En la mañana de este martes, referentes de la cultura, la política y los medios, además de exalumnos y usuarios de redes en general, se conmocionaron con el fallecimiento de Beatriz Sarlo, una de las pensadoras más brillantes del país. Desde fines de los ‘60 hasta este tiempo, analizó con agudeza y valentía intelectual nuestros devenires en todos los órdenes.
Ensayista, docente y eventualmente periodista, tenía 82 años.
Más allá de amistades y de roces académicos, su vínculo con Córdoba se volvió férreo por un shock emocional. Es que en un hotel de esta ciudad leyó el original mecanografiado de Glosa, novela que el santafesino Juan José Saer publicó en 1986, y quedó alucinada, según recordó en varias entrevistas.
Beatriz Sarlo nació en Buenos Aires en 1942. Su padre fue el abogado y juez Saúl Sarlo Sabajanes, recordado como “furioso antiperonista”, y su madre, Leocadia Beatriz del Río, cuyas hermanas se dedicaron al magisterio.
Criada en esa familia, resultó natural que tuviera inquietudes literarias y que estudiara en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se recibió a los 24 años tras presentar una tesis de grado que había escrito a los 23: Juan María Gutiérrez: historiador y crítico de nuestra literatura, en la que fue dirigida por el profesor Antonio Pagés Larraya y que posteriormente se publicó como libro.
Militante peronista primero y maoísta después, en los ‘70 trabajó en el Centro de Investigaciones Literarias Adán Buenosayres, publicó textos en la revista Los Libros y, por sobre todo, en 1978 fundó otra con el nombre Punto de vista, junto con Carlos Altamirano.
Entre otros libros, Beatriz Sarlo ha publicado El imperio de los sentimientos (1985), Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (1988), Borges, un escritor en las orillas (1995, traducción de un original en inglés titulado A Writer on the Edge y de 1993) y Escenas de la vida posmoderna (1994).
Análisis de la literatura argentina de comienzos del siglo pasado; la conformación urbana de su ciudad natal; el rol de los intelectuales; la fascinante universalidad de Borges que diluye su argentinidad; la nueva realidad cotidiana que traía consigo una era de consumo irrefrenable atravesada por el neoliberalismo.
Todos esos temas abordó Sarlo en las obras citadas arriba, con observancia quirúrgica y sin que la paralizara una idea sobre lo correcto, sobre lo político e intelectualmente conveniente.
En 2014 publicó La audacia y el cálculo: Kirchner 2003-2010; en 2014, Viajes. De la Amazonia a las Malvinas; en 2018, sus Siete ensayos sobre Walter Benjamin.
Siempre pensadora expuesta en ensayos o en crónicas, con fundamentos sociológicos y derrames irónicos e incisivos, nunca autora de ficciones.
El rol docente de Beatriz Sarlo
Beatriz Sarlo fue profesora en la Universidad de Buenos Aires y ha dictado cursos en varias de los Estados Unidos (Columbia, Berkeley y Harvard). También fue fellow del Wilson Center (Washington) y el Simón Bolívar Professor of Latin American Studies, en la Universidad de Cambridge, Reino Unido; además de becaria del Wissenschaftskolleg, de Berlín.
El libro Clases de Literatura Argentina (2022) recopila sus ponencias para la materia Literatura Argentina II de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que se desarrollaron en esa casa de estudios desde 1984 y por varias décadas. A ese trabajo lo realizó Sylvia Satta.
“Semana a semana, Beatriz Sarlo analizaba obras y proponía pensar la literatura argentina a partir de hipótesis que se convertirían en lugares comunes de la crítica”, señaló en su momento la editorial Siglo Veintiuno.
“Así, mientras en la televisión podían seguirse las audiencias del Juicio a las Juntas, ella se preguntaba por la vigencia de Operación Masacre, de Walsh, por todos sus testimonios, por la primacía de ese autor-narrador justiciero y por la completa ausencia textual de Enriqueta Muiz, quien fue fundamental en el proceso de investigación”, añade el respaldo de otra contribución insoslayable de esta defensora activa de la democracia, los derechos humanos y universidad pública.
Beatriz Sarlo ha recibido la beca Guggenheim, el Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes, el Diploma al Mérito Konex y la Orden do Merito Cultural, grado Gran Cruz, de la República de Brasil.
Otros premios recibidos fueron la Pluma de Oro de la Academia Argentina de Periodismo y el Diploma al Mérito Konex.
La historia del “Conmigo no, Barone”, de Beatriz Sarlo
Esta obra fue en paralelo a sus roles de columnista en prensa gráfica (escribió para la revista Noticias y para los diarios La Nación y Perfil) y como panelista televisiva eventual.
Su sobresalto mediático, precisamente, tuvo que ver con este último, en el programa 678, que se emitía en la TV Pública.
En rigor, se trató de un cruce con el periodista Orlando Barone, a quien le espetó un firme “Conmigo no, Barone” cuando este quiso vincularla con el Grupo Clarín, en un contexto en el que el entonces gobierno kirchnerista mantenía un enfrentamiento con algunos de los medios.
“¡Llamá a alguien de Clarín! Yo soy una columnista de La Nación y trabajo tres veces por semana en radio Mitre. No voy a responder por ese medio. Conmigo no”, finalizó el entredicho que terminó convirtiéndola, acaso a su pesar, en meme.
Esa situación se produjo en una emisión de mayo de 2011.
A propósito de acusaciones cruzadas y un país partido en dos líneas de pensamiento a partir de un maniqueísmo ideológico absurdo, Beatriz Sarlo se refirió al concepto “grieta” en una entrevista con La Voz, publicada en mayo de 2017. “El concepto de grieta no me convence”, dijo en aquella oportunidad.
“Podría servir para mirar algunos sectores de intelectuales, pero sólo en segundo lugar a sectores políticos, que están en instituciones que no pueden vivir de un lado u otro de ella”, añadió antes de contextualizar más detalladamente.
“Pichetto es un claro ejemplo –sostuvo–. Fue el más fiel súbdito de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, y ahora se comporta de manera razonable, negociando con Cambiemos. La grieta es un concepto que se aplica bien a medios de comunicación entusiastas que necesitan mantener caldeadas sus emisiones. Sí puede uno ver en Argentina, como en cualquier otro país ante elecciones parlamentarias, que la presencia o la ausencia de un político provoca reacondicionamientos”.
“Cuando digo que a Macri le conviene que Cristina se presente para mantener esa imagen de que él va a seguir salvando a Argentina del kirchnerismo, es eso simplemente. Pero no es un concepto que me sirva demasiado para pensar la historia política ni el presente”, remató.
Al conocerse la noticia del fallecimiento de Beatriz Sarlo, en perfiles de redes reaccionaron desde diferentes frentes, en su mayoría con señales profundas de dolor y de respeto. Pero la despedida más certera la ofreció en X el periodista Franco Torchia: “Gracias, Beatriz Sarlo, por la sofisticación del pensamiento, la estimulación infatigable de ideas, la producción de novedad conceptual, la complejización como principio rector”.