Última arenga. Últimos fuegos artificiales. Última campanada. Última Luna de Platino del festival Cosquín 2025. Esa profunda emoción de cuando uno dice “algún día todo se termina” empezó a sentirse desde muy temprano en la Plaza.
Es difícil explicarlo, pero de alguna manera la noche tenía una sensibilidad particular. La luna lucía elegante sobre el cielo lleno de estrellas. Cualquier melodía dulce o vibrante provocaba un nudo en la garganta que empujaba las lágrimas a salir, libres, naturales y hasta provocadoras. Esa es la magia coscoína. Esa es la belleza que transmite este festival.
Los bailarines del ballet fueron aplaudidos de pie y lloraron de la emoción luego de pasar nueve noches alucinantes. Luego les siguió José Luis Aguirre con su alegre banda de músicos. Cabe recordar que él estuvo acompañando a Demi Carabajal en la cuarta Luna junto a Peteco y Roxana Carabajal.
El artista Consagración 2024 recordó que hace algunos años atrás estaba del otro lado de la reja de la Próspero Molina soñando tocar algún día allí. Su gran trabajo e insistencia lograron consagrarlo y subirlo una vez más al Atahualpa Yupanqui.
El músico de Villa Dolores cantó, bailó y zapateó con ganas, logrando sacarle gritos al público y varios aplausos. También invitó a Toch y le dedicó una zamba a sus dos hijas. Para el final, José Luis subió a escena a Chacho Marzetti para leer una poesía de ternura mientras la banda cordobesa, Mery Murúa, Paola Bernal, Rocío Taboas y Martin Mamonde cantaban Los Pájaros de Mattalía.
La locura que desató Caligaris en Cosquín
Los Caligaris desataron la locura en la Plaza con su show colorido y lleno de adrenalina. Apenas salieron con esa energía tan avasallante que los caracteriza, la gente empezó a tirar espuma loca a todo lo que daba.
El conjunto cordobés, que ya había estado esta edición con Facundo Toro en la tercera luna, invitaron a cantar a Juan Fuentes y a Los Tabaleros. Además interactuaron con la gente haciendo la ola rápida y la ola en cámara lenta, aplausos a destiempo y otras peripecias propias de su fiesta de payasos.
Para Asado y fernet, el grupo sacó un asador y una mesa con la espirituosa bebida, una movida que ya es un clásico de la banda. En esta ocasión, y para hacerla bien festivalera, cambiaron el asado por un chivito a las brasas y lograron contagiar la risa.
En esa movida, subieron varios chicos arriba del escenario a bailar y sacarse selfies con los músicos. Para el final quedó Que corran, un tema que le canta a los sueños, como los que Caligaris vienen cumpliendo hace 27 años.
Luego de la primera tanda de premios, subieron al escenario La Bruja Salguero y más tarde Emiliano Zerbini, quien festejó 25 años de música en compañía de Doña Jovita y otros artistas invitados.
Minutos antes de la 1 de la madrugada, llegó el turno de Gloria de La Vega con sus bailarines de malambo y apareció la primera lanzada de harina (los vendedores de latas de espuma loca las llevaban al estilo de los cocacoleros de la cancha).
La chaya riojana
Antes del show de La Lunna, se anunciaron los artistas Revelación y Consagración. Para la primera categoría, fueron consagrados Yamila Aguado y Emanuel Ayala. En la segunda, Christian Herrera. Sin embargo, como no estaba presente, Indio Lucio Rojas recibió las placas y la estatuilla en su nombre.
Pasadas las 2 de la mañana, Sergui Galleguillo entró a la Plaza desde el público y cayó harina del cielo. La gente se avalanzó a los que custodiaban su caminar junto a enormes banderas que flameaban abriéndole paso al escenario.
Hay una fiesta sobre el Atahualpa Yupanqui y otra muy diferente dentro de la Próspero Molina. Con Galleguillo, la gente es parte intrínseca del show y juegan al carnaval hasta que el paquete de harina o la lata de espuma loca quedan totalmente vacías.
La fiesta es un éxito hasta que uno se toma con los maliciosos de siempre que buscan arruinar la diversión. Por suerte son los menos, ya que había muchas familias y grupos de amigos augurando por pasarla bien.
La chaya se extendió una hora, tanto entre el público que vio todos los shows como los que estaban afuera en la peatonal. Al salir del recinto, las calles estaban blancas de harina y la gente jugó hasta el cansancio.