Un Doom es un Doom. Y eso de “un Doom es un Doom” es todo un elogio. Se trata de un clásico shooter en primera persona que marcó a generaciones gamers y que, su gran logro, sigue estando vigente. Y, sobre todo, al poner en escena al nuevo The Dark Ages, que en La Voz jugamos en una Xbox Series X (también está disponible en Playstation 5 y PC).
Y es un regreso a las bases, al origen, a un shooter bastante menos frenético que el Doom Eternal, la última entrega, una que dejaba a los gamers con las manos sudadas en el joystick por su frenetismo.
Acá todo se siente dos velocidades menos. Las armas siguen siendo poderosas para enfrentar a demonios en una campaña de 22 capítulos. Y se agrega un escudo para bloquear ataques, lo que es una grandísima adición.
Y resulta que ese escudo también se hace una sierra que se puede lanzar a los enemigos. O sea, el escudo es un arma. Y sí, es una maravilla. Le da al Doom una nueva capa de jugabilidad.
Hay, desde luego, mucho de cuerpo a cuerpo. Pero eso de golpear con las manos no es ilimitado. Por el contrario, hay tres golpes para dar y luego hay que esperar a que se recargue ese tope de tres ataques de puño.
Con esa dinámica de combate, el Slayer, el protagonista de la historia, tiene todo para ir mejorando armas y siendo una máquina de destrozar demonios por diferentes escenarios.
The Dark Ages es atrapante. Y dinámico. En la variedad de su historia (con cinemáticas de en sueño) va llevando la acción sin bajones. Siempre se quiere un poco más.

Hay, además, mucho por explorar. Hay, además, muchas armas para mejorar en espacios para explorar con un mapa bastante bien logrado.
Este Doom es un Doom y seguramente entra en la conversación para ser uno de los mejores Doom.
En la Series X corre de maravillas en términos visuales y técnicos.
Exactamente con la fluidez necesaria para que este juegazo cumpla y supere las expectativas.