“Sigo moviéndome entre la quietud aparente…” Esa línea de texto está en Moviéndome, un medio tiempo entrador de Ropa de animal (2022), el último disco de Francisco Bochatón a la fecha.
Expresada por el creador platense, fundador de los revulsivos Peligrosos Gorriones y creador de discos solistas que son auténticas obras maestras de amalgama de música y poesía, parece una autorreferencia.
Es que salida de su voz entrañable, entre firme y vacilante, de algún modo remite a lo que pasa con él en la música argentina: mientras el contexto es indiferente al formato canción de rock poética, sigue yendo (moviendo) hacia adelante, desentendido de todo.
Pero él no está muy de acuerdo con este diagnóstico. “En realidad, el diagnóstico que hacés no es certero ni cercano ni exacto, porque la sensación de seguir moviéndome no está referida al contexto de la música”, dice en contacto con La Voz.
“No es como ‘Sigo la ruta’ o ese estilo de cosas que, creo, querés decir. Si es así, no. Más bien me refiero a la sensación de estar en acción en la vida. No creo que haya formato a seguir o que deba estar encajado en ese ángulo que nos exponen el mercado, las compañías discográficas y la sociedad en general”, añade.
“Si va por ese lado, nada de lo que uno haga artísticamente tendrá un buen resultado. En realidad, esta canción se refiere más al movimiento como energía y vitalidad, como una sensación de vivir. La letra no tiene nada que ver con mi posición. No sé en qué contexto pude imaginarse cada uno”, completa el artista, que este viernes actuará en formato full band (junto al baterista Quique Ilid, el bajista Goyo Martínez y los guitarristas Sebastián Polo y Fernando Kabusacki), en Pétalos de Sol (Marcelo T. de Alvear 384).
Y que en la antesala de ese show es presentado como “un ícono del rock nacional reconocido por irrumpir en los ‘90 con su sonido particular y alternativo”.
“Con una poética profunda, que juega con las escenas de la vida cotidiana de una manera espontánea y con un vuelo abstracto que remite a instantes fantásticos”, suma un texto que, a su vez, tiene una consideración precisa sobre Ropa de animal.
“Es un disco fuerte en cuanto al sonido y las letras, pero a la vez cálido, con toques y climas íntimos cómo en Flota o Alumbra. Las letras son intensas, cargadas de imágenes y emociones”, precisa.
Sigamos el ida y vuelta con Francisco Bochatón
–La intensidad y el vértigo de este tiempo hacen pensar que Bochini no tocaría una pelota y que Peligrosos Gorriones pasarían desapercibidos. No estoy tan seguro de eso, pero acá importan tus impresiones al respecto.
–No entiendo la analogía que hacés. Será porque no sé nada de fútbol y realmente no me interesa seguir el camino de nadie. Son tus impresiones, y totalmente respetables. Incluso lo aclarás en la pregunta al decir que son tus impresiones y que las que importan son las mías. Mirá, no quiero seguir el camino de ningún artista. Nunca lo hice. Ni siquiera seguí el mío. No existe camino. O sea, voy componiendo canciones y no me corresponde pensar en el resultado. ¿Entendés? En relación con lo otro que decís, no entiendo si te referís a lo que está de moda o a lo que no está de moda. Más bien hago la música que quiero hacer. Y mucho más. La que quiero escuchar. Jamás haría otra cosa.
–¿Por qué Peligrosos Gorriones no fue tan longevo como Babasónicos, por ejemplo? ¿Te interesó el mainstream alguna vez?
–La cosa que puede pasar de ir y volver a mí no me pertenece. Nunca me desveló el mainstream ni nada por el estilo. Me da igual, son formas de enfocar la vida y la música. Igualmente, no entiendo por qué tus preguntas están dirigidas con esa motivación. ¿Las hacés desde el lugar de quién la pega y quién no la pega? Esas cosas no me importan, ocurran o no ocurran.
–En 2024 publicaste el simple “Espejo”. ¿Qué ves cuando te ves?
–Bueno, con respecto a lo que preguntás sobre Espejo, en ese momento me encantó, porque primero es una obra y no tiene relación directa con mi vida cotidiana. La tapa te contesta lo que me preguntaste: cicatrices... Es una obra, eso lo que veo cuando veo. Al menos para mí, persona que ama la música, que vive en Argentina, que trabaja permanentemente y que disfruta muchísimo de trabajar en equipo con amigos y con gente muy profesional.
–¿Por qué se cree que, en tu caso, primero aparece la letra y luego la música? ¿Es realmente así?
–Mi forma de escribir tiene mucho sentido ambiguo y es automática. Tiende a dejar la parte racional de lado, porque eso sería lógico y muy fácil de hacer… O muy difícil, depende de cada uno. En mi caso, me dirijo mucho hacia ese lugar que me está indicando la mente, donde voy buscándole las palabras a la sensación que se presente. A veces salen junto con música; otras, escribo y después compongo la música; y otras, le pongo letra a la música. Voy cambiando la forma. Son varias.
–¿A quién interpelás con tu arte?
–¿A quién “creo” que interpelo? Es difícil de contestar porque a veces las letras están dirigidas a seres imaginarios, por ejemplo. También pueden referir a las experiencias pasadas, a gente que conozco, a paisajes y a cosas que realmente pueden ser abstractas, así que la gente que lo escuche puede indagar o puede darse cuenta de que está hablando cada tema. No me dirijo a nadie en específico.
–¿Qué sentís teniendo a Kabusacki y a Quique respaldándote detrás?
–Sí, no sólo están Kabusacki y Quique Ilid. También comparto el escenario con Goyo Martínez y Sebastián Polo, así que más que respaldo, todos formamos un equipo de laburo. Sí, es muy interesante sentirse acompañado por ellos porque forman una pared enorme de música. Y lo más agradable de todo, es muy bueno compartir escenario con grandes profesionales y amigos.