Emotivo, sorprendente, curioso y llamativo. Así es el universo que Jazmín y el pelícano invita a conocer en Mapamundi.
La artista cordobesa publicó a fines del año pasado su primer EP y lo presenta este sábado en Emotivo, sorprendente, curioso y llamativo. Así es el universo que Jazmín y el pelícano invita a conocer en Mapamundi.
La artista cordobesa publicó a fines del año pasado su primer EP y lo presenta este sábado en Chilli Street Club. La virtud de la obra está en sus melodías y líricas complejas: producciones que llevan al asombro y a la imaginación desde el primer acorde.
Para la presentación, cuenta Jazmín, habrá una suerte de actuación teatral que acompañará la interpretación de las canciones.
En diálogo con La Voz, Jazmín Demarchi comenta que el origen de su arte se remonta a su infancia: en la literatura que la envolvió desde temprana edad, en la música que interpretaban sus padres y en su formación teatral, que cultivó durante muchos años.
Esa conjunción de expresiones artísticas se volcó en su música. Mapamundi es una seguidilla continua de imágenes, metáforas y canciones cargadas de significado.
“Fui a una escuela con orientación musical y siempre tuve muchas inquietudes artísticas. También escribí mucho, y cuando crecí, tuve una banda donde empezaron a surgir mis primeras composiciones”, cuenta.
Y completa: “En mi casa había un montón de estímulos. Mi papá tocaba la guitarra y mi mamá cantaba. Con respecto a la literatura, a los 9 me regalaron Harry Potter y desde ahí comencé a leer de todo. Mi mamá estaba vinculada al teatro y yo recorrí ese ambiente. Siempre estuve rodeada de cosas que me gustaban”.
–¿Recordás cuándo salió tu primera canción?
–A los 5 años hice una especie de ópera… o sea, para mí lo era (risas). Después, cuando iba a la escuela de música, cantaba temas de otros artistas. Lo primero que hice, entonces, fue escribir poesías. En ese sentido, me copaba la musicalidad de las palabras. Pensándolo bien, en una primera canción que haya preparado de manera consciente, habrá sido a los 18 años, cuando terminé la escuela. Es que mi camino musical no fue tan lineal.
–¿Cómo surge “Mapamundi”?
–El EP sale porque yo ya tenía toda una historia de composiciones y canciones previas. Estaba en una banda que se llamaba Líquenes y ahí hice algunas. Hubo una trayectoria importante, pero nunca pudimos grabar nada. Entonces, ese proyecto quedó medio en stand by, y en un momento dije: “Necesito tener mi música grabada”. Al principio fue una búsqueda por otras temáticas distintas a las que venía trabajando con Líquenes. También estaba tocando mucho la guitarra y música brasileña. Y siento que, particularmente, todo el proceso de composición de Mapamundi tuvo que ver con la pandemia, con la necesidad de imaginar un mundo más allá de las cuatro paredes de la casa. Una manera de sobrevivir fue eso: escuchar música, leer y transformar ese momento en otra cosa.
–¿Qué te inspiró a la hora de componer las canciones “Sorocabana” e “Historia de un geólogo”?
–Hay inspiraciones bastante concretas en la mayor parte de las canciones de Mapamundi. Varias tienen un origen literario. Después tomaron otro camino y terminaron siendo eso, inspiraciones. Por ejemplo, Wegener lo conocí por el libro M Train de Patti Smith que me lo prestó un librero en la pandemia. Cuando nadie podía circular, él iba a tu casa y vendía. Un día vino y me lo prestó. Fue como que él quería que yo lo leyera. Y leyéndolo quedé muy sorprendida con esto que cuenta Patti Smith, que pertenece a una especie de club de entusiastas de Wegener. La teoría de la deriva continental me parece una locura. Pensar en el estado previo de la tierra y también pensar en que hay algo de eso que se mantiene. Después, Sorocabana tiene un origen, una inspiración en un cuento de Truman Capote que se llama Un visón propio, que me encanta. Es una historia de tensión entre dos amigas. El viejo López también tiene inspiración en Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. Después todo fue mutando.

–¿Estás de acuerdo en calificar a las canciones como complejas? Hay melodías muy interesantes.
–Sí, podría decirse que las canciones tienen cierta complejidad, pero no es algo que me proponga de manera consciente. Se da porque hay sonidos y armonías que me interpelan más y siento que se conectan mejor con lo que quiero expresar. Crecí escuchando mucha música brasilera porque mi mamá es de allá. También me gustan el tango y el pop más experimental. En Mapamundi quise explorar esa mezcla: lo orgánico, como la guitarra y la bossa nova, con lo digital, como los sintetizadores y los “ruiditos” que me encantan. Son dos lados de mi personalidad musical, y quería que convivieran. Cada canción tuvo su propio proceso: por ejemplo, con Sorocabana supe desde el principio que quería hacer una bossa nova; en cambio, Budapest fue más sobre trabajar los silencios y el detalle sonoro desde el comienzo. En todo este trabajo tiene mucho que ver el aporte de Dylan Martin, mi productor, y también de Dante Demarchi, mi hermano, en la guitarra y los arreglos que tanto resaltan en las canciones.
–No fuiste directo a la fórmula…
–No fui directo a una fórmula porque, aunque existen formas interesantes de abordarla, muchas veces el universo musical que se ofrece es muy acotado, y terminamos escuchando las mismas ideas una y otra vez. La música está en todos lados, es omnipresente, y siento que en este momento histórico es fundamental abrir la imaginación. Vivimos en una lógica de nichos y algoritmos que refuerzan lo que ya somos, y eso puede ser limitante. Para mí, hacer música es también una forma de salir de ese lugar, de ampliar el mundo, de imaginar otras realidades, como la vida de alguien que vive en el campo o la de un geólogo de hace 100 años. Mi búsqueda va por ahí: abrir mundos, proponer algo distinto, compartir inquietudes. A veces una canción puede hacer pensar en otra cosa a quien la escucha. Y eso me interesa más que seguir una fórmula: hacer visible lo que me mueve, lo que me sorprende o me sacude, y compartirlo con los demás.
Para ir
Jazmín y el Pelícano se presenta el sábado 7 de junio en Chilli Street Club (Fructuoso Rivera 273). Esa misma noche se presenta A la vera, Lucía. Entradas desde $ 6.000 en passline.comStreet Club.