La actriz, directora y dramaturga Lorena Vega ha experimentado un fuerte sobresalto en el transcurrir de su vida, que ya lleva 49 años. De actuar y producir teatro y cine en los términos de la autogestión y en espacios alternativos, pasó a tener un personaje clave en una serie de Netflix. Y no en una cualquiera sino en Envidiosa, una comedia disparatada que tiene a la talentosa –efectiva– magnética Griselda Siciliani como protagonista y cuya segunda temporada, estrenada hace unos días, se esperaba con ansiedad.
Es una realización que, en el anterior orden de consumos culturales, hubiera estado programada en el prime time de la televisión abierta, y en la que Vega descuella con un rol serio que, paradójicamente, vuelve más gracioso (o absurdo) todo.
Puntualmente, esta mujer que en pantalla luce enigmática y sofisticada interpreta a Fernanda, la psicoanalista de Vicky (Siciliani), una adulta tan atolondrada como abrumada por los mandatos.
En toda la serie, el personaje de Vega aparece sólo ante el de Siciliani, siempre en un espacio luminoso en el que se desarrollan sesiones memorables en las que las vacilaciones angustiantes de Vicky y su propensión a soñar con tener todo lo que sus amigas tienen son deconstruidas mediante los arqueos de cejas, las respiraciones profundas y los señalamientos precisos de Fernanda.
“Mucha gente me escribe en las redes para agradecerme, felicitarme o hacerme comentarios, y no puede creer que no sea psicoanalista. Me dice ‘Vamos, sos actriz y psicoanalista’. ¡Soy sólo actriz!”, le dice Vega a La Voz en un Zoom pautado por Netflix.
“No fui coacheada para nada. No trabajé con nadie en particular. Pero hice mucho análisis a lo largo de mi vida y tengo muchas amigas psicoanalistas. Es un universo que me gusta, me interesa. Así que, por sobre todas las cosas fui paciente desde hace muchos años. Y soy paciente en la actualidad. De ahí viene la inspiración”, precisa a continuación.
–Bueno, la respiración, la mirada, la forma de administrar los silencios y las acotaciones breves y precisas de Fernanda sugieren que al menos fuiste buena observadora de tu analista o de tus analistas.
–Fueron varias a través de los años… Está buenísimo lo que decís, gracias. Me encanta, pero es lo que hace la actuación, ¿no? Este poder que tenemos los intérpretes de componer con el físico y con las emociones una nueva realidad. Es muy conmovedor cuando es creíble y funciona. No lo digo por este rol en particular; lo digo en función de lo que me pasa con la actuación de un colega. Suelo decir “¡Qué increíble! ¡Es esa persona!” Es muy fuerte encontrarse ante eso y me halaga si alguien siente algo parecido al ver a Fernanda en pantalla.
Sesión virtual con “Dibu”
Tal es la centralidad conseguida por Fernanda en Envidiosa, que Netflix eligió al personaje para realizar una acción promocional con Emiliano “Dibu” Martínez, el arquero campeón del mundo que, en su momento más glorioso, no olvidó la importancia de la salud mental en el deporte y agradeció a su analista por haberle robustecido la confianza o por hacerle pisar la tierra cuando el narcisismo se lo devoraba.
“El psicólogo me ayuda a levantarme cuando estoy bajo o a bajarme cuando estoy muy alto”, supo declarar “Dibu”, quien en una videollamada con Fernanda ruega por una sesión mientras el teléfono de la analista no para de recibir mensajes de Vicky con la misma intención.
Mientras Fernanda y “Dibu” negocian una sesión remota, se atropellan los textos “Victoria Mori: Fernanda ¿estás atendiendo?”, “Victoria Mori: Necesito una sesión ¡YA!”, “Victoria Mori: ¿”Puedo ir?” y un último “Victoria Mori: Estoy afuera”. Como si Vicky presintiera y envidiara el vínculo más cercano entre Fernanda y Martínez.
Genial.
Sigamos con Vega.
–Cada tanto, Vicky le reclama a Fernanda que no la abrazó ni la despidió con un beso, tal como lo hizo con otra paciente al cierre de una sesión. ¿Por qué no lo hizo? ¿Es una creación tuya esa línea?
