A pesar de las vicisitudes post-show, la caminata con Shakira en Córdoba fue una experiencia inigualable. La Voz escoltó a la Loba al escenario del Kempes junto con 90 cordobeses más, bailarines e invitados especiales.
En cada concierto, la cantante colombiana, su organización y las productoras encargadas de cada fecha seleccionan un reducido grupo de espectadores para brindarles la posibilidad de caminar detrás de la artista en el arranque del concierto.
En el caso de Córdoba, Universo Jiménez y Fénix Entertainment lanzaron un sorteo (junto con otros medios locales) y seleccionaron a 90 fans para vivir la experiencia completa.
La mayoría de las elegidas eran mujeres muy bien lookeadas para la ocasión y que repetían sin cesar: “Todavía no caigo que estoy acá”. Entre ellas, íbamos como invitadas algunas periodistas.
Respetar las normas
La producción nos citó a las 18 para ingresar al estadio por un acceso exclusivo. Una vez adentro, nos acomodamos en una sala especial equipada con un pequeño restaurante y esperamos indicaciones.
Una hora y media después, nos llevaron a un espacio contiguo para firmar un consentimiento sobre el uso de nuestra voz e imagen para el contenido audiovisual y nos explicaron el protocolo para acompañar a Shakira.
La principal organizadora (que pertenecía al equipo de la colombiana) habló con firmeza y claridad. Por más que fuera obvio, nos pidió respetar las indicaciones del personal, no abalanzarnos sobre la artista cuando salga a escena, prestar mucha atención y aceptar cada orden dada.
De lo contrario, la producción podía sacarnos de la fila o incluso del recinto. Como ninguna quería eso, todas seguimos las disposiciones solicitadas y la caminata se dio con rotundo éxito.
Sin palabras
Una vez ordenadas para salir, nos entregaron unos lentes futuristas espejados y una capa plateada a cada una y esperamos el arranque bajo la lluvia. A pocos minutos de las 22, Shakira salió al campo luciendo un mameluco plateado y saludó a la gente que yacía a los costados de las vallas que marcaban el camino al escenario.
Con una enorme sonrisa, miró al cielo agradecida y se dispuso a desfilar con toda la onda. Detrás de ella, le seguían sus bailarinas, invitados especiales (entre ellos, Lorena y Natalia Jiménez), los espectadores de la zona VIP y finalmente nosotras, ordenadas de mayor a menor estatura. De atrás, solo se veía su rubia cabellera.
Lo que siguió después, no tiene punto de comparación. En ese escaso tiempo que duró la caminata, cada una de las presentes se sintió un poquito Shakira. Fue como ver el concierto a través de los ojos de la artista.
La energía que emanaba del público. Las caras de los fans arengando, gritando o coreando. La sororidad y la emoción compartida entre completas desconocidas. Todos esos puntos subieron a tope la adrenalina y crearon un recuerdo irrepetible (aún más épico bajo el aguacero) que reforzó el concepto del tour: Las mujeres ya no lloran.
Se aguó la fiesta
Lamentablemente, el atraso en el arranque, la cancelación del concierto por las condiciones climáticas adversas, faltando siete canciones del set list, y los problemas de distribución y organización de la salida, “aguaron” la fiesta.
Esta noche, otros 90 fans más tendrán la oportunidad de acompañar a la Loba en su última presentación en Córdoba, que coincide con su última fecha en Latinoamérica.
Ojalá puedan experimentar un mínimo de lo que aquí está escrito y se mantenga así toda la velada. Ojalá puedan vivir el show completo sin contratiempos. Aunque todo es “instagrameable”, vale la pena vivirlo sin estar pendiente del celular.
Ojalá se emocionen, lloren y griten cada canción con la misma emoción que les transmitía Shakira en su infancia y adolescencia. ¡Ojalá que así sea!
