Lali Espósito volvió a mostrarse auténtica, sin caretas, en una entrevista que dejó mucho para pensar. Durante su paso por Perros de la Calle, el ciclo de Andy Kusnetzoff en Urbana Play, la artista abordó el dilema que atraviesan muchas figuras públicas cuando deciden alzar la voz en temas sociales y políticos.
Acompañada por el psicólogo Gabriel Rolón, Lali se metió de lleno en un terreno incómodo para muchos, pero necesario para ella: el costo de expresarse.
“¿Vos decís que hay que expresarse o que decir algo o que aportar algo que te parece importante tiene un costo?”, le planteó Andy. La enfática respuesta no tardó: “Claro. Y depende de las visiones. Yo creo que no hacerlo también tiene un costo”.
La cantante, que en más de una ocasión tomó postura pública sobre diversos temas, dejó en claro que para ella es más incómodo callar, que hablar.
Pero fue más allá: no se trata solo de una factura social o mediática. Para Lali, el silencio pesa más en el plano personal. “Esto es más romántico, tal vez, pero yo creo que los silencios también tienen un costo. Que al no decir nada, siempre hay una facturita y ni siquiera pública. No todo tiene que ver con el afuera”, sostuvo.
Rolón intervino para señalar que esa factura llega del vínculo con uno mismo, a lo que Lali respondió, muy segura: “Factura contigo misma”.
La charla se puso aún más potente cuando la artista explicó por qué elige hablar aunque eso implique consecuencias negativas. “En lo personal me pasa que para mí es más choto no expresar algo que yo sé que repercute en la gente de la que soy parte. Yo no vivo en una nube de pe…”, lanzó con crudeza, dejando en claro su compromiso con los temas que afectan a las comunidades que siente propias.
Luego, fue más específica: “Sé cómo repercuten las cosas en mis amigos, en mis amigos putos, si nos queremos poner como más puntual”.
“Aprendo de aquel que no piense igual que yo”, agregó y explicó por qué: “Tengo que compartir humanidad con esa persona”.
En un contexto donde muchas figuras optan por no “meterse en nada”, Espósito eligió, una vez más, pararse desde un lugar incómodo pero coherente, reconociendo que cada vez que se expresa, hay repercusiones. “Después me va a venir algo que no es agradable”, admitió, y luego subrayó: “Los silencios tienen un costo”.