A fines de 1994, Hermética le ponía punto final a su historia tras la abrupta salida de Ricardo Iorio, y los tres integrantes restantes (Claudio O’ Connor, “Tano” Romano y “Pato” Strunz) decidieron seguir adelante con un nuevo proyecto: Malón.
Así, hace exactamente 30 años, publicaron Espíritu combativo, un disco que fue el origen de su discografía, pero también una continuidad de lo que venían haciendo en la mítica banda, con discos como Ácido argentino y Víctimas del vaciamiento.
Sobre aquel momento concreto, en diálogo con La Voz, O’ Connor recuerda: “Estábamos con mucho entusiasmo, porque para nosotros la disolución fue una sorpresa. Si bien había algún que otro conflicto –como en cualquier situación de trabajo o en una familia–, eran cosas que se podían superar”, inicia.
“Pero Ricardo tomó la decisión de cortar todo en ese momento. Y eso nos dejó, por un lado, con tristeza, y, por el otro, con muchas ganas de seguir en la ruta, porque estábamos atravesando un gran momento”, comenta.
Luego, del otro lado del teléfono, añade: “De ahí surgió lo que vino después. Un disco que fue una evolución. Algo así como si hubiera sido un nuevo disco de Hermética incluso habría sido más interesante con Ricardo, porque estábamos justo en ese punto de maduración, tanto a nivel producción como de composición. Y eso quedó plasmado en Espíritu combativo.
–Más allá del relato testimonial de época que hicieron con Hermética, en “Espíritu combativo” también hay letras que siguen vigentes. ¿Por qué pasa eso?
–Porque vivimos en un país que no cambia, es como un círculo vicioso. La letra y la música son reflexiones de cosas que nos molestaban y también hay otras cosas que nos pegaban. Transmitimos lo que nos pasaba a nosotros como seres humanos, como gente común y corriente y también como artistas.
–Con la misma banda, están al frente de La H no Murió. ¿Esta celebración toma rumbo de homenaje con la muerte de Ricardo?
–La muerte de Ricardo, la verdad, es una pena. Perdimos un valor muy importante, ¿viste? Nuestra postura siempre fue la de mantener el legado, todo lo que significó Hermética, lo más fielmente posible. Y creo que lo estamos logrando. Hace poco estuvimos tocando en Ecuador, hicimos dos shows en una misma noche, ¡una locura! En un video se ve cómo la gente cantaba todos los temas, cómo se armaba ese círculo que hacen y hasta había niños metidos ahí, participando con una energía impresionante.
–En una nota anterior, “el Tano” destacó que disfrutaba tomar esa obra con el sonido actual y los equipos de hoy. ¿Te pasa lo mismo?
–Coincido. Estamos en la misma sintonía: en evolucionar, en no quedarnos quietos. A los dos nos gusta experimentar, mezclar cosas nuevas con cosas vintage, con la música que escuchábamos cuando teníamos 20 años. Agarrar esas influencias y aggionarlas a estos tiempos, aprovechando los equipos y los recursos que tenemos ahora para grabar, por ejemplo. Pero sin perder las raíces, sin olvidar lo que nos trajo hasta acá: el metal. Nos gusta cómo sonamos.
–Sin embargo, a Hermética la envuelve una mística que, hasta el día de hoy, eleva la obra que hicieron. ¿Estás de acuerdo?
–Sí. Todo lo que encarás de cero es como que está más cargado de mística. No estoy diciendo que los discos que vienen después no la tengan, pero, bueno, hay un entusiasmo cuando arrancás que hace que después te pidan siempre un poquito de eso cuando continuás.
–¿A qué le atribuís el hecho de que pibes de 15 o de 20 años canten con euforia y pasión cosas que hicieron hace tanto tiempo?
–A la mística. (Risas) Se explica por ahí, por esa necesidad de sumarse a algo que tiene una historia linda por detrás. Porque todo lo que tiene que ver con la música, con compartir, con divertir a la gente desde un escenario, son cosas lindas. Muy poderosas.
El legado en el heavy metal
El pasado 5 de julio, Ozzy Osbourne se despidió de la música con un concierto en Birmingham, la ciudad que lo vio nacer. Allí se dio una verdadera reunión del heavy metal, con la presencia de casi todos los referentes del género.
Dos semanas después, falleció. Pero en todos quedó la imagen viva de su celebración junto con Black Sabbath, la banda de su vida.
Sobre ese momento, O’Connor cuenta que disfrutó del evento y que la noticia de su muerte le cayó como “un baldazo de agua fría”.
–El hombre murió en su ciudad, con su gente y en el estadio del club del que es hincha. ¿A vos cómo te gustaría que fuera tu último concierto?
–No estoy pensando en eso. En unos años, cuando vea el arpa cerca, preguntame (risas).

–Siempre se destacó tu rango vocal para llegar a tonos altísimos. ¿Cómo lo cuidás a esta altura?
–Solo tomé algunas clases de respiración en un momento, pero es una cuestión que sale de dentro del alma, como tiene que ser en el rock. Sin desmerecer a quienes tienen una gran preparación y pueden hacer cosas increíbles con su voz, a mí me favoreció el hecho de tener un nivel de voz extraño que pegó mucho en la gente. Por lo general, soy muy intuitivo y, más que cantar, interpreto. Me ayudan mucho los riffs y los golpes. Cuando canto estoy relatando algo, me siento dentro de una película.
–¿Te da miedo que te pase lo de Axl Rose?
–A mí no me pareció para tanto lo de Axl. Hay que tener en cuenta que tiene 63, es un año mayor que yo. Y, claro, no puede cantar como a los 25 o a los 30. Vi que se corrió un poquito de tiempo, que es algo lógico. Lo vi con los cuatro temas de Black Sabbath e hicieron un estilo muy distinto en la situación. Pero, bueno, los exámenes ya los rindió hace tiempo. A mí me conmovió verlo con AC/DC en silla de ruedas. Lo que haga de ahí en más estará bien.
–En el heavy nacional y después de ustedes, ¿qué viene?
–Siempre bregamos por que las bandas sigan surgiendo. Notamos que hay poca renovación. Pero tiene que ver con que al rock se lo ha puesto un poco de costado. Está la moda de lo urbano arriba. En los más jóvenes, digo. No sé cuánto va a durar esto, yo creo que el rock nunca muere, lo que pasa es que tienen esos altibajos, como el dólar (risas). Tengo esperanza de que sigan surgiendo muchas bandas, más allá de las que ya hay y la siguen luchando. Hay que seguir apoyando.
Para ir
Malón se presenta el viernes 8 de agosto a las 20 en Club Paraguay (Marcelo T. de Alvear 651). Entradas, desde $ 40 mil en alpogo.com