En silencio, ellas de pie, una de espalda a la otra, entregan un comienzo cargado de tensión que vislumbra el conflicto. En contraste, las dos siluetas están hermosamente vestidas, como hadas de un cuento maravilloso que evoca una naturaleza tierna y extraordinaria.
Cuando una travesti sube al escenario, no sólo actúa: resiste. No sólo representa: reescribe su historia, con cada gesto, con cada palabra robada al lenguaje que la negó. En ese gesto, tomar espacio es también una acción política y estética: ensanchar el escenario, hacerlo más real, más múltiple, más plural.
En este mundo que arde, caminan ellas en sus tacos, las que se amadrinan en el fuego. Nadie les enseñó a nacer, pero aprendieron: un nombre dicho en voz alta, un vestido compartido, una mirada que no se aparta. Como si oyéramos recitar la verdad del cuerpo. Dos artistas travestis “teatran” a través de la poesía, el canto y el baile.
Con una trayectoria marcada por el clown y la música, Las Carmelitas amplían su búsqueda hacia una textura escénica más íntima y contenida en Conflagración, una tragedia travesti. No se alejan del todo de su origen sino que lo expanden, y este nuevo camino promete mucho.
Esta pieza teatral, junto al director David Piccotto y el dramaturgo Guillermo De Santis, nos plantea las dos caras del enfrentamiento en sus capas más hondas y profundas. Se concede la oportunidad de dialogar con la tragedia clásica desde cuerpos e identidades disidentes.
La obra propone un diálogo profundo con la tragedia clásica, pero desde una perspectiva subversiva donde cuerpos e identidades disidentes ocupan la escena y, al hacerlo, transforman la noción misma de lo que significa habitar un mito. La performatividad de las intérpretes al asumir sus identidades travestis hace visible aquello que históricamente ha sido marginado socialmente.
La solemnidad de la tragedia coexiste con instantes de humor, ternura y erotismo, la trama retoma ecos de Medea de Eurípides, con un buen ritmo fluctúa entre la emoción contenida y la expresión más libre.
La puesta se nutre de la música, de la complicidad que se establece entre las intérpretes y con el público, y de los juegos de mirada y escucha que atraviesan la cuarta pared.
Esta convivencia de registros permite que la obra se mueva entre la reflexión sobre la soledad y el goce de la vida compartida, creando momentos poéticos que resuenan en lo íntimo.
Lo clásico y lo disidente no se enfrentan ni se sustituyen: se entrelazan, se iluminan mutuamente, ofreciendo al teatro la posibilidad de nombrar lo que le fue negado y de celebrar la potencia de estas voces que, finalmente, le pertenecen.
Es una experiencia que conmueve, que interpela y que abre un espacio para sentir la emoción en todas sus dimensiones, desde la risa compartida hasta la vulnerabilidad que nos toca a todos.
La obra nos propone una mirada sensible sobre el amor, la amistad, aquello que buscamos y que a veces no encontramos en dónde estamos.
Es decir, la necesidad del viaje, la necesidad de huir, de irnos, de la despedida, de cortar con todo lo que hasta ahora nos ha parecido cotidiano. Son esas decisiones fuertes, importantes, que implican emigrar, transformar, cambiar y renunciar a lo que tenemos para darnos permiso de habitar otros mundos, otras historias.
A través de la música llegan hondo con su melodía y sus letras, que refuerzan esta necesidad de expresión. Esa necesidad de expresar, es como un tango: tiene ese tinte de fuerza, de arrabal, de poesía, de música, de expresar algo muy hondo, muy profundo.
En esta obra, sin duda, se conecta —en este contexto— con la importancia de la expresión de los sentimientos, de las verdades, de la honestidad, del vínculo, de la honestidad con uno mismo.
De saber cuándo tomar las riendas, de enfrentar, aunque duela, eso que ya no va más. Es necesario tomar decisiones dolorosas, saber cuándo es ahora, no esperar. Escucharse a una misma y hacer lo que el corazón dicta, lo que se necesita.
Esa conexión con el propio deseo demanda ser alojada y busca su lugar. Aunque pudiera parecer algo extravagante, en realidad es muy primario, muy vital, muy personal y, al mismo tiempo, cuestionado. La revelación de un gran deseo personal que empuja con fuerza aunque provoca dolor.
En un país donde la expectativa de vida travesti-trans apenas supera los cuarenta años, cada cuerpo en escena se vuelve un acto de supervivencia y de belleza. No es sólo una presencia: es una reparación. Cuando esas identidades, tantas veces expulsadas, ocupan el espacio del teatro, lo transforman. Lo hacen temblar, lo vuelven más humano, más urgente.
Para ver Conflagración, una tragedia travesti
Las únicas funciones en noviembre serán el sábado 1, domingo 2 y sábado 8. A Las 21. Sala Teatro Maria Castaña, Tucumán 260, Córdoba. Entradas anticipadas en la sala $ 17.000, entrada general $ 20.000. Reservas 351 811 7130.
Ficha técnica
Conflagración. Una tragedia travesti de Guillermo De Santis, co autoría Gemma Lucía Rizzo, Carmín Lupe y David Piccotto. Actúan Gemma Lucía Rizzo, Carmín Lupe. Dirección David Piccotto. Fotos Amor Belzagui. Diseño escenográfico y realización Ariel Merlo, María José Albó. Diseño lumínico Cecilia Astini. Diseño sonoro Jorge Fernández. Diseño de vestuario y realización Mimí Luz Argüello Lobo. Operación técnica Manuel Saenz - Anika Rigger.
























