gusta una mierda todo esto –cuenta–. Yo he escuchado gente a la que le pareció horrible Spinettango porque considera que no hay que meterse con las versiones originales. Está perfecto, libertad de expresión para todo”.
–¿Advertís en la música de Cerati cierta melancolía o algún tono que es muy citadino?
–Totalmente. Y quizás se note un poco más en Spinetta desde el punto de vista poético. Tiene lugares mucho más comunes con el tango que la poesía de Cerati. En cualquier caso, y de por sí, no son temas pensados como un tango. Hay ciertas cosas que nos llevan al tango: herramientas, sobre todo rítmicas más que melódicas, te diría… Es como decía Horacio Salgán, si escuchás una música y no tiene un marcato en cuatro, no tiene una síncopa y no tiene un tipo de fraseo, no estás frente a un tango; en todo caso, estás al frente de una canción que puede llegar a tener un perfume de tango. No es por ser purista, pero…
–A ver...
–Me parece que cuando se empieza a desdibujar tanto la cuestión del género en sí, del estilo, cualquier cosa es jazz, cualquier cosa es folklore y cualquier cosa es tango. Y en realidad, hay ciertos parámetros que uno va sosteniendo para que el tango sea lo que es. Pero, a fin de cuentas, hay música buena y hay música mala. Del mismo modo que hay carne buena y carne mala; a veces no depende solamente del asador, sino de que compraste carne mala, que la ponés en la parrilla y te clavás. Lo que me pasó con esto de Spinettango, e incluso con el Himno cuando tuve que hacerle un arreglo, es que tuve que trabajar música que de por sí era hermosa. Ante eso, solo queda acomodar cosas y encontrar una vuelta para que esa belleza se perciba desde otro ángulo.
Para ver
La Orquesta Provincial de Música Ciudadana tiene dos presentaciones en octubre próximo. El sábado 4 de ese mes lo hará en el Teatro del Libertador, a las 20 y con Roger Helou como director invitado.
Y el miércoles 22, también a las 20, proseguirá con el ciclo Grandes poetas del tango en el teatro Real. En este caso, el concierto estará dedicado a Eladia Blázquez.
Por su parte, el Damián Torres Quinteto actuará el viernes 24 en el Centro Cultural Córdoba, con Raly Barrionuevo como invitado.
Otra vez desde las 20, aunque para celebrar el 10° aniversario del tango contemporáneo La misma piel, incluido en el disco debut Abriendo cancha.