Marilina Bertoldi está en el medio de un largo proceso de deconstrucción que la vuelve impredecible, algo saludable en tiempos en los que la producción cultural está calculada fríamente.
Ahora, tras pocos años de rebelarse ante el rock orgánico en Mojigata (2022) al producir en capas y en plan más experimental que sus obras precedentes, propone Para quién trabajás radicalizando una dirección deforme que no resigna belleza.
Amparada en baterías electrónicas, beats, sampleos y sintes a los que se les saca “un montón de ruiditos” (tal cual le apunta a uno de sus sobrinitos al comienzo), Bertoldi alude a la galaxia que va de After Chabón (Sumo, 1987) a Clics Modernos (Charly García, 1983), previo paso por Privé (Luis Alberto Spinetta, 1986).
Lo hace en un plan igual de reivindicativo que el de Lali en No vayas a atender cuando el demonio llame (2025), aunque menos obvio.
Aquí, según información oficial, el plan es mezclar “resignación irónica” con “energía vital para enfrentar la adversidad”.
Es decir, se resetea del todo algo unívoco como O no? (de Prender un fuego, 2018), instituido como himno de la marea verde feminista, para apelar a algo más lúdico como El Gordo, donde la batería electrónica suena latosa como la de Parte de la religión (otra vez Charly García, 1987). En esa composición de estatus pop canción, Bertoldi toma una viñeta de cotidianidad que le sirve para invitarlos a “cerrar al orto” a algunos cuantos.
“Marilina grita ‘cierren el orto’ anticipando un despertar de El Gordo (el personaje), un pueblo asfixiado y paralizado, al que se exhorta a reaccionar. El diálogo de El Gordo (el tema) con el contexto social es innegable, es una toma de posición, un llamado a la acción”, dice una nota de prensa de Sony Music que parece dictada por la misma artista.
OK, puede ser testimonial, pero a primera escucha remite a otro tipo de viaje. Lo mismo pasa con el cierre de Monstruos, donde un movimiento de siniestra cajita de cristal da lugar a una angustia existencial personalísima, aunque la comunicación oficial revela que es un tema que reacciona ante “el dolor generado por los lesbicidios en Argentina”.
Si alguien no lee estas intenciones, es probable que termine en el mundo polisémico e incierto como al que invita No quieren más mi rock & roll, que se intuye como un manifiesto pero puede ser cualquier otra cosa antojadiza. Esta pieza empieza con criolla e inmediatamente se oye atravesada por flashes y trucos de estudio antes de explotar en plan demencial.
Autoestima fue el adelanto que avisó que se venía algo en plan sumesco (de hecho, samplea a Luca Prodan cantando Mejor no hablar de ciertas cosas), mientras que el tecnopop Siglos abre con una radio transistorizada que filtra la palabra “ajuste” y acerca a la Bertoldi que sabe crear a partir de relaciones, de las que funcionan y de las que no. “Tengo mucho, mucho, mucho temor/ Es hora de seguir, amor”, se le oye allí.
A propósito de esta última versión, la de la Marilina que pone su corazón en bandeja, en el acústico Por siempre es un lugar confiesa que para ella sólo existe el odio y que cree que el amor no es un lugar para sí. Y no se queda ahí, le advierte a su amada “no sabés donde te metés”. Si permutamos esta producción minimalista de drumbeats por jazz easy listening, tenemos a la Amy Winehouse de I Told You I Was Trouble.
Casi todas las canciones de este Para quién trabajás fueron producidas por Marilina Bertoldi junto a Mariano Otero, pero la figura del productor en general parece empequeñecida en pasajes tecnopop como De caza, donde no hay guitarras y ella se hace coros a sí misma; toca teclados y bajo; y programa una percusión maquinal.
Al cierre del ya comentado Monstruos, vuelve otro de los sobrinitos de Bertoldi vía audio de WhatsApp para contarle a su tía que está bien, que no se preocupe. Y la despide con un “Espero que la estés pasando muy bien. Te mando un beso y abrazo muy grande”, que ella usa para hacer extensivo el mensaje al escucha. Eso, un retazo de mundo privado para nutrir de sentido a una entrega artística pública, de libre disponibilidad y de excelente factura por su insularidad.
Más información
Entrevista a Marilina Bertoldi: “Hay una resistencia global al feminismo”