¿Cómo destacar y ser parte de una oferta homogénea a la vez? Esa es la amalgama que logra Cuervo, el límite es el agua, la obra de Sebastián Raspanti y Florencia Boasso que toma cuerpo nada más y nada menos que en un velero anclado en el San Roque.
La original propuesta aprovecha así al máximo el ambiente de Carlos Paz. No, no el de las salas de teatro que vibran con las brillantes estrellas porteñas, no el de la colorida peatonal, sino que se apropia del rincón más lindo del espejo de agua y su Costanera.
Raspanti y su Máximo Buonafortuna, el abogado carismático y repulsivo a la vez que cuenta su historia sobre el velero (y que va desarrollando cómo llegó a la peliaguda posición en la que se encuentra), es quien se apropia de ese escenario que se mece suavemente en el agua y de la materia que lo rodea: con sólo un gesto de señalar a las luces de la costa traza un puente invisible y firme entre la pieza y dónde se desarrolla.
Boasso y Raspanti explican que no la pensaron para Carlos Paz específicamente. Quizás, si lo hubieran hecho, se olería algo artificial. No, no desde el agua: me refiero a algo artificial como esos gags forzados y chistes repetidos sobre el cordobesismo que abundan en otras propuestas y que, sin embargo, encantan a gran parte del público local y de otras provincias por igual.
Una experiencia única: una obra en un velero en Carlos Paz
Luego, la experiencia de la que han pensado cada detalle.
No sólo resolvieron cuestiones de permisos para hacer la obra donde se hace, sino aspectos técnicos que van desde luces en un velero que no tiene electricidad, a sonido. Lo hicieron de forma tan cuidada que la voz del actor se escucha por auriculares pero el espectador olvida eso al rato y casi que alcanza a sentir el aliento cálido de alguien pasado de copas hablándote con soberbia al oído.
Boasso y Raspanti resolvieron exitosamente cómo trasladar al agua, a la náutica, todos aquellos componentes que, aun si en este caso no llegan a tener algún juego particular y especial, vale la pena apreciar en su esencialidad, porque están y responden para que podamos averiguar por qué Máximo Buonafortuna se niega a bajarse de su embarcación.
En suma, Cuervo, el límite es el agua, podría ganarse los aplausos sólo por su maravillosa puesta. Los otros elementos de la pieza se amparan en ella, trabajados con prolijidad.
Además, la irresistible invitación a subirse a un catamarán con todo pensado para la comodidad del público: el aperitivo, el airecito de la noche de verano, la recepción. Para los que no disfrutan de navegar, no teman: las embarcaciones no zarpan así que el movimiento no será una molestia. Todo pensado para una experiencia única, agradable e insoslayable de Carlos Paz 2025.
Para ver
Cuervo, el límite es el agua. De jueves a domingos a las 21.30. En Crucero Arquímedes, avenida Umberto Illia 600, Villa Carlos Paz. Entradas disponibles en www.cuervoteatro.com.ar.
Idea, dramaturgia y actuación: Sebastián Raspanti. Dirección: Florencia Boasso. Producción: Raspanti y Boasso.