El cantautor cordobés Lucas Heredia empieza a cerrar un 2024 que comenzó álgido y en las calles.
El artista fue parte de una asamblea de trabajadores de la cultura que se opuso al mega DNU y la Ley Ómnibus que inauguraron la gestión del gobierno de Javier Milei. Aquello puso en suspenso el oficio de músico, pero también era una necesidad. Como hacer canciones y compartirlas. Como los cambios que llegan cuando tienen que llegar, más allá de lo que intentemos prefigurarnos.
Varios meses después, Heredia está a punto de estrenar su quinto disco de estudio mientras vive con un pie en Buenos Aires y otro en su Córdoba natal. Es sólo cuestión de meses para que la mudanza sea definitiva y, como toda transición, tiene sus bemoles.
Sin embargo, también es un tiempo en el que el músico se está animando a hacer y a experimentar. Como siempre, pero también como nunca antes. Por ejemplo, presentando un disco enteramente inédito y enteramente solo, como hará este jueves en Platz.
Allí, el cordobés compartirá a modo de preestreno las canciones de Un temblor, álbum que ya desde su título plantea una coherencia conceptual y sentimental con uno de los momentos más particulares y especiales de su trayectoria.
Volver a comenzar
“Ha sido un año muy movido en muchos frentes”, confirma Heredia a sólo unos segundos de atender el llamado de La Voz.
“La verdad que yo no puedo separar nada de todas esas facetas de cómo eso luego, inevitablemente, se nota en lo que uno hace. Y de alguna manera, en esa necesidad de afirmarme en esas certezas más profundas es que decido despejarme de un formato que estaba muy presente en otros discos”, asegura sobre este proceso creativo de guitarra y voz “peladas”.
Efectivamente, en Un temblor el cordobés buscó sintetizar y reducir al mínimo común denominador aquel lenguaje que venía expresando en formatos más orquestales y junto a La Sinfín, su banda de apoyo. Su objetivo era, lisa y llanamente, “buscar ese formato de voz propia, más intimista, más limpio, más despojado”.
“Me parece que hay tanta información dando vueltas, hay tanta acumulación de capas, que a veces lo que uno quiere decir se confunde en ese mar de información”, diagnostica el músico a modo de sedimento de su búsqueda.
“Es una forma de preguntarme a mí mismo, de confirmar algunas cosas y de reconfirmar otras”, añade sobre un momento de redefiniciones personales, artísticas y de proyecto de vida. “Necesitaba ver cómo me encontraba en ese espejo sin ningún maquillaje ni nada”, plantea sobre un repertorio que bucea en lo profundo pero también brilla con la luz de lo espontáneo.
“Incluso es un disco que se grabó en dos tomas por canción. No hay ediciones, no hay afinaciones, nada”, advierte luego sobre el sucesor del celebrado Los nacimientos (2021).
–¿Eso lo buscaste desde un principio?
–Sí. Fue buscado. Lo laburé así. Es un disco que se llama Un temblor porque retrata todo un movimiento muy profundo que siento que no habría forma de mostrarlo tal cual si se alterara el estado en el cual me encuentro. Por eso lo prepresento. Es algo que me está pasando ahora eso. Por eso quise que no hubiese demasiada manipulación y que la fotografía fuera lo más cruda posible. En un momento de tanta posible manipulación, hay también necesidad de escuchar a las personas que están haciendo las cosas. Pasó con el Tiny Desk de Ca7riel y Paco Amoroso, que es un suceso artístico: cómo lo verdadero sigue siendo lo que resuena más rápido. Este disco también buscó eso: creo en lo que tengo para mostrar sin ningún intermediario más que mi guitarra y la voz. Ese es el viaje de este disco.
Volver a lo chiquito
Ese “viaje” al que alude Heredia tiene que ver también con este preestreno que tendrá lugar el próximo jueves. “Se presenta tal cual está grabado, a guitarra y voz”, adelanta a modo de consigna y desafío artístico.
