En pleno éxtasis por el regreso de Los Piojos, la editorial Planeta publicó un consistente relevamiento histórico sobre la banda. Se titula Los Piojos, una historia documentada, tiene 391 páginas y su autor es Jorge Núñez, investigador del Conicet y docente universitario que comparecerá este jueves (a las 19) en El Espejo Libros (Paseo Santa Catalina, Deán Funes 163 Local 4 y 5) para presentarlo.
También oriundo de El Palomar, patria chica piojosa, Núñez atestiguó nacimiento, desarrollo y explosión masiva del proyecto liderado por Andrés Ciro Martínez, y según confiesa, siempre se sintió interpelado por él. Las razones: las precisas observaciones del líder sobre el deshilachamiento sociocultural de los ‘90 y el modo en que la banda amalgamó un rock stone de mucho feeling con influencias del candombe, de otras músicas africanas y del tango.
Tan atravesado está Núñez por Los Piojos, que no duda en considerarlos como “la mejor banda de rock de la argentina”. Además, los observa siempre afectados por “crisis”, ante la que reaccionan de modo dialéctico, ante la que no son indiferentes. De hecho, Núñez cierra su trabajo así: “¿Ahora vuelven Los Piojos y vuelve la crisis? ¿O tal vez la crisis es natural y lo coyuntural es la bonanza?”
“Publiqué un libro anterior en el 2022 de manera independiente, Los Piojos una historia documentada parte 1, origen consolidación y masividad, 1989-1997. 1989 por el ingreso de Ciro a la banda y 1997 como el año del boom de Tercer Arco o el de la masividad y la explosión. Me pareció pertinente poner el corte ahí”, comienza el autor en diálogo con La Voz y para aclarar que lo publicado por Planeta no está enmarcado en una estrategia oportunista por el citado regreso, que comenzó el pasado fin de semana en La Plata y que tendrá un importante epicentro en el Cosquín Rock por venir.
“Hice un laburo puro de historiador a partir de recopilación de documentos; notas de revistas y de diarios nacionales, provinciales, locales; joyitas de archivo que fui encontrando, como un informe de inteligencia de la Policía Bonaerense… Y cuando ya había juntado el material para lo que sería la segunda parte, en agosto me llegó la propuesta de editorial Planeta de fusionar las dos partes: la ya publicada y la que tenía por publicar”, añade.
Núñez cuenta que su vínculo con Planeta convirtió a su primera entrega en “un nuevo libro”. “La editorial lo desacademizó (sic), porque voló miles de notas al pie. Y en simultáneo agregué un montón de información nueva. Y cuando estoy casi terminando, comenzaron los rumores del regreso de Los Piojos. En mayo armaron la cuenta de Instagram @lospiojosoficial y a fines de agosto empezaron a publicar los videítos de ocho segundos con vías de un tren, un anvil, unos equipos.”, revela.
“El laburo fue independiente del regreso: si no volvían Los Piojos, el libro se publicaba igual”, sentencia.
–Sos de El Palomar, ¿tenías algún tipo de vínculo con ellos?
–No soy amigo, te mentiría si te lo dijera. Pero conozco a una de las hermanas de Andrés, que iba con mi hermano al colegio. ¿Viste esas cosas del barrio? Íbamos todos al mismo colegio, al Rivadavia. “Pumpi”, el hermano de Andrés, era parte de la escenografía del barrio. Yo soy del ‘75, y en el ‘91 fui asistente del baterista de Cerebros Vacíos… En El Palomar había un montón de bandas, pero las que más frecuentaba eran Los Piojos y Cerebros Vacíos, que tenían muchos vínculos entre sí. El primer cantante de Cerebros fue el hermano de Andrés; el bajista de Cerebros, Lucas, es el hermano de Pocho (Rocca, mánager de Los Piojos y de Ciro y Los Persas).
–Tenías cercanía entonces.
–Los conozco a todos desde los tempranos ‘90… Entonces, si me preguntás “¿Cuándo fue la primera vez que viste a Los Piojos?”, no te puedo contestar como un fanático que no se olvidaría un dato así o que tendría grabado a fuego ese primer ritual. Porque no me acuerdo, sinceramente. Es probable que haya sido en la Plaza del Avión de Ciudad Jardín o en el teatro El Baldío de El Palomar para 20 personas. Nos soy amigo de Andrés, pero lo conozco desde hace muchos años.
–¿Creés que hay equívocos sobre la vida de Andrés y que está subestimado como preciso observador sociocultural?
–El motor inicial de esta movida fue hacer una biografía de Andrés. Porque iba a hacer un libro sobre su vida en los ratos que me dejaba mi actividad como investigador del Conicet y docente de la UBA. Para mí es un artista del carajo, lo digo sin ningún tipo de duda. Y creo que merece su biografía como la tienen Charly, Spinetta… Llenó River con Los Piojos y con Los Persas. No soy objetivo, soy pro Ciro. Entiendo que el folklore del rock tiene esas boludeces… En una entrevista, él cuestionó el etiquetamiento de rock chabón o barrial. Eso de “Quedate en la esquina tomando birra y no te muevas de ahí”. Ciro siempre tuvo muy en claro que no crecés más si te quedás en la esquina. Y siempre dijo que le apostó a este proyecto y que no se conformaba con las 50 personas de convocatoria.
–La ambición tenía mala prensa en aquel rock con demasiado apego a las bases…
–Claro. En 2002, el Sí de Clarín le hace una entrevista en la que no preguntan los periodistas del suplemento sino la gente. Y alguien le tira “¿No te parece que ahora el público de Los Piojos es recareta ahora?” Insisto: en 2002, con Los Piojos en la cima. Y él le dice “Bueno, yo vi a los Stones cuando ya llevaban casi 30 años tocando… De los 50 mil que estábamos en River, ¿quiénes eran los no caretas del público original? Cuando empezamos, eran 20 tipos los que nos iban a ver”. La idea no era “ser los mismos de siempre” sino tocar en estadios y llenarlos.
–¿El mejor disco de Los Piojos?
–Chactuchac (1992) tiene 32 años y, lamentablemente, muchos de sus temas no pierden vigencia. Pero si me dejás, elijo los cuatro primeros (Chactuchac, Ay Ay Ay de 1994, Tercer Arco de 1996 y Azul de 1998) porque son impresionantes realmente. Civilización (2007) tiene temazos; Máquina de sangre (2003), también; Verde paisaje del infierno (2000), ni hablar. No obstante, los cuatro primeros son insuperables.
–¿Fuiste a La Plata?
–Fui el sábado pasado, y volveré el domingo 22. Vine a Córdoba para presentar el libro en El Espejo, en un viajecito corto. Los Piojos están afilados, sonaron bien. Homenajearon a Tavo (Kupinski, su guitarrista fallecido en 2011), el público fue intergeneracional… Ojalá haya más rituales así.
–¿Qué podés decir del affaire Micky Rodríguez?
–Es el único que decidió no estar. Viste cómo son las redes: el malo de la película siempre es Andrés. Él es el mercenario, el tirano… Es un discurso que agota. A los que plantean que esta reunión es “Ciro más invitados”, les digo que no, que también están Pity (Fernández, guitarrista), Dani Buira (baterista)… En este caso, me he guiado por lo que expresaron Micky en su carta y Los Piojos en los comunicados de sus cuentas oficiales. Una pena, porque a Micky lo queremos todos, pero tomó una decisión personal. Por otro lado, Luli Bass, por lo que vi el sábado, la rompe.
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