En sus recientes shows solistas y antes de entrar a un pasaje final retro funkero y rapero, Emmanuel Horvilleur se refiere a sí mismo como un profeta. Lo hace, claro, con picardía, añadiendo que a sus 50 le da el cuero para interpretar el cancionero de Illya Kuryaki and The Valderramas, la banda que fundó con su amigo Dante Spinetta a comienzos de los ‘90 y que predijo este presente de música popular de flow incesante, lunfardo sin fronteras y erotismo galopante.
Ese legado del que se jacta y al que alude Horvilleur en sus shows se agigantó en la memoria popular el miércoles pasado, al cumplirse el 30° aniversario de Chaco, el tercer disco de IKV.
Es que ese fue “el” disco que permitió el despegue masivo y continental de un proyecto revulsivo, que, así como irrumpió con un spanglish corrosivo (cuyo escozor en los conservadores era superior al que produce el lenguaje inclusivo hoy), naturalizó un imaginario psicodélico que abrazaba a un tal Culero Connor, a Kung Fu, a lo marginal, al bling bling mafioso, a dragones escupefuegos, a geishas, a la televisión por aire setentista/ochentista que sacralizó al locutor de La aventura del hombre… En definitiva, a un aquelarre bizarro que se vivificaba con rap de vieja escuela y con otro con más apego al jazz (Beastie Boys), más alusiones a un folk lisérgico y a un funk suntuoso autopercibido en una letra como “ardiente”.
“Había cosas que estaban muy claras. Una de ellas que, aun siendo muy chicos, sabíamos que en un tercer disco debíamos plasmar definitivamente el universo que veíamos alucinando”, dice Horvilleur al ser invitado por La Voz a reconstruir la cocina de Chaco.
“Habían pasado cinco años de estar haciendo canciones flasheándola y, bueno, todo eso se plasmó en ese disco”, suma.
Dante Spinetta, quien también aceptó la invitación de La Voz, se expresa en sintonía con su compañero de aventuras iconoclastas: “Por más que es el tercer álbum de Kuryaki, marca el comienzo de lo que teníamos pensado hacer, ¿no? Nos mandamos a producirlo solos y en principio iba a salir independiente por Gigoló Productions, que era nuestro sello. Porque nos habían devuelto el contrato después de que Horno para calentar los mares (1993, segundo disco de la banda, publicado por Polygram) no vendiera tantas copias”.
“Entonces, lo empezamos a hacer nosotros y de alguna manera, insisto, marcaba musical, estética y conceptualmente lo que queríamos hacer. Pudimos plasmar en él un mestizaje musical que nos marcó para el resto de nuestras vidas. Nos determinaron canciones como Húmeda y Abismo, medio soul y con cuerdas; Jaguar House con su estampa funk; el rap está con Abarajame y Hombre Blanco… Por otro lado, estaba todo ese concepto bajado de influencias de Latinoamérica”, remata.
Una amalgama impensada
Horvilleur retoma la cuestión de las mezclas para añadir algo puntual. “Chaco muestra una nueva manera de ser y de mezclar los estilos de música. Pero todo lo que venía del rock nacional, como Spinetta, Manal y Pescado Rabioso, también está en él. Eso es lo loco. Es un disco rupturista con consideración por el pasado de una manera psicodélica. Ahí radica su magia, en la amalgama impensada”.
“En otras regiones, quizás, nadan más en su propia cultura mientras que en Latinoamérica crecimos más en una dinámica cóctel de influencias”, señala Dante.
“No sólo étnicas, a nivel sangre, sino artísticas –precisa de inmediato–. Éramos pibes que crecimos con la tele, el rock argentino, el tango, el folklore, la música afroamericana, la música afrolatina. Toda esa mezcla nos abrió la cabeza, ¿no? Hizo que fuéramos lo que somos. Chaco es como la muestra más clara de eso. Es un comienzo. En ese álbum se generó una especie de supernova que representó a toda una generación sólo porque cristalizó el anhelo juvenil de romper los límites”.
Spinetta cuenta que para ellos “fue difícil la cosa en ese momento” porque eran “muy rockeros para los raperos y muy raperos para los rockeros”.
“¿Por qué teníamos que tener esos límites? –se pregunta el músico desde hoy–. Nuestra frontera era más espacial. La idea era justamente abrirnos a los que nos gustara, sin tener que pedirle permiso a nadie”.
“Fue un mapa para una generación -señala Emmanuel–. Dejó claro que se podía hacer algo loco y salirse de lo estipulado. Eso tuvo su costo, pero estuvo bueno enfrentarlo. Estamos a 30 años de un disco que tuvo un MTV Unplugged (Ninja Mental, 1996) que vino a los pocos meses. Esa conjunción (de disco de estudio más acústico para cadena norteamericana) nos volvió internacionales. Nos pasó lo mismo que a Paco y a Ca7riel: con el unplugged, nos pasó lo que a ellos con el tiny desk. Se terminó de dar una ebullición”.