“Decidí que el disco primero se escuchara en vivo, tocado. Está listo para ser publicado –saldrá el 22 de diciembre, día del cumpleaños de su madre–, pero decidí que antes de que se mostrara, la gente lo escuchara. Que no hubiese nada entre las personas y yo. Quería volver a ese laboratorio humano de la cercanía”, acota sobre el concierto anticipatorio de este jueves.
“Es un disco en donde yo no digo cómo es la vida, sino que cuento probablemente el momento más bisagra de mi vida. Es lo más real que tengo para decir”, sentencia luego, en una charla que complementa aquello que se escucha en los once tracks que fueron grabados de la misma forma en la que serán interpretados en Platz.
Esa búsqueda de contacto real tiene que ver con las preguntas que se hace el artista. Heredia admite su incredulidad respecto de un tiempo en el que la inteligencia artificial es algo cotidiano. De todos modos, ese también fue el contexto que disparó este regreso al plano interior en medio de la turbulencia.
Heredia lo entiende casi como una afrenta contra el algoritmo. “Cuando uno va bien hacia adentro, hay algo de ese adentro más profundo que se conecta con los demás desde una especie de interioridad a flor de piel. Siempre hay alguien que va a tener las luces más fuertes y va a hacer eventos más grandes, entonces vamos más a lo chiquito, a ver si ahí hay algo”, dice a modo de planteo lúdico.
Pero hay más: “En este contexto sociopolítico, hay tantas cosas que están resquebrajadas que necesito rehacer la comunidad desde la autenticidad propia. Necesito preguntarme quién soy yo para después salir a decir algo y después construir comunidad. Por eso también toco solo. Por eso también el disco es una gran pregunta. Después de un gran temblor, qué queda, qué se acomoda”.
Mudanza y pie en Buenos Aires
Horas antes de la entrevista con La Voz, Heredia había estado una vez más en el piso de Olga, en este caso junto a Maggie Cullen y con uno de sus mayores fans como testigo: Migue Granados.
El cordobés ha sido invitado varias veces por el conductor en distintos ciclos y tiene una complicidad evidente con el cantautor.
“Es un fenómeno especial. Es mainstream pero a la vez superorgánico”, dice Heredia sobre la vidriera que supone el acceso directo al millonario público del canal de streaming. Más aún en un momento en el que decidió apostarlo todo e instalarse en Buenos Aires para tomar impulso y celebrar sus 15 años de carrera solista en 2025.
“Era el paso que sentí que tenía que dar”, admite. “Vine creciendo mucho allá, con Rodri Carazo hicimos el ciclo de cancionistas Sube al Sol. Me propuse generar ese vínculo con la escena porteña así que lo vivo muy hermosamente”, contextualiza sobre un impulso que nació de casualidad pero de a poco fue cobrando forma de aventura. Y llegó en el momento justo.
Gracias a eso, sus encuentros con Granados y el productor, Lucas Fridman, y los diferentes eventos vinculados a Olga (Heredia cita el reciente Charly Day) se han hecho habituales para él. “Lo que pasa en dos horas y media ahí a mí me costaría construirlo en un año. Es tremendo. La llegada a todos lados es increíble”, dice, mientras confirma el aumento en todas sus estadísticas.
De todos modos, esta plataforma también lleva a Lucas a defender una forma de hacer que va más allá de los vientos de cambio.
“Hay una idea de que uno tiene moldear el producto artístico para poder adecuarse, y yo siento que esto demuestra lo contrario. Más allá de que exista el marketing, si uno tiene certezas de lo que hace y sabe mostrarlo en los canales indicados, hay un montón de gente esperando”, observa Heredia. Hacia allá van él, su guitarra y sus canciones.
Para ir
Lucas Heredia prepresenta su quinto disco, “Un temblor”, este jueves 5 a las 21 en Platz (av. Maipú 350). Entradas disponibles a $ 8 mil más 15% de cargo por servicio en Antesala. El domingo 15 de diciembre, en tanto, el músico se presentará junto a su colega Rodrigo Carazo en Páramo Cultural (Carlos Calvo 3974, Buenos Aires).