Assassin’s Creed Shadows es el mejor Assassin’s Creed. Da el salto de calidad respecto a las últimas entregas. Las mejora. Las amplía. Las nutre de elementos jugables que los fans de los Assassin’s notarán (y valorarán) en los primeros compases de la experiencia. Tiene un combate dinámico, tiene un parkour renovado, pule el sigilo (con condiciones climáticas que lo afectan), se transforma en un juego de gestión de campamento, cuenta con un mapazo para mostrar la cultura japonesa en tiempos feudales, presenta una historia dignísima y ostenta cinemáticas fabulosas. O sea, tiene más virtudes que defectos. Esa matemática le da.
Sin embargo, a este Assassin’s Creed Shadows quizá le falte el ángel para insertarse en la conversación para los grandes juegos del año. En La Voz lo jugamos en una Playstation 5 gracias a la gestión del área de comunicación de Ubisoft en Latinoamérica. A continuación, el análisis.
Lo mejor y lo peor del Assassin’s Creed Shadows
A la propuesta se la vive a través de dos personajes, una ninja y un samurái, Naoe (que busca una venganza) y Yasuke (un esclavo devenido en guerrero).
Esos personajes van alternando: la aventura arranca con Yasuke, quien luego desaparece por varias horas para darle paso a Naoe. Con ella todo es más fino, sobre todo en el sigilo y las mecánicas de agarre e infiltración, por ejemplo. Y tiene la visión de águila. Con Yasuke todo es más potente. Piroténico. Intenso. Despiadado. Más de machacar botones para combates suntuosos. Y tiene un efecto de adrenalina que explota esa acción.
En ambos casos, están el esquive, el bloqueo, el ataque pesado. Y tiene el momento en el que se ejecuta a un enemigo. Todo ese rocoso sistema choca con la IA, que presenta enemigos con patrones repetidos. Nadie esperaba un Souls, pero tampoco esa resistencia tan endeble, en algunos casos. A veces hasta conviene animarse a un rival de mayor nivel que a uno del nivel justo. Y hay disponible una arena para “viciar” con esos combates.
El Shadows está generoso en armas. Con “estrellitas”, bombas de humo, los kunai o esas “bolitas” para distracción. Quien haya jugado los últimos títulos exclusivos de onda japonesa de Playstation estará más que familiarizado.
En su costado de rol está lo esperable: comerciantes para mejorar armas y vestimentas. Nada que llame la atención ni quede en los libros de historia de videojuegos de este género.
Shadows dispone de misiones libres para cada quien. Un mapazo con círculos en el que se elige el próximo objetivo. Se trata, como siempre, de asesinar. Sí es repetitivo en eso de meterse en fortalezas, encontrar el objetivo y eliminarlo. Con la metodología que sea. ¿Hay rutinas que rompan esa repetición? Sí, las acciones en las que hay que meditar o hacer minijuegos o meterse en cuevas para obtener tesoros. Pero no mucho más.
En cuanto a la exploración… sí, el mapa es grandote. Respetable, con nueve regiones variadas. Es posible saltarse lo de la guía de objetivo (esa que marca a dónde ir) y promover el descubrimiento a pie o en caballo. Esa exploración es gratificante por lo técnico. Lindo, lindo. Imponente. Los vientos en las malezas. Los colores de los atardeceres. Lo no destacado en esas escenografías es el desarrollo de rivales que andan por ese mundo abierto y que lucen del tipo genérico. Cada región invita a un parkour diferente.
Si las misiones secundarias no son siempre tan copadas, ¿cómo se “invita” a explorar ese mundo abierto? Ahí entra a jugar el “otro juego” que es Shadows. El de la gestión y creación de La Guarida, algo así como el campamento. Y ahí es cuando hay que explorar para obtener materiales. Esto no es necesario hacerlo uno mismo, también se pueden hacer los encargos para “reclutas” lo hagan por uno.
Elogios para el menú de Assassin’s Creed Shadows: hermosa interfaz y súperintuitivo. Lo mejor es el Animus Hub, que muestra los anteriores Assassin’s y que, se promete, se irá actualizando con misiones, memorias. Es también un lugar en el cual gestionar los ítems que se van consiguiendo en el juego.
Elogios también para el árbol de habilidades. Cuando parece que ya no hay nada que inventar en la materia, este Shadows entrega un menú fachero y práctico.
En conclusión, el nuevo Assassin’s Creed cumple en evolucionar su propuesta.