Este sábado, en una nueva edición del festival Tangopalooza, la programación contempla un segmento que, si bien tiene vínculo íntimo con la música, también va más allá.
Además de Milonga Sin Corte (en una nueva despedida antes de girar por Europa) y El Cuarteto del Amor, la otra pata de este encuentro tanguero made in La Docta contempla la presentación del libro El tango en Córdoba: lo provinciano y lo porteño en la construcción de un género, 1890-1950.
Lo curioso del caso es que ese material es producto de la investigación de Ana Belén Disandro, doctora en Artes, becaria posdoctoral del Conicet en el Centro de Investigaciones de Villa María y, también, pianista del quinteto liderado por Verónica Bie y Benshi Dron.
La exintegrante de Las Rositas tiene una vasta trayectoria en escenarios de todo el país y se ha vuelto una estudiosa del tango a raíz de su formación en Perfeccionamiento Instrumental, en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue la editorial de esa casa de estudios la que, mediante un concurso para la publicación de tesis doctorales, posibilitó la edición su primer libro.
“La posibilidad de estudiar el tango en Córdoba surge aproximadamente en 2013 y tiene que ver tanto con mi vida académica como con mi vida como pianista de tango”, concede la propia Disandro al contextualizar el trabajo.
“En el año 2012 había editado mi segundo material discográfico junto a Las Rositas y terminé mi carrera de grado. Y bueno, cuando me propusieron ahí en los pasillos de la Escuela de Artes trabajar sobre el tango en Córdoba, en un equipo de investigación que trabajaba la música de Córdoba, se me abrió esta posibilidad de investigar”, relata la doctora, que destaca la dirección de Héctor Rubio y la codirección de Omar García Brunelli.
“Era un género que, si bien lo estaba estudiando con algunos maestros en Buenos Aires, bueno, no lo había abordado desde ese punto de vista”, asegura la investigadora. “Y bueno, me puse a buscar y había muy poca información, muy poca bibliografía, un solo trabajo de Efraín Bischoff, un libro no editado de Miguel Ángel Ceballos, y después algunas cosas así sueltas en internet. La idea fue empezar a destrabar todo eso y reconstruir lo que había pasado en Córdoba con el tango”, introduce.
–¿Qué cuestiones centrales surgieron a la hora de estudiar este “tango lejos del puerto”?
–En esa búsqueda inicial que empecé a hacer a través de internet, una de las primeras cosas que surgió fue este tango que en 1925 escribe José Pérez Roselli, Provinciano, que habla sobre un provinciano que dice “Me desprecias porque dices/ que yo soy un provinciano/ que jamás horas felices a mi lado pasarás/ y prefieres un muñeco/ bien fifí y engominado/ que te guíe entre el bullicio/ de la engañosa ciudad”. Esa figura que apareció guio el foco que tiene el libro y que tuvo mi objeto de investigación, que fue buscar esta línea de lo provinciano, de cuáles eran las huellas que había dejado esa tensión provinciano-porteño. También fue clave una entrevista con Jorge Arduh, este músico, pianista, compositor y director de orquesta que por más de 60 años tuvo su orquesta en Córdoba. En esa entrevista, él me decía: “Hay un tango que me acuerdo que el sello Magenta no me lo quería grabar en ese momento porque hablaba sobre Córdoba”, y eso estilísticamente no tenía relación con lo que se consideraba “tanguero”. Esas esas dos cosas fueron las que pusieron luz y dieron un foco específico a mi trabajo.
Ayer y hoy
Cuando se le pregunta por rasgos particulares del tango hecho desde Córdoba, Disandro asegura: “Lo que empecé a encontrar fue esto de querer remarcar el universo del folklore dentro del tango y muchas alusiones a lo rural y al campo como ese lugar sagrado donde estaba lo bueno, a diferencia de la ciudad que corrompía”.
También hace referencia al binomio campo-ciudad, algo que en el tango cordobés reemplaza el binomio barrio-centro que aparece en muchos tangos rioplatenses, “y que incluso también está relacionado con el binomio Buenos Aires-París, en donde el traspaso de un lugar a otro significa como una degradación del ser”, según señala la investigadora.
“Esto de plantear una moral de lo bueno y de lo malo que está muy presente en todo el tango, como la división de dos mundos, aparece en Córdoba relocalizado en campo y ciudad”, destaca. “Y desde el punto de vista de los elementos musicales, estaba muy presente en poner algunos elementos que dieran un valor positivo a lo tradicional, a lo criollo, a lo que estaba relacionado auditivamente con lo folklórico”, añade.
“Entonces aparece no solamente desde las líricas esta figura de lo provinciano, sino también el uso del lenguaje gauchesco, de algunos recitados en estilo payadoresco, de algunos recursos musicales que son muy típicos del folklore, como el uso del recurso de las terceras y las sextas paralelas, aludiendo el canto más tradicional, o melodías propias de zambas”, dice tomando como ejemplo al compositor Cristino Tapia o a su colega Lorenzo Barbero, que en su orquesta tanguera supo incluir instrumentos regionales y mixturas con géneros como el candombe, el carnavalito u otros folklores latinoamericanos.
–Tu mirada está centrada en la primera mitad del siglo 20. ¿Cómo es “ser tanguero/a” en Córdoba hoy sabiendo que el techo a nivel posibilidades es mucho más bajo que en Buenos Aires?
–Más allá que hoy por hoy la globalización, el internet, las redes, acortan esas distancias, pensemos que al principio del siglo 20 la música la traían las personas. En 1914 Gardel ya estaba tocando en lo que hoy es Studio Theater y en contacto con Cristino Tapia o con Ciriaco Ortiz hijo, que cuando se fue a Buenos Aires probablemente haya llevado partituras de compositores cordobeses porque rápidamente empezaron a grabarse algunos tangos, aunque no se sabía que eran de Córdoba. Después había orquestas que venían acá, tocaban y a veces contrataban músicos locales. Creo que todo ese intercambio se fue consolidando con el tiempo, si bien en los ‘70 hubo una crisis del tango y después hubo un resurgimiento en el 2000, incluso en Córdoba. El Festival de La Falda tradicionalmente es un espacio en donde realmente se da un encuentro entre músicos locales y otros que vienen desde Buenos Aires, por supuesto, y del resto del país. Y creo que es un encuentro que ha propiciado estas posibilidades de ponerse en contacto con referentes, con estilísticas. En la actualidad, nuevamente se intenta darle un nuevo sello al tango producido en Córdoba. Creo que es parte de lo que trabajamos con la Milonga, y también parte de muchas cosas que están surgiendo, como orquestas típicas, como la Vevó ahora, Semillero, algunos festivales, esta posibilidad que trajo Javier Yokoo también de la Orquesta Escuela de Tango Nuevo. Creo que hay muchas apuestas para federalizar la enseñanza del tango, y eso es fundamental en un estilo que históricamente ha sido de tradición oral. Entonces, esta posibilidad de que se aprenda el género en otros puntos; y por otro lado, la academización del estudio de la música popular, tanto en Villa María como en la UNC o en la Universidad Provincial de Córdoba (donde está, por ejemplo, la carrera de bandoneón); todo eso está favoreciendo, y esto sí sucede en esta nueva era, que muchos músicos de la academia puedan dedicarse al tango.
Para ir
El festival Tangopalooza se realiza en Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835) este sábado a partir de las 21. Tocan Milonga Sin Corte y El Cuarteto del Amor y se presenta “El tango en Córdoba”, libro de Ana Belén Disandro. Entradas a $ 4.000 (más cargo por servicio) en Alpogo.com.