El último 19 de junio, un evento reunió a un grupo de leyendas urbanas que forman parte de la historia grande de la cultura musical cordobesa de las últimas décadas.
Apenas unas horas después de que se conociera la noticia del fallecimiento de Tomy Boy, bailarín de breaking pionero del estilo a nivel local en los primeros años ’80, la comunidad del hip hop local tuvo un motivo de encuentro mucho más propicio para las risas que para las lágrimas.
Ese día, en la Legislatura provincial, se presentó la flamante Historia del rap en Córdoba. Escrito por el investigador y docente Martín Biaggini, el libro digital que ya desde su título anuncia un recorrido por los orígenes del hip hop en esta parte del mundo es lo más parecido a un eslabón perdido.
“Se reencontró gente que dio los primeros pasos hace cuarenta años. Fue muy emocionante”, reconoce el autor, que es doctor en Ciencias Sociales y profesor universitario especializado en estudios culturales. Es que gracias a él, el testimonio de referentes y pioneros como Negro Chetto (encargado del prólogo) o Locotes pudo ser reunido en un volumen que, de entrada, es todo menos un resultado definitivo.
El eslabón perdido
“Creo que aún falta mucho por investigar y analizar, este trabajo sólo pretende dar pasos iniciales”, dice Biaggini en la última frase de esta publicación que intenta ser un punto de partida para que la historia se reescriba desde el propio lugar de los hechos. Es que para el investigador, que viene trabajando en el vínculo entre construcciones identitarias y música, el del hip hop en Córdoba fue un misterio que necesitaba resolver.
Mientras trabajaba en su tesis doctoral vinculada a la construcción de la escena del hip hop en Buenos Aires, Biaggini notó una ausencia que lo llevó a seguir pensando. “En 1997 se editó el compilado Nación Hip Hop, un disco que ya desde su nombre tenía aspiraciones federales que no fueron cumplidas. Había raperos de Rosario y Mendoza, y el resto eran de Buenos Aires. Entonces la primera pregunta que me surgió fue por qué no había nadie de Córdoba”, explica el autor.

“Después, en otras entrevistas me apareció la referencia de las fiestas Conexión Hip Hop, que se hacían en Casa Babylon”, dice sobre el evento creado por Chino MC y DJ Coloso (Mauro Paredes y Marcelo Ramírez, integrantes de Locotes y Doble Ache), que en su momento albergó el primer campeonato federal de freestyle.
“Me encontré con unas fiestas realmente federales, que lograron nuclear gracias a la ubicación geográfica y a las redes que supieron nuclear los raperos cordobeses. Creo que ahí hay un antes y un después del hip hop argentino, no sólo cordobés”, acota Biaggini, que a partir de esas primeras pistas comenzó a profundizar en un legado que rastrea sus orígenes en 1984, cuando el desembarco del breakdance inició toda esta historia.
Como se puede ver en las páginas de Historia del rap en Córdoba (disponible para su descarga gratuita en el sitio Academia.edu), el legado del hip hop en “la Docta” tiene varias décadas de pequeños hitos entrelazados. Allí están los primeros bailarines como Los Duques del Ritmo o El Abuelo del Break. También el Negro Chetto (b-boy de la “segunda generación” y precursor entre los raperos), Rap Corporation, Four MC y Nivel 7. Y por supuesto, los grupos que consolidaron el embrión de una escena propia: Locotes, Doble Ache, Hiphopica y 22 Killa, entre otros.
“Como grupo de cordobés pionero, Locotes había desarrollado un sonido y un estilo de hacer rap impecable”, destaca Biaggini, que no ahora elogios para el principal exponente de aquella escena que también se nutrió de movidas alternativas como las del punk o el hardcore. “Ahí también está la asimetría de poder cultural Buenos aires-resto del país: yo creo que Locotes, a veces invisibilizada, es una de las mejores bandas de rap argentino”, sentencia el investigador.
Otro descubrimiento central para el autor fue el de quien es la primera referencia femenina del hip hop local. “En general, cuando se habla del rap hecho por mujeres se nombra a Actitud María Marta. Ellas sacaron un disco en el ’96, pero Córdoba ya tenía a Mel Melanny, que en los ’90 ya estaba rapeando”, acota el autor sobre Melina Barrionuevo, también conocida como Mel&anny.
“La conocen los de la movida del rap cordobés, pero en el resto del país se la conoce poco. Eso fue algo que me sorprendió muchísimo”, reconoce Biaggini.
¿Cultura y/o mercancía?
“Ser pionera en algo es como ser sapo de otro pozo. Fui la primera y por ende era la única”, apunta hoy aquella misma rapera que se inició en el hip hop siendo una niña a mediados de la última década del siglo 20.
“No conocía a nadie que escuchara la música que a mí me gustaba, o a otra chica que quiera hacer lo mismo que yo. Estaba mal visto, andar con ese grupo de raperos era de vagos. Todo lo relacionado al rap era raro”, recuerda Melina Barrionuevo, consultada a instancias de Chino MC, otro de los nombres claves de este ecosistema.
Según cuenta Mel&anny, el hecho de empezar a compartir esa música con gente que no sabía de qué se trataba el rap la llevó a hacer sus primeras letras y de a poco a incursionar también en el freestyle.

“No me dejaban entrar a los lugares donde tocaban las bandas porque era menor, así que empecé a hacer temas para poder ir como artista y compartir escenarios”, relata la artista, que recuerda la década de 1990 con una nostalgia decididamente analógica: “Sacarte una foto con un grafiti tuyo de fondo era tu identidad como rapera”.
En ese sentido, Barrionuevo observa con decepción la evolución de aquella subcultura que hoy es el telón de fondo de algunos de los principales artistas a nivel nacional e internacional. La rapera old school no tiene medias tintas: considera que en la actualidad “la industria musical comercializa rap basura en nombre del hip hop”.
“Antes la música solía ser un arte”, comenta. Y asegura: “Si bien antes el rap no era para cualquiera, ahora resulta que cualquiera hace rap. Los que trajimos el hip hop, lo defendimos de que no lo vean como una mala influencia. Trajimos el rap auténtico, lo difundimos y lo defendimos como una cultura”.

“Hoy hay raperos y bailarines en todos lados, pero haciendo un desastre con la cultura. Sin respeto, sin unión, sin humildad, y principalmente sin talento. Lo indignante para los que formamos parte de estos inicios del rap es que se abrió un camino para que crezca esto, no para que haya un desfile de payasos que se consideran rappers”, despotrica Mel&anny. Para ella, y al margen de algunas excepciones, los principales referentes del hip hop actual “no son más que la presentación de la decadencia de la música de estos tiempos”.
No obstante, como sugiere Biaggini en su libro, este es un relato que todavía tiene mucho por desarrollar. “En este nuevo contexto, la historia del rap en Córdoba desde comienzos del siglo 21 hasta la actualidad merece un nuevo trabajo de investigación”, escribe el autor en el cierre de Historia del rap en Córdoba. Y pasa el mic a quien quiera seguir la ronda.
Para leer
Historia del rap en Córdoba fue editado de manera digital. Puede descargarse gratuitamente desde el sitio Academia.edu.