Andrés Rossi es un experimentado ilustrador que dejó su vida en Buenos Aires para instalarse en las sierras cordobesas.
Allí, en Villa Giardino, fundó su estudio de animación Wildthings. También creó su centro de capacitación audiovisual, llamado El Molino. Trabajó y trabaja con marcas como MTV, Disney, Google, Facebook y Nickelodeon, entre otras.
Rossi será uno de los artistas que formarán parte de Ilustrazo, el festival de ilustración que se celebra en la ciudad de Córdoba y que este año tendrá su segunda edición.
En la previa, recibió en El Molino a un equipo de La Voz para dialogar sobre su experiencia y contar su historia.
Tras un paseo por el coqueto estudio boutique donde trabaja, inició la entrevista contando cómo comenzó en su profesión. “Me recibí de diseñador gráfico y dibujé toda la vida. Tras recibirme, seguí formándome y, a partir de ahí, fue un camino de aprender animación e ilustración para empezar a trabajar de eso apenas salí de la facu”, contó.
Y, tras una pausa, rememoró un momento clave en el que, como diseñador gráfico, se volcó a la ilustración: “Recuerdo que fui a un festival en Mar del Plata, el Trimarchi. Ahí vi muchas charlas y talleres de gente que hacía animación. Empecé a ver que había una posibilidad de trabajar en ese rubro desde el diseño. Admiro a muchos artistas, tanto argentinos como internacionales: Moebius, todo el arte del Studio Ghibli… fueron quienes más me inspiraron”.
–Nombrás a Studio Ghibli y uno piensa en anime. ¿Creés que hoy hay un ascenso masivo de consumo o siempre fue así en Argentina?
–Hay un ascenso. Lo que veo es que se consume cada vez más anime y animación en general. Es un lindo momento para la animación.
–¿Cómo inician hoy las infancias y adolescencias en la animación, a diferencia de tu época?
–Hoy hay mucho más material disponible. Cuando yo empecé había muy pocos cursos o libros que se conseguían. Con internet surgieron un montón de cursos, talleres, escuelas especializadas y muchos más profesionales formados en Argentina. Eso hace que la animación sea mucho más accesible.
Wildthings y Espacio El Molino
Andrés Rossi es oriundo de Capital Federal. Vivió, se formó y trabajó allí, en distintos estudios de animación. También fue director de arte en MTV Networks. Renunció y tomó la decisión de venir a vivir a Córdoba.
“Siempre estuve enamorado de Córdoba; cada vez que venía pensaba: ‘qué lindo sería quedarse’. Hasta que un día decidí hacerlo. Vine con mi hija mayor y acá nació mi segunda hija”, cuenta.
Actualmente, en Wildthings trabajan 4 personas. Suelen sumar colaboradores depende de la necesidad de cada proyecto.
–¿Cómo nace la idea de crear Wildthings?
—Wildthings nace de un proyecto personal y de vida. Me vine a vivir a Villa Giardino en 2011 buscando un estilo de vida más tranquilo, conectado con la naturaleza. Yo disfrutaba mi trabajo, pero me faltaba balance. Acá lo encontré. Con el tiempo empecé a extrañar trabajar en equipo y surgió la idea de crear un estudio en las sierras, que mantuviera el profesionalismo que aprendí en otros lugares, pero con lo positivo de este entorno. Acá, por ejemplo, si llega un proyecto nos vamos a caminar, al río, charlamos, tiramos ideas y volvemos a producir. El entorno forma parte del proceso. La idea es unir el disfrute del trabajo y el disfrute del tiempo libre.
–¿Qué te empujó a tomar la decisión?
–Estaba muy exhausto. Trabajaba muchas horas, noches, fines de semana. Era un trabajo buenísimo, pero no dejaba de estar en un cubículo. Del cubículo al subte, al departamento… veía un pedacito de cielo. En cambio, acá era un sueño. Volví, renuncié y me vine.
Cuando se le pregunta cómo llegó a trabajar para gigantes como Google, Facebook, Nickelodeon o Disney, Andrés Rossi reconoce que no puede señalar un primer hito exacto.
Su camino, dice, se fue dando “de a poco”, a partir de contactos, recomendaciones y una manera de trabajar que empezó a abrir puertas. “Hicimos un trabajo para alguien que después se fue a Facebook y nos llamó. A veces llega por productoras, otras por cliente directo. Fue un proceso gradual”, resume.
En el caso de Facebook, su estudio desarrolló piezas vinculadas a la flexibilidad en los espacios de trabajo y a la comunicación respetuosa, temáticas que dialogan directamente con los principios que guían su proyecto creativo. Rossi menciona también un sello propio: el lema “un árbol por cada historia”, con el que se comprometen a comprar un árbol nativo por cada proyecto y compartir el certificado de reforestación con el cliente.
