Bandalos Chinos titula Vándalos a su cuarto álbum de estudio. Una corrección ortográfica que complementa a una reacción de renovación y cambio pivoteada por la banda bonaerense, que hasta aquí mostró un perfil de pop orgánico refinado y radioamigable, junto con el productor Fermín Ugarte, brillante en los corrosivos discos de Dillom.
Antes de publicarse hace unos días, Bandalos Chinos habían advertido que en Vándalos abandonarían “el tono luminoso y optimista” de su trilogía previa formada por Bach (2018), Paranoia Pop (2020) y El Big Blue (2022) para apostar “por una producción tan franca como irreverente”.
O por un recorrido de alta fidelidad por los diversos caminos del indie y del pop, aunque para re-configurarlos en clave “contemporánea y audaz”. En ese momento también citaron referencias como el wall of sound de Phil Spector, la irreverencia rítmica-tímbrica de Flaming Lips y grooves sexies de aires r&b.
Hasta ahí, un cambio de piel lógico en un proyecto con 15 años de recorrido y con miembros jóvenes en la antesala de la adultez, que ya empiezan a acusar la fatiga y el rigor que trae consigo el ciclo disco-gira-disco-gira.
Pero en contacto con La Voz, el cantante Goyo Degano le suma retórica fatal a este diagnóstico introductorio. “Fue bastante intuitivo”, comienza con relación a por qué Vándalos bien escrito.
“El nombre surgió incluso antes de grabar el disco. Lo que terminó pasando, creo, es que la obra fue tomando significado a medida que transcurrió el tiempo. Consiguió nuevas capas de significado que encontramos nosotros, algún fan o un periodista en situación de entrevista. Lo primero que nos surgió en la previa fue una necesidad de cambio”, añade.
Y luego precisa: “Empezó una búsqueda medio conceptual con el propósito de matar a la banda para luego reinventarla. En ese contexto surgió la idea de ponerle Vándalos, con v corta, al disco. Un periodista nos señaló: ‘Bueno, ahora aprendieron a escribirlo bien’. Si lo pensás, es como un signo de madurez. Y así van apareciendo capas y capas de significados. Me encanta”.
–¿Y por qué la necesidad de matar a la banda?
–Viene de un agotamiento; de sentir que estábamos empezando a copiarnos a nosotros mismos y perdiendo la frescura. También de notar que cuando entrábamos al estudio, después del ciclo disco-gira-disco-gira, no nos podíamos distanciar de la música que ya habíamos publicado. Por otro lado, el año pasado cumplimos 15 años de banda. Es un número bastante redondito que nos llevó a hacer bastantes revisiones internas.
–¿Cuáles, por ejemplo?
–Cuando arrancamos la banda, no pensábamos que se convertiría en lo que se convirtió. Y de repente, pasó que nos pusimos a revisar nuestros propios acuerdos, onda de preguntarnos “¿Cómo queremos seguir?” o “¿Hacemos centenares de shows por todos lados sin tener vida?”. Tratamos de buscar puntos de contacto para que el proyecto sea sostenible en todos los aspectos. Hubo una necesidad de cambio musical y otra interna para ver dónde estábamos todos parados emocionalmente. Porque somos una banda, a fin de cuentas. No es la banda de Goyo o la de algún compañero. Hay que ponerse de acuerdo, no queda otra.
–Empezaron jovencitos y hoy son jóvenes adultos en la antesala de algo que requiere más equilibrio entre la vida real y la vida de banda pop.
–Y sí, hay que analizar todo para que la banda sea longeva, que es lo que buscamos todos. Tal como decís, somos personas que estamos creciendo y, por ahí, les cambian los objetivos, las ganas o las necesidades. Esta suerte de parate que llevó a matar a la banda, cambiar de productor y grabar en otro estudio vino con el objetivo de extender la vida útil de Bandalos Chinos, de evitar que alguno de nosotros diga “Che, me voy a la mierda, ya está”. No porque eso fuera a suceder, pero sí porque notamos cómo nos afectó el cansancio. Tuvimos la oportunidad de poder frenar casi todo el primer semestre del año pasado, cuando pateamos el tablero de alguna manera.
–¿Cómo siguió todo después de eso?
–Teníamos previsto grabar el disco en febrero para empezarlo a desagregar en junio o quizás un poco antes. Pero decidimos ir en contra de lo que te demanda la industria hoy: estar ahí, estar todo el tiempo en el tapete sacando temas y haciendo giras. Los desafiamos y nos desafiamos. “Lo hagamos como queremos hacerlo”, nos dijimos, muy conscientes de que si no lo hacíamos, nos explotaría una bomba en la cara.
–En el análisis retrospectivo e introspectivo que llevó a matar a la banda visualizaron a “Bach” (2018), “Paranoia Pop” (2020) y “El Big Blue” (2022) como una trilogía. Fundamentame eso.
–Eso cobró significado con el tiempo. Es un término que alguien dijo en una entrevista y lo tomamos. “La trilogía Jodorowsky” (en referencia al productor argentino-mejicano Adán Jodorowsky, con el que realizaron esos discos). Viéndolo en perspectiva, hay un hilo conductor, un marco y temáticas recurrentes, aunque no es algo que hayamos pensado cuando empezamos a grabar Bach.

