El teatro La Brújula presentó su cuarta producción, Yiya, el musical, dirigida por Luciana Sgró Ruata y Alejandro Issidoros. Se trata de la reposición del libro de Osvaldo Bazán con música de Ale Sergi que cosechó aplausos en Buenos Aires hace casi una década.
La obra narra el caso real de la mediática Yiya Murano, conocida como “la envenenadora de Monserrat”, acusada de asesinar con masitas con cianuro a tres amigas. El hecho sucedió en el año 1979, y la obra, plagada de humor negro, toca temáticas incómodas desde la realidad política de esa época hasta la bicicleta financiera.
La crónica policial cuenta que entre el 3 de febrero y el 24 de marzo de 1979, tres mujeres perdieron la vida tras consumir bombas de crema caseras, envenenadas por quien decía ser su amiga. Detrás de ese gesto doméstico, dulce solo en apariencia, se escondía una trama de codicia y traición.

María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano –más conocida como Yiya– había recibido dinero de las tres, ya que las había seducido con promesas de multiplicarlo en la entonces vertiginosa bicicleta financiera.
Cuando los reclamos comenzaron a cercarla, tomó una decisión drástica: silenciar sus voces para siempre. Como tantas veces se ha dicho, la realidad supera la ficción.
El caso conmocionó a la sociedad argentina. No solo por el carácter meticuloso de los crímenes, sino por el despliegue mediático que protagonizó su autora.
Desenfadada, sarcástica, sin admitir jamás su responsabilidad, Yiya se convirtió en una figura mediática sin precedentes en el país. Fue condenada a 16 años de prisión. Su historia es aún un espejo inquietante del poder, la ambición y la puesta en escena de la verdad.

La obra
En esta oportunidad, la versión cordobesa dio paso a la colaboración artística con la gran actriz Laura Ortiz como protagonista y el multifacético Nelson Balmaseda como el amante de Yiya. Además, está al equipo de La Brújula, caracterizado por la puesta en escena cantada, con tres obras musicales en su haber (Magia y libros hechizados, El viento en los Sauces y la premiada Hermoso Terror).
El elenco se completa con Joaquín Torres, quien encarna al hijo, y Gabriel Cambiasso como el marido; además, Eleonora Metral, Daniela Fontanetto y Ceci Matta, en el papel de las amigas.
La evolución de la compañía va por buen camino, demostrando mayor precisión en todos los aspectos técnicos, tanto que el diseño lumínico (a cargo de Mariela Ceballos) logra transportarnos a una suerte de pequeño plató televisivo, donde un seductor maestro de ceremonias (Nelson Balmaceda) invita a reírnos del pasado.

También hace lucir cada uno de los vestuarios y las caracterizaciones de Luciana Sgró Ruata y Sebastián Pettinari, que destacan por lo vivo de los colores seleccionados y la coherencia con la atmósfera de cada momento, remitiendo al buen gusto y dispositivos escenográficos propios del género de la revista criolla.
Mal doméstico
Con guiños al formato de revista porteña, esta propuesta nos pone en presencia de la banalidad del mal, como decía Hannah Arendt. Aquí el mal no aparece como monstruoso, sino como cotidiano: una mujer de su casa, entre amigas, en lo íntimo, sin violencia. Es un mal doméstico, ejecutado sin remordimiento.
Laura Ortíz encarna a una Yiya con tintes de personajes de Gasalla, pero con brillo propio. Su versatilidad asombra, y cada aparición en escena provoca gozo: hay algo de magia en su modo de habitar el personaje con comicidad y una fuerza que captura la mirada y no la suelta. Las otras figuras femeninas nos presentan unas amigas glamorosas y fieles, con sólidas actuaciones.

Todo tiene una cadencia deslumbrante, nada desentona, incluso los momentos más reflexivos donde aparece el hijo solo, se refleja en su justa medida el pesar que causó la crueldad en su familia. El musical de Yiya es un ensamble brillante de comedia negra, musical pegadizo y buenas actuaciones.
Finalmente, el canto de sirenas financiero, el telón oscuro del poder armado y el reducto hogareño como inequívoco para el rol de la mujer, son señalados con cinismo y crudeza. La risa se agradece y más en estos tiempos.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿lo de Yiya es el síntoma de una época que premió el engaño, la frialdad y el “sálvese quien pueda”? ¿Cuándo empezamos a ser una sociedad que aplaude la viveza y castiga la sensibilidad?
Para ver
Yiya, el musical. Todos los sábados de abril en el teatro La Brújula (Rivadavia 1452) 21:00. Las entradas están disponibles a través de www.teatrolabrujula.com.ar.
En escena: Laura Ortiz, Gabriel Cambiasso, Nelson Balmaceda, Joaquín Torres, Eleonora Metral, Daniela Fontanetto y Ceci Matta. Dirección y puesta en escena: Luciana Sgró Ruata y Alejandro Issidoros.