La historia del grupo (o “tribu”) musical La Forastería es una que se relaciona con aquel dicho que reza “nadie es profeta en su tierra”. Es que, pese a que lleva cinco años de actividad marcada por una agenda internacional sobresaliente, el grupo que cruza folktrónica y downtempo con géneros varios es un nombre sin tanta resonancia en el circuito musical de la ciudad de Córdoba.
Matías “Tuto” Petruzzi y Toni Volpen, integrantes fundamentales de este proyecto con alcance global y base regular en el Valle de Punilla, lo explican para La Voz y también para quien quiera leerlo.
“La realidad es que afuera, especialmente en Europa, nuestra música tiene una expansión muy grande y, año a año, vamos llegando a escenarios que realmente nos resultan increíbles para nosotros”, apuntan junto con un antecedente irrefutable en ese sentido: 59 shows en 17 países, sólo en 2024.
“Nos resulta más factible y posible poder tocar en festivales alternativos grandes del otro lado del mundo que en el Cosquín Rock, a 10 kilómetros de casa”, señalan Petruzzi y Volpen. La comparación no es en vano si se tiene en cuenta que La Forastería cuenta con experiencia en festivales de fama mundial como Ozora (Hungría) o Shambala (Inglaterra), entre varios ejemplos más.
“Es bien loco, pero es así. Por lo que nos cuentan, allí la gente nos ve como una especie de forajidos musicales tercermundistas. Salvando las distancias, como los primeros shows de los Wailers (la banda de Bob Marley) en el Reino Unido. Y eso les gusta”, aseguran sobre una realidad que el grupo ha ido profundizando año a año, y que en 2025 seguirá multiplicándose.

Nómades con ganas de volver a casa
El ida y vuelta entre lo global y lo local es parte necesaria de un proyecto que convive entre el reconocimiento proveniente de territorios y audiencias lejanas y una experiencia de vida comunitaria que los define íntimamente.
“Acá no hay una escena bien clara para lo que hacemos, es un experimento hasta para nosotros mismos. Vamos creando nuestro mundo”, comentan ambos impulsores de La Forastería.
“Lo cierto es que acá y allá siempre la gente se entrega a la danza y al viaje y se genera una energía muy linda. Cada show es como una especie de película de una hora y media, sin principios ni finales”, aseguran.
“Si bien tocamos para tres mil personas en distintos escenarios en el extranjero y la gente nos manifiesta muchísimo su cariño, nada se compara con la algarabía local por más que sean unos pocos o unos cuantos. Somos forasteros, estamos casi permanentemente en viaje lejos de casa, pero no hay nada como casa”, definen luego.

En este punto de su historia, a un lustro de sus primeros pasos como proyecto, La Forastería está por emprender un nuevo periplo europeo. Serán tres meses de viajes, de shows y de convivencia grupal. Y también será una temporada atravesada por las nuevas canciones que propone Épicas sagradas, tercer álbum publicado días atrás.
Antes de volver a convertirse en un grupo nómade durante un tiempo, la banda presentará este material en Córdoba (el viernes 6, en Pez Volcán) y en Buenos Aires (una semana más tarde, en el Club Cultural Matienzo). Será el punto para tomar impulso e iniciar una nueva aventura.
–Más allá del estreno del disco nuevo, ¿estos shows son una prueba de fuego para todo lo que viene después?
–Los shows en Córdoba y en Buenos Aires son los dos primeros de esta nueva gira larga. Nos gusta salir recargados con el calor de nuestra gente y nuestro pueblo. Si bien es hermoso todo el cariño que nos brindan en países como Polonia, Alemania y Eslovaquia, no hay nada como presentarnos en nuestro país, con gente con la que compartimos una misma cultura, una misma historia y dialéctica. Se da realmente una gran conexión entre el público y la banda. Por lo que sí, estos dos shows son importantísimos para arrancar esta nueva aventura con un envión espiritual. Son sensaciones que, luego, bien lejos de casa, se atesoran y sirven de bálsamo para afrontar todo lo que haya que afrontar, para recordar de dónde vinimos y por qué hacemos lo que hacemos. Si bien la gira es hermosa en muchos sentidos, también es un gran desafío permanecer íntegros y compuestos luego de tres meses de shows y viajes de un lugar a otro. Se vive como en el aire.
Vida y arte
“La Forastería primeramente es una circunstancia, el resultado artístico de la elección de una forma de vida distinta. La música que nos brota es la banda de sonido de esa situación”, explican Petruzzi y Volpen sobre un grupo nacido en un contexto de diáspora y reunión: “Todos tenemos origen en las grandes ciudades, el monte fue el factor común de nuestras búsquedas”.
“Resulta insólito que un lugar tan inhóspito haya sido la plataforma para todo lo que vino después”, subrayan luego. Se refieren a todo lo construido desde un paraje serrano en el que no hay nada parecido a un circuito de espacios culturales y salas de música en vivo para tocar.
“Nadie viene al monte a pegarla”, sentencian con elocuencia. “Donde vivimos es más un lugar de retiro que de efervescencia cultural. Pero aquí es donde pudimos tener el foco, el tiempo, la concentración para poder desarrollar nuestra obra sin distracciones”, añaden sobre una obra que definen como “un guiso musical de rock, folklore, electrónica, reggae, psicodelia y unos cuantos estilos más, todo bajo el aura de una contracultura, o una forma alternativa de hacer las cosas”.
–¿Qué significa para la historia íntima de La Forastería este “Épicas sagradas”? ¿Qué vivencias y referencias inspiraron este disco en particular?
–Épicas sagradas es el trabajo más ambicioso que hemos hecho al momento. De alguna forma, es un legado, en el que lo dimos todo. Es tanto un manual como también un homenaje para gente que está inmersa en búsquedas alternativas, en empresas imposibles, es un tributo para las y los nadadores contra la corriente. Cada cual tiene su montaña. La época en la que vivimos nos sugiere una y otra vez simbólicamente que la rodeemos, es más, que ni siquiera tomemos nota de su existencia. La “épica sagrada” sería subirla, con todo lo que ello implica. Este disco en particular intenta retratar nuestro andar. Todo lo que fuimos haciendo estos pocos pero intensos años. Desde la mismísima llegada al monte, a construir nuestras casas, a las primeras giras por Europa abriéndonos camino, los festivales que organizamos en el medio de la naturaleza, como el Festival Molecular en Punilla, todo tiene un aura autogestiva, revolucionaria y psicodélica, en el sentido de que escapa a una realidad ordinaria, a la lógica de las opciones posibles, a apelar a cartas que no están en la baraja. Mucho de todo lo que nos pasa es realmente extraordinario, producto también de un comportamiento extraordinario a la hora de crear y manifestar nuestra realidad, al compromiso que tenemos con nuestras visiones. A la hora de pensar un nombre para el disco y mirando un poco alrededor de todo lo que va pasando, nos pareció el nombre que mejor retrataba nuestra cosmovisión. Contar en unos de los temas con la presencia de Superman Troglio, de Sumo, que quizás es el grupo que más nos conmueve, fue la frutilla del postre de toda esta cuestión épica.
Para ir
La Forastería presenta Épicas sagradas este viernes 6 de junio en Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835), a partir de las 21. Entradas, a $ 7 mil más cargo por servicio, en venta en Alpogo.com.