Milenka Wiebe, hija de Alejandro “Marley” Wiebe, tiene una semana de edad y más de 300 mil seguidores en un Instagram creado antes de su nacimiento (@milenka_ok). Hay más publicaciones en ese perfil que días de vida de la pequeña y seguramente los comentarios en redes sobre ella, su padre y su nacimiento se cuentan ya de a millones.
Las razones de la polémica pivotan sobre dos ejes: el mencionado, su exposición de manera masiva aun antes de tener rostro más allá del que atisbamos en una ecografía; y el que haya nacido por gestación subrogada, vientre subrogado o alquiler de vientre, términos cuyo uso o condena varía según la postura de quien hable de una práctica no nueva pero cada vez más difundida y que pueden pagar sólo algunos.
Claro, ambas cuestiones no van por carriles separados. Están entrelazadas y se potencian. Se puede dudar de si generaría tanto repudio, debate o al menos atención el hecho de que Milenka haya llegado a este mundo por alquiler de vientre si no hubiera tanta exposición de todos los detalles que rodean a su nacimiento por parte de su padre y viceversa.
Partos “on demand”
Todo ello se cristaliza de manera perfecta en los segundos que dura un video difícil de ver para muchos (me incluyo) del momento del parto en sí. Marley compartió en Instagram su espera en los pasillos del hospital mientras Kasandra, la mujer que gestó y dio a luz a la niña, paría.
De fondo, los gritos de Kasandra. En primer plano, la mueca de Marley. “Pobre, Kasandra, ahí está, gritando de dolor”, dice, con tono de conductor de reality más que de padre preocupado y dando detalles de su nivel de dilatación como quien informa datos del tiempo.
De cualquier forma, aseguró haber estado intranquilo porque el nacimiento de Mirko fue por cesárea programada y esta vez su hija llega al mundo por parto natural. También se quejó de que nadie lo ayudó en el hotel Hilton en el que se quedó los primeros días con su hija y compartió que no durmió la noche de su llegada, ni la del parto. A partir a su casa alquilada, tuvo que cargar él sólo sus valijas y a la niña. Pero a no preocuparse: se lo tomó con su característico humor.
Sintéticamente, las voces que se posicionan en contra del alquiler de vientre arguyen que, más allá de que la mujer dé su consentimiento para esta práctica, el hecho de que haya dinero de por medio es la clara señal de que hemos ido muy lejos en este mundo en que todo es factible de ser vendido o comprado, y se preguntan qué diferencia hay con comprar una persona. Las voces a favor defienden que mientras haya consentimiento, es válido, y lo califican incluso de amor, generosidad y otros sinónimos. De hecho, el conductor subraya que él, Milenka y Mirko estarán “eternamente agradecidos” con Kasandra.
Antes de avanzar, cabe reflexionar sobre si las críticas son más voraces contra una persona de la comunidad LGBTQI+ que si se dirigieran contra alguien que responde al modelo de familia tradicional (con pareja heterocis, etcétera).
Aunque también cabe recordar que al recibir Khloé Kardashian a su segundo hijo en septiembre de 2022, otro caso de gestación subrogada, se desataron un debate y unas críticas muy similares.
¿Cuáles son los límites?
En suma, más allá de las diferentes posturas sobre el tema, quizás lo que asombra o repele de gente que vive de su trabajo en televisión y de hacer público cada detalle de sus vidas es que siempre parece haber un nuevo límite por cruzar.
“¡Pobre, Kasandra!”... el poder dejar registrados en video y compartir en redes sus gritos de parto, ¿estará por contrato?
Para otros, la publicación en cuestión y todas las del Instagram de Milenka son motivo de likes y felicitaciones: ¿ingenuidad –real o fingida–, morbo, apoyo genuino? Las reacciones parecen dividirse y agruparse según la red social: en Twitter, críticas y memes, en Instagram, cálidas felicitaciones.
Se habló ya de la exposición de Mirko en su momento, siete años atrás, y la discusión de la exposición de niños en redes, famosos o no, está más encendida que nunca.
Ahora, Milenka llega a este mundo y se redoblan las críticas y los debates. La niña duerme. Su padre, las redes, lo monetizable y el público, no.