Cuando todavía quedaba en la memoria su último recital en el estadio de Instituto en el que repasó su álbum más celebrado El amor después del amor, Fito Páez volvió a Córdoba para repasar otros dos hitos.
Se trató de su show 4030, en honor a las cuatro décadas de Del 63 (álbum de 1984) y a los 30 años de Circo Beat (1994).
Si aquel fue un show de estadio, más tribunero y hitero, el del viernes por la noche en el Quality Arena fue un espectáculo exquisito, ajustado y selecto que disfrutaron mucho más aquellos fans de la primera ola del músico. Repleto de grandes canciones que no necesariamente la pegaron en las radios.
Con excelentes arreglos de teclado y de vientos, que pasaron por géneros como el latin jazz, algunas pinceladas del tango, el bolero y la música clásica, los dos tramos del show (la primera parte dedicada a Del 63 y la segunda al recordado Circo Beat), tuvieron momentos de intimidad y sensibilidad, interrumpidos por fogonazos de rock and roll furioso.
Además de una selección de vientos, el músico estuvo secundado por Diego Olivero (bajo, teclado y coros), Gastón Baremberg (batería), Vandera (voz, guitarra, teclados y coros) y Juan Absatz (voz, teclados y coros). Se destacaron, y tuvieron su momento de protagonismo, Juani Agüero (su guitarra sacó chispazos en varios tramos del recital), y Emme, la corista que mejor sabe interpretar la sensibilidad de cada momento del show.
Algunos puntos destacados del show de Fito Páez en Córdoba
Del primer tramo vale revalorizar la versión de Cuervos en casa. Con un escudo argentino en el fondo de la pantalla Fito hizo gritar a toda la tribuna, furiosa con la situación actual: “Cuervos en Casa Rosada, cuervos en Casa Rosada/ Cría cuervos, la Casa Rosada”. Y lo dijo todo sin decir nada.
La rumba del piano y Un rosarino en Budapest, se llevaron la ovación del público cordobés que recordaba a fondo esas letras a pesar del paso del tiempo.
Del segundo tramo, que llegó luego de un breve intervalo, quedaron postales como la telecaster de Juani Agüero haciendo el solo de Circo Beat mientras el público miraba boquiabierto sus proezas y la frase de Páez diciendo: “Yo no vine a esta ciudad buscando cobre, vine a la ciudad de Carlitos Jiménez”.
Mariposa tecknicolor generó su clásico pogo y su coro de cancha y fue seguida por Normal 1, pero toda esa alegría se cortó de repente para dar lugar a la nostalgia de la canción Las tardes del sol, las noches del agua.
Antes de arrancar el músico aseguró que el tema estaba basado en la historia de una chica a la que la curia la exorcizó por no entender que decía I love you. “Hoy habría que exorcizar a más de uno por muchísimo menos”, aseguró dejando la frase picar en el aire. El cierre del tema, que tuvo los coros de todo el público, fue para Emme y un lamento que se perdía en la espesura del paisaje que mostraban las pantallas de fondo.
El show fue un subibaja de emociones porque la tristeza de Las tardes del sol, las noches del agua se compensó con el Tema de Piluso que levantó nuevamente a la tribuna. El fervor no duró mucho porque no hubo un segundo de respiro e inmediatamente arrancó She’s Mine con su melancolía.
Del tramo final se destaca nuevamente la guitarra de El jardín donde vuelan los mares. Un final a pura sensualidad con Agüero empuñando su instrumento en el centro del escenario y Emme bailando desde los coros.
Antes del cierre definitivo de la mano del bonus Ciudad de pobres corazones (un plus proveniente del disco homónimo que no estaba siendo homenajeado en esta ocasión), hubo otro gran momento.
Los músicos, todos vestidos de un impecable color blanco, fueron hacia la parte baja del escenario y cantaron prácticamente a capela y casi sin luces Soy un hippie. Luego de un par de minutos volvieron a sus puestos y “empuñando sus armas” completaron la canción de manera magistral.
