Claudio “Pipulo” Juárez es el maestro de ceremonias del festival Cosquín desde hace nueve años y el encargado de emitir el “Aquí Cosquín” de cada noche. Mateo González Basanta es su fan. El niño de ocho años se sabe de memoria casi todas sus arengas y sueña con poder acompañar a su ídolo en el escenario Atahualpa Yupanqui.
A finales del año pasado, Mateo, alumno de segundo grado del Colegio Sagrada Familia de Cosquín, se alzó como el maestro de ceremonias del acto central del Día de la Tradición. “Esa vez no estaba muy nervioso porque me acostumbré a decírselo a toda mi familia”, cuenta el niño en diálogo con La Voz y la producción de prensa de Aquí Cosquín.
Desde aquel entonces, el pequeño enamoró a toda la ciudad y se consagró como el mejor imitador de “Pipulo”. “En la década del 90, participé en la Trasnoche del Festival. También trabajé junto al afamado Eduardo “Tuna” Esper, el locutor de la trasnoche de la Cacharpaya y progresivamente se fueron dando otras etapas como el Pre Cosquín. En el 2004 fui el primer locutor de Cosquín en conducir el festival desde el tradicional grito y a partir del año 2016, como maestro de ceremonia y libretista”, rememora Juarez.
–¿Qué significa para vos salir cada noche y hacer ese grito tan coscoíno?
–Claudio: Una profunda emoción, como coscoíno y profesional. Pero por sobre todas las cosas, me invade una gran emoción. La tengo que manejar para que no me traicione porque con mi arenga doy inicio a la fiesta, a la luna. Es una cuestión de preparación física y todo para salir.
Una juntada llena de ternura
Mientras el presentador habla, Mateo permanece a su lado, vestido elegante con pantalón largo, camisa y el clásico poncho coscoíno en el hombro. A pesar del calor, el pequeño no quiere desentonar con su ídolo. “Yo hago de maestro de ceremonias desde los cuatro años. Me encanta mirarme en mi cabeza y ser como Pipulo”, cuenta González Basanta.
“El que más me ha sorprendido ha sido Mateo. Yo tengo videos y fotos de chicos de 10 ó 12 años que imitan mi trabajo, pero el más meticuloso en cuanto a la repetición de esas arengas que por ahí son difíciles, con muchos regionalismos y cosas por el estilo, es Mateo”, asegura Claudio.
Y luego agrega: “El resto te imita el grito, la postura, alguna cosita más. Hay uno que me imitaba después el grito con el ruido de las bombas. Hay un par de nenas también que los papás me mandan videos con el repasador al hombro y espumadera en mano haciendo el grito. Pero acá el que más serio trabaja es Mateo”.
Detrás de las cámaras que captan a los entrevistados, se encuentra la familia de Mateo y Fabi, la esposa de Claudio. A ninguno se le cae la sonrisa embobada al mirarlos a los dos hablando con tanta seriedad.
Fuera de la nota, la mujer contó que hace unos meses su esposo estuvo internado en terapia intensiva y que el niño le mandaba mensajes de aliento porque no podía ausentarse en los 65 años del festival. “Rezamos mucho para que se recuperara”, asegura el papá de Mateo. “No saben cuánto lo agradezco”, les dice Fabi con lágrimas en los ojos.
–Mateo, ¿vos te sabes de memoria las arengas?
–Mateo: No sé todas de memoria, pero sí algunas. Yo a él lo veía de antes en la tele, pero la primera vez que lo vi de cerca fue cuando vine a la plaza en el 2022.
–Claudio: Cosa que yo no porque yo escribo, las digo y después me olvido. Pero cuando lo escucho a Mateo, me acuerdo de lo que escribí.