La capital cordobesa será el escenario de este esperado monólogo el próximo domingo 22 de junio, a las 20, en la sala Carlos Giménez, del teatro Real (San Jerónimo 66). Las entradas ya se encuentran disponibles en las boleterías del teatro y a través del sistema Autoentrada. Se recuerda que la función está dirigida a mayores de 16 años.
Molly Bloom es una adaptación del célebre monólogo final de la novela Ulises, de James Joyce.
La puesta en escena, a cargo de Cristina Banegas, busca traducir el fluir de la conciencia de Molly a la voz hablada, generando un viaje vertiginoso a través de sus pensamientos más íntimos.
La propia Banegas describe a Molly como “la música de la cabeza de una mujer”, anticipando un espectáculo que se asemeja a un concierto, donde cada frase, cada “sí” de Molly, se convierte en un fonema estructural dentro de una partitura diseñada por Carmen Baliero.
Cristina Banegas no necesita presentación, es un ícono del teatro argentino. Con más de 50 años de trayectoria, esta multifacética artista, actriz, directora, maestra de teatro y cantora de tangos, nacida en Constitución, Buenos Aires, se ha ganado la admiración por su extensa y diversa carrera.
Actualmente está haciendo en Buenos Aires Proyecto Quevedo, dirigida por Jorge Thefs, performance sobre una gran mesa de cristal a partir de sonetos de Francisco de Quevedo; también La bala de plata, dirigida por Graciela Camino, una intervención político-poética sobre la correspondencia entre Juan Domingo Perón y John William Cooke; además, continúa dando clases en el espacio cultural el Excéntrico de la 18°.
Estrenó el mes pasado junto con Mercedes Morán La búsqueda de Martina, película dirigida por Márcia Faria, y está grabando por estos días Yiya, una serie en la que interpreta a Yiya Murano, dirigida por Mariano Hueter.
En comunicación con La Voz, Cristina Banegas atiende el teléfono y se alegra al hablar de lo que significa esta obra: “La verdad, es un enorme placer, un enorme goce hacer Molly, es como cuando escuchás una canción y tenés ganas de volver a escucharla y escucharla. Te toca algo muy sentido, y te encanta eso. Me pasa a mí con Molly. Mientras pueda la haría siempre, es preciosa”.
Una obra como un concierto
La fascinación de Banegas por la novela de Joyce la llevó a embarcarse en un largo proceso para adaptar el texto. Su trabajo comenzó hace varios años, pero tuvo que esperar que los derechos de autor se liberaran para poder llevar la obra a escena.
“Tiene que ver con una tradición mía de trabajar con grandes textos, y hacerlo desde la traducción, como hice con Edipo Rey y otros. En cada caso trabajé con un traductor, para poder llevar esos clásicos al teatro. Con Molly pasó lo mismo, fui desde la génesis, desentrañar cada palabra, traducirla y pensarla y después construir la partitura”, revela Cristina.
“Lo fuimos trazando como una partitura musical, es música pura de la cabeza de Molly. Con sus recuerdos, comentarios, en esa noche de insomnio”, dice. Esta aproximación musical permite que cada palabra fluya, llevando a los espectadores por los recovecos de los pensamientos más íntimos de Molly.

La actualidad de la obra
Joyce, con una audacia sorprendente para su época, se sumergió en la psique femenina de una forma inigualable: “Es extraordinario cómo Joyce se mete en la cabeza de una mujer... con pasajes muy picantes y notas eróticas. Esto habla de esa relación en la que el amor, el sexo y el deseo están en primer plano”.
A pesar de haber sido escrita hace más de un siglo, Molly Bloom mantiene una relevancia asombrosa.
Su mensaje y sus temas trascienden el tiempo, reflejando verdades universales de la experiencia humana: “A pesar de sus años, tiene una modernidad absoluta. Nada de Molly es anacrónico, habla del presente como todas las grandes obras de la literatura”.
La obra invita al público a adentrarse en la extraordinaria privacidad y en el erotismo de este personaje, considerado por Joyce como una Penélope liberada de la moral victoriana, que “empieza y termina con la palabra femenina”.
Es, en definitiva, una epifanía y un brindis por el alma siempre encendida de Molly Bloom.
Llevar el torrente de conciencia de Molly al escenario fue una verdadera proeza para la actriz. El texto original de Joyce, sin signos de puntuación, representa un desafío único para cualquier intérprete.
“¿Cómo se dice un texto que no tiene signos de puntuación? Es una gran aventura”, expresó la actriz, quien también añadió con picardía: “Ella es muy graciosa, muy sexy, picante y muy guarra”.
Y concluye: “El público lo recibe con alegría, el texto tiene mucho humor, es un desafío actuarlo, y lo hago a galope tendido, modulando, particularizando cada imagen, cada recuerdo. Eso es muy gozoso. Es el amor y el goce de hacer un gran texto y un gran personaje”.
Para ver Molly Bloom
Función en Córdoba: domingo 22 de junio a las 20. Sala: teatro Real, sala Carlos Giménez, San Jerónimo 66. Entradas, en boleterías del teatro o anticipadas en Autoentrada. Público: mayor 16 años.
Función San Francisco: lunes 23 junio a las 21. Sala: Teatrillo, Bv. 9 de Julio 1167, ciudad de San Francisco. Entradas anticipadas, Platea VIP.
Ficha de Mooly Bloom
Autoría: James Joyce. Adaptación: Ana Alvarado, Cristina Banegas, Laura Fryd. Traducción: Cristina Banegas, Laura Fryd. Actúa: Cristina Banegas. Diseño de iluminación original: Verónica Alcoba. Colaboración en escenografía: Julieta Capece, Juan Teodoro. Asistencia de dirección: Matías Macri. Diseño de iluminación en gira y producción ejecutiva: Jorge Thefs. Productores asociados y distribución: El Excéntrico De La 18, De la Tía. Dirección de arte: Juan José Cambre. Dirección: Carmen Baliero. Duración: 60 minutos