Una diva televisiva con pasado de leyenda teatral está aterrada, encerrada en un baño. Esta por salir a escena, pero el tiempo ha pasado e hizo mella en sus inseguridades, que compiten con su ego. Para ayudarla, están su asistente atolondrado y algo torpe, y un “coach ontológico” de una suficiencia montada sobre un castillo de naipes.
Ese es el escenario de partida de Antígona en el baño, la comedia que coescribió y codirige Verónica Llinás, también protagonista junto a Darío Lopilato y Héctor Díaz.
Paréntesis: por esa misma obra fue que viajaron a Uruguay semanas atrás, y la actriz terminó internada.
Ahora, ya desde su hogar, Llinás aclara que ya está “casi bien del todo”, después del susto que vivió. Un paseo por la costanera charrúa la tomó desabrigada “bajo un frío glaciar”, y sumado a “una arritmia paroxística que aparentemente se desata en determinados eventos”. “Debe haber sido un virus respiratorio porque contagié a dos de mis compañeros, pero poco a poco se está normalizando la cosa”.
Volviendo al foco, Antígona en el baño es una obra en la que Verónica Llinás se involucró casi como nunca antes lo había hecho. “Para mí fue un paso muy grande porque me transformé en el pilar del proyecto, el capitán, que por momentos tenía miedo de llevarlos a todos a un naufragio”, dice, para seguir con la imagen.
A la obra se la ofreció Facundo Zylberberg, quien escribió la primera versión. “Hablaba de un mundo que a mí particularmente me conmovía: el mundo de una actriz de cierta edad, de todas sus inseguridades y la relación con la vejez. Yo sentí que para que la obra fuera realmente comercial y pudiera tener resonancia en un público más grande y no tan teatrero, que conociera las tragedias, me parecía que había que hacer una adaptación, ponerle humor. Que la obra misma se encargara de una forma divertida de contarle al público cómo son las tragedias”.
Así fue que Llinás se pasó tres meses adaptando la obra, por lo cual Zylberberg le dijo que finalmente Antígona en el baño sería una coautoría.
Y además, la actriz decidió codirigirla junto a Laura Paredes, ya que según ella “cuando un actor está sobre el escenario, pierde completamente la visión general del asunto y es necesaria una visión por fuera”.
Llinás conformó el equipo de trabajo y al resto del elenco. “Héctor Díaz, que es un excelente actor y aportó muchísimo, y en el primer tramo de la obra estuvo Esteban Lamothe, que se prestó muchísimo a la experimentación y a poner de su parte su personaje”.
Ahora en esta nueva etapa que llega a Córdoba, el papel del asistente está a cargo de Darío Lopilato, “que es otro físico, un rol completamente diferente, le aporta otras cosas, tal vez un poco más de humor porque es un muy buen comediante”, dice Llinás.
El hombre indicado
Darío estaba terminando su temporada de verano en Mar del Plata cuando recibió la invitación para sumarse a Antígona en el Baño. “Es una obra que, te juro, más allá de que estoy haciendo una nota, la vi el año pasado y me partió la cabeza. Ya era fanático. Y yo tenía muchas ganas de laburar con Verónica, que para mí es una capa cómica que tenemos los argentinos”.
Con Héctor Díaz él también había trabajado, y directamente lo considera “un monstruo”. “Tener la oportunidad de salir a patear, pelota, paredón, con estos monstruos, dije ‘dale, vamos’, así que contentísimo”.
Para Lopilato fue un desafío encarar una obra de teatro que ya tenía un año de recorrido, por lo que se preparó especialmente con un coach para su papel.
“Esteban es un actor que va por otra línea, yo soy un actor que encara, me gusta la situación cómica, disfruto cuando el personaje padece, pero del otro lado lo ves y te reís, por lo sufrido del personaje. Yo no me veía, ya desde el pisque du rol, Lamothe me lleva como dos cabezas. Pero hay momentos en los que la gente estalla de risa”.
–Verónica, ¿cómo tenés en cuenta esta cuestión de lo comercial conviviendo con algo de la esfera más del ámbito “teatrero”? Lograste conciliar los dos mundos muy bien.
–Llinás: Comercial por ahí suena medio feo... es popular, es masivo, en el sentido de que pueda ser entendido y disfrutado por un grupo grande de personas. Antígona en el baño tiene como varias capas de comprensión, y eso sí fue buscado. Que pueda un público más teatrero disfrutar de ciertas cosas, que por ahí un público más popular no, pero que al público popular no se lo deja en bolas. Hay chistes que por ahí son para un público teatrero: en un momento la actriz habla de que estudió teatro con ‘un tal Ijnavski...’ (en referencia a Konstantín Stanislavski) y no todo el público entiende ese chiste, se ríen tres o cuatro, suponete, pero a mí me encanta y no lo voy a sacar por eso. Lo que sí se buscó es que la obra fuera realmente muy graciosa, llena de gags y giros cómicos. Si no todos cazan todo no importa, porque nadie se va a quedar afuera, la historia central se recontra entiende.