Para Disney y Nickelodeon, su participación estuvo más asociada a la comunicación que a las series en sí. Trabajaron en canciones para contenidos del canal, piezas educativas y materiales destinados al retail, como remeras o soportes gráficos.
Uno de los desafíos más atractivos fue reestilizar personajes icónicos de Nickelodeon (como Dora la Exploradora) para un proyecto encargado por el Estudio 220, de Buenos Aires.
“Es un trabajo hermoso”, dice Rossi. “Se trata de interpretar personajes muy queridos y encontrar una solución estética que funcione, siempre en diálogo con la técnica de animación que se va a usar”. La búsqueda, cuenta, suele ser tan rigurosa como divertida.
–¿Cuál de esos trabajos te gustó más hacer?
–Ese de Nick me gustó muchísimo. También el de Facebook sobre comunicación respetuosa. Y uno que disfruté especialmente fue un corto de siete minutos sobre una niña y su abuelo hablando sobre la muerte, para otro estudio. Venía con un guion hermosísimo y fue un trabajo muy emotivo.
Animados
Andrés Rossi se encuentra trabajando en Ele. Esta obra relata, de manera divertida y sin condescendencia, las aventuras de Ele, una niña muy curiosa y testaruda con síndrome de down que crece fuera de la norma. Con una imaginación poderosa, Ele utiliza su creatividad para enfrentar y resolver situaciones cotidianas. Está acompañada por su padre, sus amigos y su leal perro, a quienes ocasionalmente deja entrar en su mundo, transformando todo a su alrededor.
Tal como le contó a La Voz, la idea surgió de su experiencia personal como padre de una niña con síndrome de down.
–Dentro del mundo de la ilustración, ¿hay competencia entre quienes dibujan manga y quienes dibujan historieta o cómic?
–Yo no la veo. Lo que tiene de lindo este rubro, tanto la animación como la ilustración, es que es muy generoso. Muchos están abiertos a compartir, a mostrar sus técnicas, a colaborar. Si existe competencia, es una competencia sana, que empuja a hacer algo más. Hoy conviven todos los estilos y cada uno tiene su manera, y eso es lo más lindo: mientras más diverso, mejor. En los talleres lo vemos todo el tiempo: los profes abren sus procesos y conocimientos sin guardarse nada. Así que no siento una competencia fuerte, sino algo amable y generoso.
–En cuanto al manga y el anime, que hoy tienen una masividad enorme: ¿eso ayuda, complementa, invade o genera algún desequilibrio respecto a la producción occidental?
–Hay una fuerte influencia del anime en todo lo que vemos y en los artistas nuevos, sobre todo adolescentes. Pero mientras eso inspire a dibujar, está buenísimo. Al principio fue al revés: Occidente inspiró a Japón. Ahora Oriente inspira más a Occidente, y eso va variando con la historia. Lo importante es que genere ganas de crear y de encontrar la propia voz.
–Muchos que crecimos en los ′90 vimos animación como algo “infantil”, pero hoy producciones como “Arcane” o “Demon Slayer” muestran otra cosa. ¿Cómo lo ves?
–La animación es para todo tipo de público: niños, jóvenes, adultos. Es un medio excelente para contar infinitas historias. En nuestro caso, con Ele, buscamos representar a personas con discapacidad y generar un impacto social. Hay contenido necesario, y la animación permite abordarlo con mucha riqueza. Así que sí, creo que hay para todos los gustos.
–Con el fenómeno de “El Eternauta”, volvió a reivindicarse el trabajo del dibujante. ¿El destino del ilustrador tiene que ser necesariamente lo audiovisual o las redes?
–No creo. Estar en redes hoy es parte de mostrar el trabajo, pero no es lo más importante. El ilustrador tiene que transmitir lo que tiene adentro, las historias que lo atraviesan. Después, si eso termina o no en un soporte audiovisual, es secundario. El corazón del oficio sigue siendo el mismo.
–¿Qué pensás del uso de inteligencia artificial en ilustración?
–Hay mucho por discutir, sobre todo en derechos de autor. Nos la venden como una solución rápida, pero no lo es. Yo valoro mucho más el trabajo humano. He visto cosas hechas con IA que están buenas, pero son pocas. Y muchas veces se usa para abaratar costos o reemplazar artistas, y ahí sí hay un problema. El ilustrador tiene oficio, formación, mirada, concepto; todo eso la IA no lo puede replicar.
–¿Ese es el principal riesgo?
–Sí. Existe mucho desconocimiento sobre qué puede hacer la IA. Muchos creen que escribir dos palabras equivale a una ilustración, pero no hay valor autoral ahí. Creo que la “burbuja” de la IA está bajando y se empieza a revalorizar el trabajo humano.
Para ir
Andrés Rossi disertará en el festival Ilustrazo que se realizará desde el jueves 4 hasta el sábado 6 de diciembre en el Centro Cultural España Córdoba.























