Con música sexy más lírica osada, John Grant reescribe The Art Of The Deal, el libro de consejos empresariales que Donald Trump publicó en 1987 junto al periodista Tony Schwartz.
Y lo hace retitulando The Art Of The Lie y con un claro propósito. “En estos tiempos, ese libro es visto por los discípulos del Maga (Make America Great Again) como la Biblia y el propio Trump como un mesías enviado del cielo. Porque Dios quiere que seas rico”, señala el cantautor estadounidense, quien a su vez se ampara en esta cuestión para recordarle al mundo que él es un homosexual criado en una familia ultraconservadora de Buchanan, Michigan.
Pero antes de continuar con los impulsos conceptuales que subyacen en su nuevo disco, para aproximarse a The Art Of The Lie es oportuno revelar el porqué de su revestimiento musical, que estuvo a cargo de a Ivor Guest. “Conocí a Ivor en el Festival Meltdown dedicado a Grace Jones, que se hizo en 2022. Y hablamos de dos discos en los que él había trabajado: de Hurricane, de la misma Grace, y de Prohibition, de Brigitte Fontaine. Grace y Brigitte son artistas muy importantes para mí. Entonces le dije ‘Deberías hacer mi próximo disco’; y por suerte, Ivor contestó ‘Tenés razón’”.
Grant cree que este alineamiento de astros sobre el filo de la pandemia llevó al alumbramiento de su álbum “más opulento, cinematográfico y lujoso”.
“La ropa con la que el disco está vestido lo hace más apetecible. Ayuda a pasar el trago amargo de algunas letras, del mismo modo que lo logra el humor. Es que la música y el humor me permitieron lidiar con el lado oscuro de la vida. Ahora que lo pienso, también lo hicieron con el lado bueno”, precisa.
Otro aspecto estrictamente musical que Grant exalta de The Art Of The Lie es la conexión que tiene con la “suntuosa banda sonora de Vangelis para Blade Runner (Ridley Scott, 1982)”.
“La primera vez que vi esa película, y que escuché esa música, me sorprendió que nos presentaran el imperio malvado del futuro combinado con los sonidos más hermosos que jamás había escuchado”, recuerda.
Agotado el análisis de referencias musicales, John Grant retoma la idea de que The Art Of The Lie yuxtapone sus traumas de niño con el malestar que le produce ver lo que pasa en su país de nacimiento.
Para el músico, este álbum trata en parte de las mentiras que la gente defiende y del quebrantamiento que genera y de cómo esas mentiras deforman a todos. “Por ejemplo, el movimiento nacionalista cristiano ha formado una alianza con grupos supremacistas blancos para apoderarse del Partido Republicano –señala–. Y ven a las personas LGBTQ+ y a los no blancos como genética e incluso mentalmente inferiores”.
“Creen que todos los indeseables deben ser obligados a convertirse a cristianismo y se adhieren a las enseñanzas de la Biblia tal como las interpretan o deben ser eliminadas para que se restablezca la pureza a ‘su’ nación”, enfatiza.
Pero luego va mucho más allá: “Ahora creen que la democracia no es el camino para lograr estos objetivos. Ha desaparecido cualquier pretensión de tolerancia que pudiera haber parecido desarrollarse en las últimas décadas. Se siente como si Estados Unidos estuviera en modo de caída libre”.
–¿Este álbum es más personal que político o es una mezcla de ambas cosas?
–Supongo que es una mezcla de ambas, pero es más personal. Y muchas cosas que parecen políticas no lo son realmente.
–En “All That School for Nothing” cantás que aprendiste mucho de las películas de Stanley Kubrick…
–(Interrumpe) Es una especie de broma sobre todas las teorías conspirativas que andan dando vueltas. A ver… Muchos piensan que Eyes Wide Shut (Ojos bien cerrados, 1999) es una declaración muy clara sobre Hollywood y su sistema de producción. ¿Acaso Kubrick estaba tratando de decirnos algo puntual con sus películas? No lo sé. Aquí sólo usé esa idea para asociarlas con otras con el único fin de reírme de esas teorías conspirativas que dan lugar a todo tipo de aberraciones.
–En el disco se suceden canciones como “Father”, “Mother and Son” y “Daddy”. Vamos por la primera, ¿qué onda?
