Ya el nombre lo dice todo: El Álbum Negro no es amable, ni fácil, ni bailable. Es un quiebre. Es una caída al vacío cuando se necesita trascender, cerrar una etapa y abrir otra, cargada de incertidumbre pero también de decisión. La distorsión aparece como grito generacional, como huella de época: lo roto, lo sucio, lo visceral. Y Juan Lopez, que hasta ahora venía jugando con el humor y la rabia, se anima en este disco a mostrarse más crudo, más vulnerable y más real.
“Creo que la diferencia más sustancial de este disco con todo lo anterior que hice es que lo siento natural. Es mucho más maduro. Es mi primera obra como cantautor”, dijo Juan, en diálogo con La Voz del Interior, dejando el sarcasmo de Culiado en segundo plano para dar lugar a una biografía emocional.
Un ritual de presentación
La noche de la presentación fue todo menos tradicional. Bajo un cielo helado del invierno porteño, una muchedumbre se reunió en un bar estilo industrial ubicado en el barrio de Boedo. Abrigados por estufas gigantes, el público fue guiado por el propio artista a la parte trasera del lugar: un tinglado oscuro, húmedo, casi fantasmal. Una instalación despojada, iluminada únicamente por una luz blanca, marcó el tono del encuentro.

Cuando empezó la escucha, el silencio fue total. Las canciones sonaron como confesiones, e hicieron temblar las paredes (literalmente). Y cuando terminó, hubo aplausos, gritos, emoción. “Visceralidad, honestidad y representatividad”, fueron algunos de los adjetivos con los que lo describieron algunos de los presentes. La música de Juan López había vuelto a hacer lo que mejor sabe: tocar fibras íntimas.
Córdoba como raíz y refugio
Juan es cordobés, y eso no es un dato de color. Su acento no se disimula, se celebra. Sus discos tienen nombre de insulto barrial (Culiado) o de concepto denso (El Álbum Negro), pero siempre están atravesados por el territorio, por la raíz.
“No es algo forzado. Viví muchos años en Córdoba y eso está en mí. La nostalgia me lleva siempre a ese lugar, porque la mayoría de mis recuerdos son de allá”, explicó.
Para él, Córdoba funciona como punto de fuga emocional. “Es como encontrar agua en el desierto. Me da estabilidad. Vuelvo a casa, hablo con mi mamá, con mi hermana, y me doy cuenta de que las cosas siguen estando como cuando me fui”, aseguró.
Un paisaje sin certezas
En la estética del disco hay mucho de campo, de monte, de animales, de cielo abierto. Juan desenmarañó la búsqueda estética de esta manera: “Busqué un espacio que signifique nada y a su vez sea un montón. El campo me lleva a lo crudo. Este disco no habla de algo en particular, sino de emociones: bronca, amor, nostalgia. Todo convive en un mismo lugar”.
Y agregó: “Voy al campo y pienso que tal vez mi vida se convierta en eso en unos años. Y sería feliz. Es un limbo que me encanta”.

Negro, como quiebre
El título no es casual. “En un momento de mi vida supe que iba a sacar un disco que se llamara El Álbum Negro, con una portada negra y nada más. Me inspiré en discos como los de Jay-Z, Metallica, Prince. Obras donde el negro es un cambio. Este disco es eso”, comentó.
Es también una respuesta a la oscuridad personal y social. “El momento actual es una verg•. Cada vez todo está más caro, más difícil. Yo tengo la suerte de seguir creando, pero mucha gente no. Este disco me acompañó cuando me sentí mal. Ojalá acompañe a otros”, deseó.
Esa oscuridad también conecta con una historia que parece escrita para este momento. La de Hisashi Indo, un ingeniero japonés que se salvó de la bomba en Hiroshima por perder un tren. Ese hecho marcó su vida, lo alejó de la ciencia y lo acercó al arte. Indo comenzó a pintar lienzos cubiertos por capas y capas de pintura violeta. A veces tardaba un año en terminar uno. Sus obras no eran negras, pero lo parecían, por la profundidad de las capas, por el trauma que contenían.
Hay algo de eso en El Álbum Negro: una oscuridad que no se da de una sola vez, sino que se va construyendo, capa tras capa, dolor tras dolor. “Este disco es oscuridad directamente. Habla sobre muchos momentos oscuros y cómo en esa oscuridad misma coexiste todas estas situaciones y todas estas cosas que justamente me pasaron. Cuando saqué Culiado, tuve un gran año en mi vida pero a su vez estuvo muy atravesado por un montón de cosas muy tristes y eso me llevó a escribir de cierta forma, a hacer cierto tipo de música y eso se ve en el disco”, expresó, remarcando, sin querer, esta conexión con Indo.

El arte como extensión del cuerpo
Además de músico, Juan viene del graffiti, un mundo que es parte de su identidad y que se transpira en todo lo que hace. “Todo el mundo visual me interesa. La portada, el merch, la letra escrita… todo está atravesado por mí. Dibujé toda la vida. Siempre estuve muy acercado al arte visual. Sale natural”, señaló.
En esa sensibilidad se nota también una necesidad de cuidar la obra en todos sus frentes. No hay decisiones al azar. Cada elemento de El Álbum Negro está pensado para construir un universo estético y emocional coherente.
Música para pensar
“Una vez un chico se me acercó y me dijo: ‘Tu música me hace reflexionar’. Eso me hizo darme cuenta del lugar que quiero ocupar. Quiero que mis canciones ayuden a la gente a replantearse cosas, a crecer”, destacó, desvelando quizás el impacto que genera saberse influyente en un otro.
Y cierró, con la honestidad que lo caracteriza: “Este disco es la pieza clave para eso. No quiero ser ejemplo de nada, solo mostrar mis convicciones con claridad. Es lo único que tengo”.