Casi dos años después, Milton Arias enfrenta la misma situación con el mismo interlocutor. Cambia el contexto y esta vez no hay un teléfono de por medio. La charla se comparte con un café mano a mano y entre las fotos que el músico protagoniza en uno de los rincones de la redacción de La Voz.
El tema también sigue siendo el mismo. En julio de 2023, el bajista y compositor se aprestaba a grabar Ø2. La falta, un nuevo trabajo de música original con base en el jazz. En ese caso, Arias había optado por poner a prueba el material junto a su banda antes de ser registrado para el disco, por eso la grabación tuvo un preludio en forma de gira de conciertos.
Esa urgencia y esa frescura, ese feeling de grupo con repertorio amasado, se capta en el álbum en cuestión, que fue lanzado en febrero de 2024 y hasta el momento no fue presentado oficialmente.
“Salió el disco y no lo volvimos a tocar”, admite de entrada el artista. “Me estaba costando soltar esa música para que salga de nuevo. Y en parte creo que es porque el resultado de la grabación nos dejó muy contento a todos, generó mucha expectativa de lo que quedó y de volver a tocarlo”, explica Arias, que también advierte sobre las dificultades de sostener materialmente un proyecto numeroso y con costos de producción difíciles de afrontar como líder del proyecto.
“Algo que para mí es una constante en mi trabajo es que las cosas cambian necesariamente. La música está cambiando y el grupo cambió”, dice sobre el show que prepara para este sábado en Bela, y que tendrá a Ø2. La falta como motivo central.
“De entrada hay otro baterista, que es Agustín Valfré, que tiene 25 años y no sabés cómo toca. Seguramente va a tener otro carácter la música. Además de que sólo el hecho del paso del tiempo cambia las cosas”.
Al margen de la incorporación del joven percusionista, serán parte de este concierto (y de los planes posteriores que hay al respecto) Ismael Avecilla (saxo), Daniela Dalmasso (voz y flauta), Martín Dalmasso (guitarra) y Julián Gómez Cuello (piano). También se anuncia como invitado especial al guitarrista y cantautor Osvaldo Brizuela.
“Quedó como suspendida en el tiempo esa música”, completa luego Arias, que cuenta cómo el reencuentro con ese repertorio se dio de manera muy fluida, como esas cosas que se retoman después de un tiempo y están guardadas en la memoria sensitiva. “No se tocó, quedó capturada en un instante, como en una foto, y ahora sigue la película”, resume el bajista.
Cambia, todo cambia
Cuando llega al diario, el look de Arias llama la atención. Su campera de cuero, sus aros, su barba y su imagen en general lo acercan más a un prototipo de músico rockero de banda de hard rock o heavy metal que a su rol más habitual de intérprete jazzero y sesionista de altos estándares. De hecho, es habitual verlo con algunos de sus proyectos en lugares como Un Mundo Feliz o el mismo Bela, lugar elegido para la presentación de este sábado.
Allí, y en un par de actuaciones que anticipa para el segundo semestre, el músico se dará el gusto de “revivir” -según él mismo acota- la música incluida en Ø2. La falta, definido como “un estudio sobre las texturas sonoras, un punto de convergencia entre el jazz, el folklore argentino y el rock”.
Esa mezcla de referencias y ese salirse del molde preestablecido también se expresa en el trasfondo conceptual que tiene este disco, que se nutre del psicoanálisis, de la escuela lacaniana y también del I Ching, y además tiene pendiente una contraparte (algo así como un disco hermano) que Arias anticipa sin urgencia alguna.
“Las cosas cambian, transmutan. Ese mismo concepto, que es una especie de hilo conductor en mi trabajo, también está mutando. Las cosas no pueden permanecer todo el tiempo iguales”, dice el protagonista, satisfecho por haber llegado a ese punto en el que el aprende de su oficio cotidianamente.
Aprender haciendo
“En mi experiencia, la interacción con otra gente, con otros músicos, y con distintas músicas es clave. Uno puede pensar según cómo habla, uno no puede pensar fuera del lenguaje. Y con la música es muy similar, en un montón de sentidos”, reflexiona Arias.
Y ejemplifica: “Cuando tocás distintas cosas, con distintos músicos y propuestas, distintos idiomas dentro de la música, son significantes que prenden. Entonces, a partir de ahí podés pensar algo que antes no podías pensar. A partir de tocar salsa hay cosas que se te pegan, quieras o no. El lenguaje es un virus”.
“A veces no son giros estilísticos, son modos de trabajar, por ejemplo. Y eso te queda”, dice luego. Para el bajista, la experiencia es vital para seguir incorporando recursos, modos de tocar y de sentir la música, y también formas de hacer. “Este disco también es el resultado de trabajos que tuve entre medio de mi material anterior y este, y de las cuales aprendí muchas cosas”, resume.
“Desde 2019 trabajo en cruceros y en mi primer contrato me encontré teniendo que poner en escena una obra de Broadway que es como una franquicia: te venden todo. Va un coach, prepara a todo el staff. Se hace arriba del barco igual que como se hace en Broadway”, comenta luego, en una de las tantas situaciones que lo marcaron.
“Ahí aprendí una forma de trabajo que yo subestimaba”, admite. “Es música popular, son temas con base de soul y hay muchas cosas que uno dice ‘se toca así’. Y de repente viene alguien que te dice ‘la partitura es así, vos tenés que tocarla nota por nota como si fuera Bach’. Esa minuciosidad de trabajo me hizo ver que hay que ser un poco más respetuoso con la música”, dice luego, conectando esa vivencia con episodios similares vinculados al tango o a la chacarera.
“Esos significantes te prenden y a la hora de improvisar, o de crear un discurso más espontáneo, mi predisposición empezó a ser otra. Ya no para tocar lo que yo quiero, sino para desarrollar un solo más pensando en que quede un discurso limpio, pulcro, preciso, más comprensible para el oyente y para mí también”, ilustra luego. “Como esa frase que dice que hay que componer como si se estuviera improvisando e improvisar como si se estuviera componiendo”, reflexiona.
Mientras tanto, y más allá de lo que ocurrirá este sábado, Arias empieza a dibujar su lo que viene en el horizonte, que tiene que ver con el disco que dialoga con Ø2. La falta. Luego de una experiencia transformadora en la gestación de ese material, Arias quiere ir un paso más allá.
“Para este disco ensayamos dos meses, hicimos ocho shows y entramos a grabar. De hecho la música la empecé a escribir ese mismo año. Ahora me gustaría probar esta dinámica y darle más tiempo de maduración. Tocar juntos durante un año, ponele”, imagina. “Sin presión, sin expectativa, que vaya, que camine, y que quede lo que tenga que quedar”, dice antes de que la grabación se corte. Como si fuera el párrafo final de su declaración de principios musicales.
Para ir
Milton Arias se presenta junto a su banda este sábado 14 a las 21 en Bela (Peredo 325). Entradas a $ 12 mil más cargo por servicio en Alpogo.com.