–Eso es del guion. Y te juro que cuando lo leí no imaginé que tendría tanta repercusión. Es uno de los momentos más comentados en redes o de los que más referencia me hace la gente. También me comentan mucho que Fernanda no quiere decir la edad... Creo que ellas tienen una relación inicial en la primera temporada que definió cosas. Vicky es una persona que necesita límites, que tiene un conflicto en relación a eso. No abrazarla es ponerle un buen límite. Además, Fernanda se lo dice: cada vínculo es distinto, las relaciones no son todas iguales. Y el gesto toca un punto sensible de Vicky: la comparación. Qué tiene la otra y qué tengo yo.
–¿Qué significa para una actriz curtida en el under y en la autogestión tener notoriedad por una serie de comedia en plataforma de streaming?
–Recibo mucha gratitud; no sé, me hace sentir bien.
–La pregunta venía a cuento de que en una entrevista habías confesado tener la vara muy alta a la hora de aceptar los trabajos, incluso en detrimento de la posibilidad de progresar económicamente. Como que no te cerraba que no estuvieran bajo tu control (narrativo, directivo). ¿Has morigerado esa cuestión para aceptar “Envidiosa”?
–Acepté de buenas a primeras porque me pareció una invitación increíble. Consideré que todos los elementos que estaban en juego eran buenísimos. En primer lugar, trabajar con Griselda, a quien considero extraordinaria… También me estimuló trabajar con ese elenco, con Gabriel Medina y Fernanda Heredia como directores y con Netflix más todas las productoras que están asociadas. Y acepté también porque es trabajo, porque todos tenemos que hacerlo y porque, personalmente, buscaba cierta continuidad laboral. Todo eso entró en juego. Además, y sin duda, acepté porque creí que tenía algo interesante para hacer y aportar.
–Por este rol estás nominada a los Premios Cóndor, ¿qué entidad le das a ese reconocimiento?
–Es un honor, tengo mucho respeto por esos premios. La verdad es que no me lo esperaba. Estoy también nominada junto a Gonzalo Zapico en el rubro cine – documental por Imprenteros, la película que hicimos y que es autobiográfica. Las nominaciones son un reconocimiento enorme, que tocan directo mi corazón. Le doy mucha importancia a la mirada sobre mi trabajo en ambas producciones.
–“Imprenteros” es sobre la vida de tu familia. A propósito de vida personal, y ahora que tenés notoriedad por el impacto de tu personaje en “Envidiosa”, ¿cómo manejás la exposición que la fama trae consigo?
–Lo que hice con mi vida personal son piezas artísticas: una obra de teatro, un libro que hicimos con mis hermanos y una película junto a Gonzalo, que es mi pareja. Es material personal puesto en piezas artísticas; en ese sentido, lo he dado todo, he puesto las tripas. Pero todo trabajado dentro de un dispositivo. Lo privado es otra cosa, parte de otro camino. Es una lógica de otro orden. Entiendo que hay interés sobre la vida privada de los artistas, pero no me toca, no me atraviesa.
–¿Hay Vickys en tu vida?
–Mujeres envidiosas sí que existen, desde ya. Lo sabemos. Pero es distinto si se trata de amigas. Porque si son amigas, son amigas. Y hablan todo lo que haya que hablar y ponen sobre la mesa todo lo que haya que poner. Hay que bancar y estar ahí, una del lado de la otra.
–¿Considerás un acto de arrojo proponer “Envidiosa” en este momento que el feminismo reclama sororidad?
–Hay un desafío interesante que asumió todo el equipo y en este momento en que en el feminismo se sigue discutiendo. Sí, es arrojado plantear un material así, con una protagonista es tan incorrecta, pero la serie también tiene voces que hacen circular otros pensamientos. La serie no impone el pensamiento de la protagonista, tiene otros. Creo que es inteligente el modo en que se tejió y se pensó la serie, con las posturas de Vicky trenzadas con otras más consecuentes con la agenda feminista. Es lo que nos pasa en la vida misma, las cosas no son tan prolijas ni tan unívocas. Es un conglomerado de muchas líneas de tensión. Y la serie un poco tramita eso. Se atreve a hacerlo.
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