Si bien tiene nuevo disco por respaldar (Inmersión, publicado en abril pasado y de pulso down-mid tempo), Javiera Mena se permite despuntar el vicio de pinchar discos. De ser dee jay, en otras palabras. En ese rol se la verá en la fiesta No Es De Vegana, de este viernes, en Sala Formosa (Achával Rodríguez 349).
“Nos visita una NO ES DE VEGANA ICON, una AMICHA que nos inspira. Y que viene a encender la pista como solo ella sabe hacerlo”, dice una invitación oficial sobre el evento que tendrá a la cantautora chilena en cabina, un espacio que al fin y al cabo no es inusual para ella, ya que viene desde hace dos décadas expandiéndose como artista electropop con la que se puede pistear.
“Desde pequeña, siempre he sido bastante dee jay, siempre ponía música. Era supermelómana y en las fiestas era la encargada de hacer bailar. Siempre lo he hecho de manera puntual, dedicada”, cuenta desde su hogar en Santiago de Chile, al ser contactada por La Voz.
“En los últimos tiempos, he hecho un par de dee jay sets, le ha gustado a la gente y me empezaron a llamar, a pedir más. Tengo un área por explorar allí, pero por ahora selecciono lo que me gusta y pongo mis temas más bailables. Lo mío tiene que ver con el house, con el ítalo-disco de los ‘80. La verdad se me da bastante bien y cada vez le sumo más ganas y oficio”, añade.

Al ser consultada sobre dee jays de cabecera, Javiera Mena contesta “varios”.
Pero inmediatamente hace foco: “Me gusta mucho Miss Kittin. La conocí como cantante, pero como dee jay la vi hace poco y me impresionó mucho. Puso mucho electro en la onda antigua de Detroit, que me encanta. DMX Krew también me puede…”
“Y de Chile, recomiendo bailar con Alejandro Paz; y otro gran referente, además de amigo, es Matías Aguayo. Los DJ Pareja de Argentina me han enseñado un montón. Tengo más amigos dee jays que músicos. Por algo pasa eso”, completa.
–¿Qué discoteca recomendarías en Santiago?
–En Santiago tenemos más fiestas que se van moviendo de sitios o de discotecas. Por ejemplo, está la Aeróbica, que a mí me gusta muchísimo porque ponen mucho house… También soy muy housera. La Fiebre es una buena opción si te va la música disco de los ’70-’80, mientras que la Matrix se divide en dos partes para que en una suene dembow y en la otra, techno. En Argentina me gusta la fiesta que hace La Cintia, La Blue, y la Loca, en la que voy a tocar ahora en Buenos Aires. Y por supuesto, está el Baile de disfraces de Alejandro Ros, que es espectacular. En Argentina hay muchas fiestas, son refiesteros ustedes. Por eso, tengo que viajar seguido para actualizarme. Porque a mí me gusta ir a bailar.
–¿Sos lo que se dice una party animal?
–A decir verdad, elijo bien mis batallas. Pero cuando voy a bailar, bailo, no paro de bailar.
Al comienzo de esta nota, se marcó el contraste de intensidades entre el pulso sosegado de Inmersión, que además es introspectivo, y el hecho de desenvolverse como dee jay incendiaria.
“Inmersión evoca la idea de sumergirse en un profundo estado emocional, atravesar el dolor y, al mismo tiempo, tener la valentía de emerger para ver la vida con nueva perspectiva”, dice Mena sobre su nueva entrega, en la que asegura alejarse de los sonidos más intensos de sus discos anteriores para posicionarse más cerca de la balada, el soul, los ritmos de los años ’70 e incluso de la bossa nova.
“Esta entrega es un viaje sensorial, un disco que irradia tranquilidad y luminosidad, y que invita al oyente a conectarse con mi música y con lo que hago, de una manera más profunda”, extiende Javiera sobre lo que escribió y compuso junto con Luichi, integrante de la banda española Cupido.
–¿Qué podés decir sobre este contraste entre disco introspectivo y dee jay que sale a incendiar pistas?
–Que soy una persona muy versátil. Hice un disco de baladas, de medios tiempos… Tengo ese lado de baladista como también ese de artista electrónica que puede ir del house al ítalo-disco. Entonces, me puedo plantar con una guitarra y hacer un acústico, o puedo ser dee jay. Y eso responde a cómo se me han dado las cosas en la vida. Me siento a gusto en una cabina o frente a un piano para despuntar algo íntimo. Inmersión es una época mía de mucho desarraigo, como mi propia soledad. Tuve una crisis existencial como la de todos en este tiempo. Eso, sumado a un par de amores imposibles que calaron hondo, generaron un caldo de cultivo para escribir las letras y para componer las músicas que se oyen en el disco.
En este punto, Mena puntualiza que con Luichi estaban transitando procesos similares, así que trataron de universalizar lo que sentían. “Amores que no pueden ser, pérdidas y miedo a la muerte te hacen sentir inmerso en situaciones no deseadas, del mismo modo que te llevan a renacer con fuerza”, sentencia.
–En el llano, a veces, se cree que los artistas son hipersensibles sólo para expresarse, pero que están blindados al sufrimiento por amor.
–¿En serio? Hay una canción de Héctor Lavoe que habla de eso. Todo el mundo dice: “Ay, el cantante que anda rodeado de mujeres…”, cuando en realidad la pasa mal y puede llegar a sentirse absolutamente solo. En esta profesión es difícil establecer relaciones o vínculos por moverte mucho. Además, todo el mundo te prejuzga, lo que puede generar confusión alrededor de tus vínculos. Confusión que, a su vez, se puede convertir en dolor. No sólo no estamos blindados antes el sufrimiento por amor, sino que padecemos una especie de maldición. Es como dice Rosalía: “Es mal amante la fama”.