Entran en la escena con la tranquilidad que dan los años en el mismo oficio; respetan el trabajo que llevan adelante como actores como eso que es en su esencia, un modo de ganarse la vida con algo que les apasiona hacer.
Ellos son Osvaldo Laport, Alejandro Müller y Fabián Vena, tres hombres con mucho nombre en la escena argentina que este año se subieron al tren que los trajo a Villa Carlos Paz con Inmaduros, una comedia que probó el éxito en la avenida Corrientes (Buenos Aires) y que estará en cartel todo el verano en el teatro Melos.
El elenco se completa con Viviana Sáez (esposa de Laport), Jazmín Laport (hija de ambos) y Luly Drozdek. Vena, además de tener un papel en la obra, es el director.
–Llegaron a Carlos Paz en plan familiar. ¿Cómo es eso de compartir la escena y el verano con partes de sus familias?
–Vena: Sólo se puede dar en una temporada de verano esta cosa mágica. Es una combinación fascinante, es un combo perfecto para quienes nos dedicamos a este laburo poder estar aquí y disfrutar también las vacaciones de los niños. En este caso, con Paula (Morales) es la primera temporada que no hacemos juntos, ella está en Buenos Aires y yo aquí, y esta es casi la excepción después de 10 años. Cuando sucede es mágico, los chicos descansan, estamos en familia y es muy impresionante.
–Laport: Justamente es lo que pasa en el detrás de la escena, lo que pasa alrededor con las diferentes familias, las diferentes situaciones que se presentan en camarines cuando llega la familia. Está Nino, el más pequeño de Fabián, y de pronto vivís su evolución como individuo. Por momentos es asistente y te golpea la puerta, y por ahí viene a jugar. Ahí descubrís su esencia, su generosidad. Yo nunca había trabajado con Fabián ni con Ale y verdaderamente es conmovedor. Pasamos el 31 de enero juntos.
–Müller: Tiene esas cosas las convivencias. Nino es como mi sobrino porque con Fabi pasamos un montón de temporadas juntos. Es una cosa familiar. Osvaldo está con la familia completa, después vienen mis hijas, todos nos conocemos. Salvo con Osvaldo, con quien no nos conocíamos, pero empatizamos mucho porque tenemos amigos en común y es fácil.
–Vena: Se redobla la apuesta cuando está Jazmín trabajando con sus padres y es algo maravilloso.
–Laport: También se da con los productores que se comprometen con la obra porque se da un vínculo de respeto y complicidad que conmueve. Eso se ve también arriba del escenario.
–Fabián, hacés de director y de actor. ¿Cómo es esa dualidad?
–Vena: Cuando uno dirige, tiene demasiadas cosas a cargo y subirse al escenario con un rol protagónico, esa combinación, es letal porque estás pendiente de todo. En este caso, se dio la maravillosa posibilidad de estar como director y subirme al escenario con un personaje más chico y menos comprometido de lo que tienen los chicos, que es una hora y media arriba del escenario. Es una enorme satisfacción poder dirigir a colegas tan talentosos.
–La obra trabaja con el tema de la eterna juventud.
–Müller: La obra habla de la segunda juventud después de los 50. Antes una persona de 50 años, cuando éramos chicos, era un señor mayor. Ahora somos jóvenes. Pasamos los 50 y nos sentimos jóvenes. Habla un poco de eso, de cómo somos los hombres después de esa edad. Hay algunos que les pinta el “pendeviejo”, de lo que nos pasa cuando nos separamos. Somos patéticos los hombres, y la obra nos muestra en carne viva en qué nos transformamos. Las mujeres pueden decir: son pelotudos de verdad.
–Laport: Y si la gente sigue estirando la juventud, va a comenzar después de los 60 o después de los 70.
–Müller: Es lo que la obra tiene de actual. Qué pasa con los hombres cuando quedan solos a esa edad.
–Laport: Necesitan un container de Viagra (risas).
–Vena: O una bola de espejos para que tu casa parezca un boliche.
–Müller: Me siento identificado con uno de los personajes, con el que hace Osvaldo (que es el del “pendeviejo”). Los hombres somos de manual y es hermoso saberlo.