Llinás y las redes
De la pandemia a esta parte, Verónica le encontró la vuelta a las redes sociales con personajes delirantes y muy divertidos, que encajan bien en un formato corto y de alto impacto, ideal para navegar en la marea de scroll infinito. ¿Será intuitivo o está todo fríamente calculado?
“Yo creo que hay una parte que sí, que es intuitiva. Pensá que yo desde que empecé en Las Gambas al Ajillo (en el Parakultural), el formato eran sketches de tres minutos. Cuando trabajé con Gasalla también tenía que ser muy efectiva en muy corto tiempo. Había que dejar una impronta en un tiempo muy cortito. Hubo algo de mí que se fue acostumbrando a la efectividad en muy corto tiempo. Y de algún modo no lo veo ajeno a esto del Instagram”.
Ahora tiene un nuevo personaje, una ex que está “destrozada mentalmente” y constantemente le deja mensajes a un tal Raúl. “Vi ese filtro que era espectacular y me puse a jugar con el teléfono. Así salió ese primer video que la verdad todavía me sorprende que ya tiene como tres millones de reproducciones, que no lo puedo creer. Pero no es que lo elabore mucho, me divierto cuando hago eso”.
Algo de eso también aplica con el resto del elenco de Antígona en el baño en las redes para la promoción de la obra. Le encontraron la vuelta a posteos con frescura y picardía.
“Me encanta laburar con Verónica porque además, al ser autora y directora, tiene en su cabeza varias cosas más, y me encanta porque uno le saca el jugo a todo. Me pasó con Guillermo (Francella) en Casados con Hijos que fue nuestro director, además de mi papucho”, explica Lopilato.
–Darío, la comedia bien expresiva, muchas veces física o de alto impacto, es un terreno que dominás. ¿Te han llegado propuestas disruptivas, algo completamente distinto como un drama, una cosa más oscura? ¿Te gustaría hacer cambiar de registro?
–Sí, tocaste en la tecla. Me encantaría, yo pienso que hasta uno puede hacer comedia desde el oscuro también. Me encanta la comedia, creo que conozco los tiempos, siempre y cuando uno vaya escuchando la sonata, a lo que se va armando con tus compañeros. Pero me parece que uno puede encontrar esa comedia oscura desde lo siniestro. Hice un par de cositas en ficción: Nafta Súper, que eran como los superhéroes del Bajo Flores y yo hacía de Linterna Verde. A mí me parece que Dios tiene planes en la vida de uno. Estoy encarando ahora cosas que por ahí para hace 10 años atrás no podría haber encarado. Todo tiene su tiempo, por lo pronto quiero seguir un poquito más con la comedia.
La política, y el estado actual del país
Verónica Llinás no esquivó a hacer público un posicionamiento político claro y específico. ¿Qué interpretación hará de este presente que por momentos parece distópico, como si el país estuviera atravesando el capítulo de una serie? La actriz empieza aclarando los tantos, para decir que no se considera kirchnerista.
“Yo creo que de mí por un lado hubo un gran malentendido, porque yo he tenido expresiones políticas, pero que no necesariamente han tenido que ver con la política partidaria. Yo milité muchísimo la ESI, que pudiera ser una opción abortar, no porque me pareciera bárbaro en sí mismo el aborto, sino porque me parecía que había un montón de mujeres que se morían por no tener esa opción. Me pareció que el aborto en muchos casos podía ser el mal menor. En eso sí fui muy clara, como lo sería también si hubiera que militar la legalización del cannabis o la eutanasia. Pero luego, yo creo que por ciertos videos que yo he hecho en su momento, se me ha tomado como una militante kirchnerista que yo nunca fui”.
La actriz explica que ella no quiere asumir ningún rótulo partidario. “Básicamente no tengo ideas muy claras sobre cuáles son las políticas de Estado que debería tener el país. Sinceramente no lo sé, no entiendo.Hay un montón de cosas que a lo largo del kirchnerismo que yo notaba que eran pésimas, que había un tema muy importante con la falta de transparencia, el manejo de fondos”.
De todas maneras, sí es muy crítica con la gestión de Javier Milei. “El país está pasando por un momento muy oscuro, en donde la gente trabajadora es pobre, la gente que tiene trabajo es pobre, donde no veo mucha empatía con eso. Se están atacando las ciencias, el arte, la educación, y eso me parece que no lleva a ningún buen puerto a un país”.
“Noto que en esta dirigencia hay como si fuera un profundo desprecio, que injustamente se identifica a todo el colectivo con una parte del colectivo, que se está poniendo todo en la misma bolsa y se le está haciendo un daño al país. Entonces, es difícil la expectativa que yo pueda tener”, cierra sin rodeos.
Para ver “Antígona en el baño”
Con Verónica Llinás, Darío Lopilato y Héctor Díaz, se presenta el viernes 7 en Villa María, y el sábado 8 y domingo 9 en Ciudad de las Artes de Córdoba capital. Tickets en Autoentrada.com.
