Durante los años 90, Paula Colombini fue uno de los rostros más reconocidos de la moda argentina, con desfiles en capitales internacionales y una destacada trayectoria en Japón.
Sin embargo, a sus 52 años, la exmodelo decidió dar un giro radical: hoy se muestra conectada con la naturaleza, dedicada a la huerta, al cultivo de plantas nativas y al compostaje.
“Estoy con las manos en la tierra, camino descalza por mi jardín y sé que a mí eso me hace bien”, contó en una entrevista reciente, describiendo la serenidad que le otorgan actividades tan simples como trabajar la tierra.
Un cambio que sorprendió a su entorno, acostumbrado a verla en pasarelas y campañas de moda, pero que para ella significó reencontrarse con su esencia.
Paula Colombini y una mirada distinta sobre la belleza y el tiempo
Colombini reconoce que este proceso estuvo marcado por un fuerte desafío personal: aceptar el paso de los años sin recurrir a filtros ni intentar sostener una imagen juvenil inalcanzable. Confesó que le costaba verse al natural y que la presión de mantener la estética de sus años de modelo fue intensa.
El apoyo de su hija Matilde resultó clave: fue ella quien le insistió en mostrarse sin filtros en redes, algo que impulsó a Paula a aceptar su imagen con más honestidad. “A todas las mujeres nos cuesta el paso del tiempo y más cuando te dedicaste a tu imagen 100%”, expresó, con una franqueza que conecta con muchas lectoras.
Al recordar sus inicios en la moda, confesó que de adolescente buscaba fama, dinero y viajes. Y si bien logró cada uno de esos objetivos, hoy los define como “vacíos”. Aunque guarda buenos recuerdos de su carrera, llegó un momento en el que dejó de reconocerse en ese mundo.
“Dejo de reconocerme y empiezo a buscar en qué sí me reconozco”, explicó. Esa búsqueda la llevó a dejar de teñirse el cabello y a aceptar sus canas, incluso cuando la duda aparece. También abandonó la preocupación por mantener “las manos hechas”, un detalle simbólico de su nueva libertad frente a las exigencias estéticas.