–Father es sobre preguntar de dónde venís, qué creés que sos y en qué te has convertido. Porque yo soy homosexual y crecí en una comunidad muy religiosa, en un marco horrible de religión y nacionalidad en el que la Biblia es lo mismo que la Constitución de Estados Unidos. En mi casa, la oración de la flagra de los Estados Unidos significaba lo mismo que la oración de Dios. Entonces, todas esas cosas se mezclan y llevan a que te conviertas en un joven muy confundido. Eso pasó conmigo. Me enseñaron que no había lugar en la sociedad para gente como yo, porque lo que soy es malo. Así que tengo que cambiar si quiero recibir amor.
–Y no cambiaste.
–No lo hice. Tus padres te dicen que lo más importante es amar a tu país, amar a Dios y amar al prójimo como a vos mismo. Pero si te enseñan a odiarte porque lo que sos es malo, ¿cómo podés amar a otras personas? Eso es todo lo que pienso y expreso. Pero al mismo tiempo, amo a mi padre y a veces sólo quiero que me abrace como lo hacía cuando era un niño. Al final del día, nada importa, sólo querés ser amado. Father es una canción sobre cuestionar todo, mi padre incluido. Pero él es mi padre y tiene muchas cosas geniales. Por otro lado, siento que planteo preguntas sobre la masculinidad. ¿Estoy buscando a mi padre en los compañeros que elijo para mí? Y cuando los fascistas cristianos vienen a mí para decirme “los homosexuales deben ser deportados o asesinados”, les opongo Mother and Son.
–¿Por qué jugás esa carta?
–Porque es la historia sobre un soldado americano llamado Allen Schindler, asesinado en 1992 por dos compañeros por el simple hecho de haber sido gay. Vi un documental donde su madre hablaba sobre cómo Allen fue asesinado a patadas. Le dejaron la cara irreconocible y todos los órganos destruidos. Sin embargo, al enviarle el cuerpo intentaron ocultarle lo sucedido. Ella, por otro lado, no sabía que su hijo era gay. Al componer la canción pensé mucho en esa maternidad: trajo al mundo un niño inocente sin tener en cuenta que el mundo es un lugar maldito, sobre todo para quienes desafían con sus elecciones ciertos estándares de género o de preferencias sexuales.
–Minutos antes de esta llamada, Donald Trump prometió ser un dictador desde el primer día si gana las elecciones en noviembre. ¿Qué podés hacer para neutralizar esta amenaza?
–En primer término, votar. Y luego, tenés que estar dispuesto a salir a las calles para protestar. Vivo en Islandia en este momento, así que estoy muy lejos de todo ese delirio de Trump y de la falta de dirección por parte de los demócratas. Porque tenés a Biden arrestando a estudiantes que protestan contra la guerra en Gaza. Tengo miedo de que entre a jugar la violencia ante este panorama.
–Empezaste a pensar en este álbum durante la pandemia. ¿Te afectó el aislamiento?
–Nada me enloqueció más que ver lo que pasaba en Estados Unidos el 6 de enero de 2021 (se refiere al asalto al Capitolio por parte de partidarios de Trump). Trabajé muy duro durante ese tiempo, en el que también publiqué un álbum del que estoy muy orgulloso: Boy From Michigan (2021). Estuve muy ocupado pensando en ese álbum y poniéndolo a la venta. Y así fue hasta que enloquecí mirando estos acontecimientos. Obviamente, la situación política en los Estados Unidos me lleva a revolver muchas cuestiones personales. Me abre muchas heridas del pasado. Así que trato de controlar la cuestión y seguir adelante con lo mío.
–En “It’s A Bitch” el disco se pone funky y, con giros expresivos a lo Bowie, cantás que fuiste parte de “las entrañas del establishment”. ¿Fuiste realmente parte de las entrañas del establishment?
–Sí, lo he estado. Fui a la escuela, fui adulto responsable y productivo que pagó impuestos. Nunca he estado en los márgenes del sistema ni en la cárcel. Tampoco me pasó lo que a los empresarios que se enriquecieron muchísimo durante la pandemia. Yo tenía un poco de dinero a principios de la pandemia y cuando ésta acabó, ya se había esfumado entre gastos en lo que necesitaba y el pago de impuestos. Y ahora estoy de vuelta creando, grabando y viajando.
–¿Cuál es la situación ideal para escuchar tu nuevo disco?
–En un buen estéreo o en unos auriculares con buenos graves. También en un auto mientras viajás por la ruta.