–Vena: Las chicas, sin embargo, son cuatro personalidades. Claramente, se da que la primera dupla de chicas los doblan en edad a los hombres y en la segunda dupla de chicas, son pares. Y quedan en ridículo con las dos edades. Las cuatro chicas tienen la personalidad indicada para que, a partir de la persecución, de la consecución de derechos y de la libertad adquirida, la mujer en la historia de la humanidad se note. Ellas son seguras de su camino, no necesitan sobreactuar nada. Simplemente, con ser como son, dejan en ridículo por completo a toda la cultura masculina.
La vuelta de la comedia
–Hay un regreso de la comedia a Carlos Paz este verano.
–Laport: Lo interesante de esta puesta de escena es que propone una bella oportunidad que se presenta de una manera muy bella en lo estético. Está esta posibilidad, por la locura del director, de que el público pueda llegar a sentir algún tipo de identificación con los personajes y con el género.
–Müller: Es una obra ideal para las mujeres.
–Vena: El libro es de Juan Vera y de Daniel Cucaro, de un proyecto de Adrián Suar. Nosotros hicimos otra propuesta. Cuando un texto ya está planteado, aparece la mirada propia, la que nosotros quisimos darle. Hemos hecho una apuesta y en todo están presentes las leyes de género. La idea es encontrarle un plus a la comedia: hicimos Perfectos desconocidos, El test. Tiene la característica de que nunca te deja de “garpe” la comedia, pero a la vez te llevás algo.
–Laport: A mí también me gusta mucho el teatro de texto, y si hay algo que me sedujo de esta oportunidad, fue esto: que había algo más y que estaba bueno. La última vez que vine a Carlos Paz, que fue en 2019, previo a la pandemia, vine con Rotos de amor, que también era una comedia intensa con Pepe Soriano, con Hugo Arana y con Víctor Laplace. Era tremendo ese espectáculo y el texto era hermosísimo. Es lo que uno agradece como trabajador del arte: tener herramientas para poder protegerse más allá del vínculo con el personaje.
Tres famosos
–¿Cómo se hace para no perder la cabeza con la fama que se genera tras un éxito en la TV?
–Alejandro: Yo no te lo puedo decir porque yo perdí la cabeza hace rato, antes de ser actor. Yo soy matricero y a partir de los 40 empecé con el teatro. A mí me agarró de grande y me parece una pelotudez pensar en la fama. Esto es cuestión de laburar y me enfoco en esto. A Fabián lo agarró de pibe y tuvo muchos problemas (risas).
–Vena: Son conflictos que nadie te enseña a solucionar; tenés que transitarlos, pasarlos y nada más. A mí me salvó la educación que me dieron en el oficio, la educación del teatro, de saber que eso es algo que tenés para expresar y que no te lo podés sacar fácilmente. Es un fuego interno. Cuando te forman como me formaron a mí, te das cuenta de que lo importante son el laburo, la búsqueda, los lenguajes; todo lo demás es accesorio. Por supuesto que es algo muy grande; no tuve ninguna materia que dijera “fama”. Y eso tenés que transitarlo. Yo estaba bien plantado y a la vez decía, y digo, que esto es un regalo al que hay que hacerle honor y respetar.
–Laport: Está relacionado con la cuna. Mi viejo decía: usted no es más que nadie; ahora, nadie es más que usted. Creo que tiene que ver con que uno se ha amigado con el ego. Y, obviamente, como cualquier individuo, en diferentes etapas de mi vida no tuve a nadie que me enseñara a manejar eso. Cuando crucé el charco, era la época dura socialmente hablando de los países del Cono Sur, en la época de la dictadura. Me bajaba del aliscafo con un pasaje para venir que había conseguido mi hermano mayor como canje publicitario. Uno se aferra a la tierra y está vivo y es agradecido por eso. Viví situaciones muy frágiles en esa época y mi único objetivo era comer de lo que amaba. Siempre digo: no somos actores, somos trabajadores del arte, resilientes constantes.
Para ver
Inmaduros, con Osvaldo Laport, Alejandro “Huevo” Müller, Viviana Sáez, Jazmín Laport, Luly Drozdek y Fabián Vena.
Autores: Juan Vera, Daniel Cuparo y Adrián Suar.
Dirección general: Fabián Vena.
Producción general: José Luis Letona.
En el teatro Melos, de martes a domingos. Entradas, en Ticketek.