Un aporte no tan invisible
Con respecto al audio, otro aspecto sobresaliente del disco que celebramos, Dante recuerda que le encargaron la mezcla a Machi Rufino, bajista de Invisible, con la idea de llevar adelante “una experimentación a nivel sonoro para conseguir una impronta singular de audio con proyección a lo low fi”.
“Machi Rufino, uno de los bajistas legendarios de la escena argentina, también era un buen técnico de sonido. Pero era un profesional muy clean, muy tendiente a un estilo más de FM, más de (la banda) Chicago, de cosas así que sonaban muy bien. Y, a excepción de las baladas, a las que les venía muy bien ese enfoque, le hicimos hacer todo lo contrario. Estábamos muy empecinados en pudrir el sonido”, refuerza Emmanuel.
Editado a través de su sello independiente Gigoló Productions, Chaco fue el disco más popular de IKV: vendió 250 mil copias y alcanzó el doble platino en Argentina. Eso se lee sobre la obra en cuestión en el sitio oficial de Illya Kuryaki and The Valderramas, donde además se precisa que esta es una cruza hardcore-rap americano, hip hop latino y rock progresivo de los ‘70 plasmado en “la impresionante Mitad de la canción de caballo violeta”.
Por otro lado, el sitio recuerda que el disco tuvo cinco cortes: el clásico Abarajame (cuyo video ganó un MTV Award en 1996), Jaguar House, Remisero y dos baladas que Dante Spinetta y Emma Horvilleur cantaban por separado: Húmeda y Abismo, respectivamente.
“Elegido por la revista Rolling Stone como uno de los 100 mejores discos del rock argentino, es sin duda uno de los álbumes más importantes e influyentes de la música hecha en Latinoamérica durante la década del ‘90”, completa la irrefutable presentación.
Se podrían agregar detalles de la ficha técnica, como que fue producido por Mariano López y mezclado por el ya citado Carlos “Machi” Rufino.
También, que se grabó en el estudio La Diosa Salvaje de Villa Urquiza (propiedad de Luis Alberto Spinetta), hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires; que se masterizó en el Sterling Sound de Nueva York por Ted Jensen, conocido por su trabajo con Madonna, y que el núcleo central estuvo orbitado por Fernando Samalea (batería), Gustavo Spinetta (percusión), Gabriel Albizuri (guitarra) y Fernando Nalé (bajo).
El proceso de realización fue de enero a abril de 1995, lo que, sumado al dato duro de que Chaco se publicó el 21 de mayo de ese año, da cuenta de un estado de creación febril e imparable.
El porqué del título
Ahora bien, ¿por qué Chaco? Dante Spinetta: “Mi abuelo era chaqueño. El papá de mi mamá era moro y chaqueño. O sea que también hay algo con la sangre. Hay una reivindicación de la cultura propia, de las regiones, ¿no? De estar orgulloso del lugar que ocupábamos en el mundo, sociopolítica y culturalmente”.
“Perdón si te estoy tirando mucha data… Fue un impacto en nuestras vidas, así como el quiebre”, redondea Dante, dominado por el entusiasmo.
En 2015, cuando se cumplió el 20° aniversario de Chaco, la plataforma de noticias peruana La Mula les contó a sus lectores que “Chaco es también una provincia de Argentina cuya característica más saltante es que, según las estadísticas, cuenta con una de las mayores poblaciones originarias del país sureño, donde habitan las etnias wichí, chorotí, pilagá y chiriguana, entre otras”. Y añadió que “es posible creer que el Chaco subsiste incólume contra la vorágine del crecimiento” y que el disco de IKV reivindica el hecho de que la región “conserva la pureza y la perfección tanto de su raza como de su hábitat”.
“El título abraza, por qué no, el progreso de la ciudad sin violencia, y se convierte en la metáfora perfecta para ejemplificar a un dúo que no discrimina musicalmente hablando”, sentencia.
Este análisis sintoniza con lo expresado por el dúo en entrevistas promocionales: Chaco venía a proponer “una nueva mente en la que no haya lugar para las discriminaciones ni para la opresión”.
Esa proclama no es agitación vacía, sino que está respaldada por retazos de letras que, incluso, llegan a darle al disco un estatus de testimonial.
Hombre blanco, por caso. Más allá de su condena al colonialismo asesino (“La sangre derramada no es del hombre blanco/ es del aborigen que la perdió luchando/ Cortaron su raza sin sentido alguno/ usaron sus tierras/ quemaron su mundo/ Rehúso a mis antepasados y a sus actos asesinos/ espero que en esto, estés conmigo”), advierte sobre la desnutrición infantil y que “se venden niños por pocos pesos”.
