El mes de mayo fue crucial en la carrera de Lit Killah. Tras varios años sin presentarse en vivo, el rapero llenó el estadio Obras en lo que fue la presentación de Kustom, un disco lanzado a fines del año pasado.
Durante ese tiempo, su carrera estuvo marcada por algunos lanzamientos, y el último fue el que más fuerte impactó: Fiamore, una balada romántica dedicada a su novia cordobesa, Tuli Acosta.
En diálogo con La Voz, Mauro Monzón, de 25 años, comenta cómo vive este presente musical.
Consultado sobre la decisión de alejarse de su estilo rapero, trapero y reguetonero para adentrarse en una interpretación más romántica, responde: “Estábamos en un campamento con After –el productor de la canción– y nos quedamos tres días para hacer música. Estuvimos todo el primer día y no nos gustó nada. Se hicieron las tres de la mañana y dijimos: ‘Bueno, ¿qué hacemos?’. Entonces hicimos una más antes de ir a dormir. Tiró unos acordes en el piano y me cayó toda la inspiración por el mood en el que estoy con mi novia. Después lo escuchamos, nos dimos cuenta de que era un buen tema y dije: ‘Ya está, tiene que salir ya’”, recuerda.
–¿Hubo un origen en ¡Fa! en esto de cantar melódicamente? Tal vez es un registro que ya manejás desde antes, pero a la gente le cayó bien escucharte así.
–Sí, 100%. Influyó un montón. También por el hecho de la confianza. Porque si bien todo mi equipo me decía hace mucho tiempo que tenía que hacer una balada, yo sentía que no estaba preparado. Cuando me sentí un poco más confiado y me invitaron a ¡FA! a cantar esa canción de Camila y vi que el público la recibió de una manera increíble, me solté para lanzar Fiamore. Y tal vez vengan más.
–“Kustom” salió a fines de octubre del 2024. ¿Por qué lo presentaste tanto tiempo después?
–Lo que pasó es que hace dos años y medio que no hago un show en vivo. Del último en el Movistar Arena habían pasado tres años. Y ahí pensé: ´Si voy a tocar en vivo, que sea con un álbum nuevo´. Salió Kustom, pero fuimos pateando las fechas porque teníamos programados shows en España, México, Chile y Ecuador. Entonces, como que todas esas fechas se nos fueron acumulando, y vimos que la única opción lógica era abril o mayo. Y sí, pasó un montón de tiempo, pero bueno… era eso o perdernos un tour importante.
–Venís del rap y el freestyle que estalló aproximadamente en 2015. ¿Cómo ves el movimiento ahora? ¿Crees que está en baja?
–El movimiento bajó un montón en cuanto a cantidad, ¿viste? En nuestra época, cuando empezamos en 2016, 2017, más o menos, ya se empezaba a poner de moda mundialmente. Entonces, era como que todos estaban pendientes del freestyle. Hoy en día, todos los que hacen freestyle se pasan a la música y ven que tienen potencial para hacerse virales. Entonces, se saltean el freestyle: van directo a la música. Todo eso influye también en que los pibes de la plaza tengan otro sueño. Antes, el sueño era ser el mejor freestyler; ahora, el sueño es ser el mejor artista. Quizás eso también hizo que bajara un poco la cantidad de freestylers, tanto en los eventos como en general. El nivel sigue siendo muy alto y todo, pero es verdad que se nota una baja muy importante.
–Varios artistas que surgieron de ahí tomaron otros rumbos musicales. Llegando a otros géneros como el pop, el reguetón y el trap. ¿Hacia dónde apuntás vos?
–Lo que me sale lo hago. Uno también va forjando un poco su línea. Ahora estoy con una línea que quizás, a diferencia de antes, no estoy buscando hacer reguetón. Si me llega alguno y me copa, me meto. Pero estoy buscando otro tipo de sonido. También busco escribir de una forma distinta. De madurar un poco más en lo que es la letra, la composición y mostrarle a la gente ese cambio. Busco una especie de reinvención. Después de tantos años, uno tiene que buscar cambiar para no aburrirse. Si hacés lo mismo todo el tiempo y te sale como una fórmula, es ir siempre a lo simple.
–¿Y si la fórmula funciona? Tus canciones tienen millones de reproducciones en plataformas. Quizás uno se queda con eso y va a lo seguro...
–A mí me gusta y me divierte salir constantemente de la zona de confort y poder volver a lograr algo fuera de eso. Siento que eso me hace evolucionar, tanto como artista como persona. Hoy en día, más que los números, lo que busco es escuchar una canción mía y decir: ‘Guacho, la rompí’. Obvio que uno sabe que, si se pone a pensar en lo que puede pegar hoy, quizás hace una cumbia, invita a algún cumbiero que esté pegado, y seguro le va bien. Porque es lo que más se escucha ahora, junto con el cuarteto y todo eso. Pero, por otro lado, no quiero priorizar los números. Quiero hacer algo que me guste a mí, algo con lo que me sienta a gusto y que sea genuino.
–¿Qué sentiste al momento de volver al vivo? ¿Hay algo preparado para Córdoba?
–Me sentí increíble. Ya extrañaba demasiado tocar en Buenos Aires, no hay un show que se compare como el de donde uno es, ¿no? Además de que toda la gente que pagó la entrada para verme, o sea, el Obras repleto, y también que yo también quise desafiarme, esto que te digo de la zona de confort, traté de salir de esa zona y empezar a hacer cosas distintas. Coordiné un par de pasos con los bailarines, toqué la batería y eso que no sabía. Me puse a ensayar 10 días antes y salió algo copado que la gente se sorprendió. Me metí en una jaula en el medio del público, metí coros, la banda hizo arreglos increíbles y así. A nivel show fue el mejor que he hecho hasta el momento. En el medio hubo un Movistar Arena con más gente pero en este Obras salió todo redondo. En definitiva, sigue estando ese hambre por destacar. Espérennos porque iremos pronto.