Goyo Degano, de Bandalos Chinos, en la búsqueda de una diversidad expresiva
–¿Y cuál sería en tu opinión el componente estético diferencial o revulsivo de “Vándalos”?
–Cambiamos las referencias, en algún punto. Tiene músicas de los ‘80 (otras, distintas a las que veníamos referenciando) o de los primeros dosmiles. Hay un intento por ir hacia algo más oscuro, más noir, más de noche. Veníamos haciendo una música de atardecer, tal vez, y ahora el objetivo es proponer algo con colorcitos más nocturnos. Vino por ese lado. O por el de romper el formato de la canción y jugar a tener una composición con un largo pasaje instrumental, como en el caso de El ritmo. Quizás en otro momento hubiéramos dicho “No, este es un arreglo para el vivo”. Claro que en todo ese proceso fue importante Fermín Ugarte, el productor, con quien veníamos cruzándonos todo el tiempo. Había hecho aperturas en shows nuestros, yo había colaborado en un tema de un disco suyo… Además produjo los discos de Dillom. Nos parecía interesante laburar con un pibe más pendejo, con un encare distinto de la música. Y él se metió medio 360 con Bandalos Chinos, porque participó de algunas composiciones, en charlas sobre el nombre del disco, el arte de tapa. Lo vamos a sumar a los shows en vivo.
Para Goyo, “Fer” fue clave por un zarandeo áspero: “Es que teníamos una carpeta con 300 demos y de ahí la cosa podía ir para cualquier lado. Él tuvo el rol de unificar y de ponerle un embudo a esos demos hasta decir ‘Vamos por este camino’”, revela.
“Y al momento de elegir una estética y una instrumentación, hay demos que empiezan a quedar descartados. Él marcó un rumbo, algo que a nosotros se nos estaba haciendo difícil. Veníamos de una fórmula muy armadita, de entrar al estudio y ya saber cómo terminaríamos sonando”, remata Degano como para certificar que con Fermín Ugarte, en un momento, todo se puso incierto, más estimulante.
–Esto que decís es consecuente hasta con las fotos de prensa, en las que hay un rictus de mayor severidad. Por eso te pregunto: ¿cómo afecta todo este cambio a tu rol de frontman de “Bandalos Chinos”, que ya se había autoanalizado en “Paranoia Pop”?
–Hay una evolución y un camino recorrido que me llevó a alcanzar cierta madurez. Y después hay una realidad: tal como te decía, llevamos 15 años de banda y hace cinco que empezamos a girar por el mundo. Y ya hay nuevas camadas de artistas que empiezan a pisar fuerte y me llevan a pensar que está bueno reinventarse y a encontrar nuevas personalidades. Me motiva. Hacer un disco con un encare diferente me ayuda a encontrar una nueva faceta dentro de esta música, buscar algo más misterioso, más serio. Y no por eso dejar de ser yo. No voy a dejar de hacer mucho de lo que hice. Le agregaré cosas, en todo caso.
La Renga, un ejemplo a seguir para Goyo de Bandalos Chinos
–Sin dejar de ser complaciente con el público, también se puede ser distante con él, ¿no?
–Pero es difícil, para qué negarlo. Me pasó hace poco que intenté construir algo así en oposición a lo que nos definía. Porque, abro comillas, “somos esclavos de nuestro propio repertorio” y tenemos derecho a romper todo, pero no es algo sencillo. Te decía que hace poco intenté algo por el estilo. Fue en Cosquín Rock, que se transmitió por streaming. Y mi mamá me mandó un mensaje apenas terminó el show algo preocupada: “Hijo, ¿estás bien? Porque te vi medio mala onda”. “No, vieja, nada que ver. ¡Estoy buscando una expresión corporal- gestual nueva!”. Acá hay una imagen construida y tengo que sumarle cosas con coherencia en relación con lo que vengo haciendo.
–Recién hablaste de longevidad y por eso te pregunto: ¿qué banda argentina de larga vida es un buen espejo para mirarse?
–Para mí, el máximo referente en ese sentido es La Renga. Son como una gran familia. Me llegan los cuentos de que comen grandes asados detrás del escenario antes de los shows, con toda la “flía”. Hay una cosa ahí de mezclar todos los mundos que me parece atractiva. Y son artistas independientes, con un camino similar al nuestro en el sentido de que no tienen un sello que les dice qué hacer y se editan ellos mismos. Es un referente muy claro. Y cuando hablamos entre nosotros de tener una vida en banda, flasheamos los Stones, salvando los kilómetros de distancia. “¡Seamos como los Stones! ¡Tengamos 40 años de carrera!”. ¿Por qué no? ¿Por qué no apostar a llegar a esa marca y a tener esa energía envidiable? Lo vamos a intentar.
Queda añadir que Bandalos Chinos presentará Vándalos el viernes 1º de agosto en Atenas y que ya se abrió taquilla en edenentradas.com.ar. La fecha cordobesa será una de las principales de una gira que también destaca shows en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Movistar Arena, jueves 14 de agosto) y en Ciudad de México (Auditorio Nacional, miércoles 22 de octubre).
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