No es tu sombra se enfoca en los modos de corrupción menemista: “Hay una mano metida en la gente/ Y no es la de Dios, es la de algún dirigente”. Y por más que refiera a una provincia, el Chaco disco presenta en su tramo final al Chaco hombre consagrado a la solidaridad total. “Un hombre fue útil/ Se quitó los ojos y los ofrendó al ciego/ Se extirpó el habla cediéndosela a los mudos/ Y sus oídos transformaron a los sordos/ Ese hombre fue bautizado con el nombre de Chaco”, se oye en Nacimiento. Y no como canto, sino como rezo en la voz de Ernesto Frith, el ya citado locutor del programa La aventura del hombre.
La aventura del hombre: un prestigioso ciclo de documentales de la televisión argentina que mostraba didácticamente la diversidad natural y cultural de diferentes regiones de Argentina y de América del Sur. Cerraba por todos lados con los propósitos de Emmanuel Horvilleur y de Dante Spinetta, del mismo modo que lo hacía el sampleo de un diálogo del filme Blood In, Blood Out (Taylor Hackford, 1993) en el relevado Hombre blanco.
No obstante lo expuesto hasta aquí, sería de necio no conceder que Chaco se recuerda por Abarajame, del que suele tomarse el “saqueame la dicka sin tu tropa” para, por ejemplo, desafiar al ministro o a la ministra que manda a reprimir jubilados.
“Abarajame se propagó por toda América y, de golpe, pasamos de ser una banda que tocaba en lugares más chiquitos y que la remaba mucho más a tocar, no sé, en México”, observa Dante.
Y va más allá: “Explotó todo. Y bueno, Chaco… Y Abarajame… ¡Lo que pasó con Abarajame! No es un dato menor. Recuerdo hasta que salía la letra desglosada en los diarios, como para que la entendiera la gente. Y las palabras que habíamos inventado, porque había algunas que eran de spanglish, pero también otras que fueron inventadas por nosotros. Estuvo bueno ese comienzo de jugar, de desordenar un poco el alfabeto”.
A mediados de la década pasada, cuando IKV vivió una de sus reuniones, ya se había cumplido el 20° aniversario de Chaco y la dupla Horvilleur-Spinetta dejó sus sensaciones para La Voz con resonantes revelaciones que vale la pena rescatar porque se leen complementarias a estas nuevas. Ahí vamos.
“Ya fui recibido con honores por los 40 (risas). Tuve una crisis previa; ahora que estoy ahí, no. En su momento, me flasheó mucho sentir que, efectivamente, 20 años no es nada”, sostuvo Horvilleur.
“Un día estaba en un estudio para una entrevista con CNN y de repente vino un corte y vi un monitor que decía ‘a tal hora, una entrevista a los integrantes de Friends por los 20 años de la serie’. Y entonces sentí una fuerza que me atravesaba. Me cayó la data de golpe, 20 años de Chaco, 20 años de un montón de cosas. Tuve una especie de enrarecimiento”, confesó.
“Que hayan pasado 20 años de Chaco es increíble –dijo Dante, a su turno–. Estamos sacando temas de ese disco y siguen actuales".
-Ninguna de las giras que hicieron por Córdoba fue tan larga y misteriosa como la de 1995. ¿La recuerdan?
–Horvilleur: ¡Claro! Habíamos sacado Chaco y recién había empezado a sonar. Había mucho runrún con nosotros y partimos a esa gira, que fue la más grande que hicimos en Córdoba a la fecha. Tocamos en lugares grandes, chiquitos y muy chiquitos. Y así hasta que llegamos a San Marcos Sierras a las 8 de la noche y armamos de una para terminar tocando poco después para 100 personas. Fue un show alucinante. Luego fuimos a la hostería, que ya tenía un teléfono inalámbrico. Desde ese aparato hablamos con (el productor) Pelo Aprile, quien nos había llamado para preguntarnos si queríamos hacer el unplugged de MTV. “¡Obvio, sí¡”, dijimos. “Pero es de acá a un mes”, advirtió. Bueno, volvimos de esa gira e hicimos el unplugged en Miami y así comenzó nuestro periplo latinoamericano. En fin, recuerdo ir en el micro por las Sierras escuchando Lovesexy, de Prince. Las montañas púrpuras, rosas y yo flasheando. Fue una gira en la que nos unimos como banda. Una vez lo olvidamos a (el bajista) Fernando Nalé en una estación de servicio. Se bajó a mear y lo dejamos. Tuvo que tomar otro micro para llegar a Jesús María.